Mahmoud Assy (El Cairo, Egipto, 25 años) huyó de su país cuando cumplió la mayoría de edad. Primero estuvo en Túnez, como profesor de lenguas, y luego en Rumanía, donde estudió Filología Española y Francesa. Hace cuatro años, el Programa Erasmus lo llevó a Madrid. En España, además de estudiar, pidió asilo, ya que como activista por los derechos LGTBI, su vida “corría peligro” en Egipto. Ahora es una persona refugiada, pero también es formador intercultural y tiene una consultora de diversidad, equidad e inclusión, Eufonía Diversity, que trabaja para crear organizaciones más diversas, equitativas e incluyentes. Pese a su interesante perfil profesional, Assy reconoce que en España ha sentido que, por ser refugiado, la gente no lo trata como “a una persona competente que pueda aportar valor, sino como a una persona que necesita ayuda. He luchado mucho para proyectar una imagen distinta”.
“Las personas migrantes no lo tienen nada fácil para emprender”, declara Kenny Clewett, director de una iniciativa de Ashoka —organización que promueve el emprendimiento— centrada en migración, integración y refugiados en Europa. Para empezar, detalla, encontrar un trabajo suele ser un problema para ellas debido a diferentes factores, que van desde las barreras del idioma hasta la discriminación abierta, pasando por los complejos trámites y procesos burocráticos y la falta de financiación y apoyo de redes para fundadores migrantes. Además, explica, “no existe una mano de obra migrante organizada o consolidada ni un ecosistema emprendedor en toda Europa”.
Los que emprenden, los que prosperan, son, al final, los hombres blancos y con apellido compuesto
Pablo Santaeufemia, cofundador de Bridge for Billions
En España, cada año aumenta el número de personas de otros países que escogen este como lugar para emprender y montar su propio negocio. Desde el 2007, el país ha sumado casi 200.000 autónomos más provenientes de otros sitios del mundo. Cifras que siguen sin dejar de crecer. El año pasado y descontando las bajas, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) contaba con un total de 386.089 emprendedores de otras partes, según los datos de afiliación aportados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Casi 40.000 más que en 2019.
En 2021, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) contaba con un total de 386.089 emprendedores de otros países
Son trabajadores por cuenta propia procedentes, principalmente, de China, Rumanía, Italia y Reino Unido, los cuales realizan actividades en sectores como la construcción, hostelería o reparación de vehículos, y representan el 13% de los autónomos. Es decir, más de uno de cada 10 autoempleados que hay en España son personas nacidas fuera de sus fronteras. En el resto de Europa, la situación es parecida. Según el Monitor de Emprendimiento Global (GEM, por sus siglas en inglés), el 20% de todas las nuevas empresas en Alemania han sido puestas en marcha por migrantes, incluidas notables compañías como Omio, Delivery Hero y Gorillas. En Suecia, el número de empresas fundadas por no suecos antes de la pandemia rondaba el 30% (de una población migrante total del 20%), según la Agencia Sueca para el Análisis de Políticas de Crecimiento.
Pese a estas elevadas cifras, continúa Clewett, “las sociedades de acogida, incluida la española, suelen hablar sobre y no con las personas migrantes, y todavía trabajan muy poco con ellas en soluciones sólidas y fundamentadas, sobre todo en términos de su empleabilidad”, continúa. Si hicieran lo contrario, asegura, si en lugar de verlas como personas frágiles que necesitan ayuda, las reconocieran como “agentes de cambio, se generarían soluciones innovadoras y surgirían marcos de colaboración para transformar todo el sistema”. Cómo transformar esta narrativa, dice, es uno de los retos. Porque el empleo y el espíritu empresarial asumido por los migrantes, afirma, “son la oportunidad para un cambio rápido y sociedades interculturales exitosas”.
Dificultades del emprendedor inmigrante
“Vivimos en un mundo en el que las soluciones innovadoras solo benefician a los privilegiados. Los que emprenden, los que prosperan, son, al final, los hombres blancos y con apellido compuesto. Ellos tienen un puente perfectamente construido por mamá o papá, y son capaces de cruzar al otro lado, mientras que los puentes del resto de potenciales emprendedores están rotos o no existen”, explica Pablo Santaeufemia. Es cofundador de Bridge for Billions, una incubadora en línea para empresas incipientes que produce, diseña y gestiona programas de emprendimiento. “Si se quiere generar innovación para las mayorías”, asegura el ingeniero, “hay que crear puentes para que muchos más emprendedores tengan acceso”.
El empleo y el espíritu empresarial asumido por los migrantes son la oportunidad para un cambio rápido y sociedades interculturales exitosas
Kenny Clewett, director de Hello Europe
Si a todas las barreras que se encuentran los emprendedores le sumas la de ser migrante, “el puente se hace infranqueable”, añade, y recuerda las trabas burocráticas y legales de las que habla también Clewett, adicionales a las ya existentes por su condición de inmigrante.
Gracias a Bridge, Assy, el refugiado egipcio especializado en migración e interculturalidad, empezó a trabajar en la creación de su propia consultora, Euphonía. “Tenía clarísimo lo que quería hacer, que era trabajar el tema de la diversidad, equidad e inclusión con las empresas, y tenía la formación. Pero no sabía ni cómo construir una consultoría ni cómo vender mi producto a las empresas”, recuerda. Hasta que descubrió esta incubadora, gracias a la cual casi 3.300 emprendedores han conseguido aterrizar sus ideas, desarrollarlas y estructurarlas, para así poder lanzar sus negocios. “De repente, sabía qué pasos tomar, dónde empezar y dónde terminar”, admite.
Assy cruzó el mar Mediterráneo para alcanzar Europa. Constanza Lucadamo (Buenos Aires, Argentina, 64 años), que llegó a España hace más de tres décadas y es emprendedora desde hace casi el mismo tiempo, tuvo que atravesar el océano Atlántico. Ya en Madrid, con 38, se enamoró de un sevillano y se mudó al sur. Con él, empezó un negocio de souvenirs y alquiler de bicicletas. “Nos iba muy bien, pero la crisis de 2009 nos hizo mucho daño y tuvimos que cerrar”, cuenta. Fue entonces cuando decidió emprender por sí misma, sin su marido, y creó Viejenials, una plataforma de comunicación para mayores de 50 años, con la misión de visibilizar la revolución de envejecer en el siglo XXI.
Por primera vez, se encontró con trabas a la hora de emprender. Estaba sola. “Es cierto que los argentinos tenemos más facilidades que los demás, pero ser extranjero es siempre un hándicap para, por ejemplo, contactar con la Administración. Cuando les intento vender jornadas o conferencias, mi acento y el no tener una red de contactos que solo tienes si has nacido aquí, pesa en mi contra”, reconoce Lucadamo. Aunque no se imagina ni jubilada ni trabajando para otros, confiesa que el camino no ha sido sencillo. “No es fácil emprender, hacerlo siendo foránea y mujer, menos aún”, termina.
Personas como Assy y Lucadamo, concluye Clewett, ”son piezas fundamentales de esa sociedad activa, sana e inclusiva que aspiramos a ser. Dejémosles trabajar, innovar. Por el bien de todos”.
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