El reciente anuncio de Conconcreto de salirse del proyecto con Vinci Higways, que tiene prevista la ejecución del tercer carril que conecta a la ciudad de Bogotá con Girardot, ha prendido las alarmas del sector encargado de construir las infraestructuras en Colombia.
No es para menos, la situación macroeconómica del país es para la organización suficiente razón de peso, pues si bien impactará en sus finanzas, también será un respiro ante el golpe que ha significado la inflación, las altas tasas de interés y la devaluación del peso colombiano.
Las razones no son infundadas. El escalonamiento de los precios de los materiales de construcción es un tema que no ha pasado desapercibido.
Según el Dane, los despachos de cemento no sólo decrecieron 0,6 % a corte en julio de este año, sino que también encontraron su razón de ser en el alza de los precios.
Así lo demuestran los índices. Por ejemplo, para la actividad de construcción de carreteras la variación anual llegó a ser de 9.68 %, dado al aumento de materiales que en lo corrido del año han presentado incrementos importantes. Así, el precio del cemento presentó un incremento del 16.3 %, el acero del 14.8 %, el asfalto del 29.61 % etc.
Lo anterior no solo ha terminado por afectar proyectos contratados con anterioridad, sino también el acceso de los colombianos al sector de la vivienda VIS y VIP, cada vez más costosos.
Construir una carretera en Colombia ahora no solo implica correr el riesgo de enfrentarse a una geografía fragmentada que en temporada invernal es susceptible a derrumbes. Para los contratistas de estas vías, también significa asumir los costos variables de los materiales que por la inflación han tocado límites.
A lo anterior, se suma el incremento del salario de los trabajadores. Pues si bien solo para el mes de octubre del presente año la mano de obra ya había aumentado en un 5%, el aumento del 16 % en el salario mínimo, también incide en la cartera.
En términos más específicos, las labores más costosas son las de los vigilantes de obra, el ayudante de obra, el conductor, las personas encargadas de hacer el análisis topográfico, soldadores y el maestro, salarios que si bien no suelen tener mayor variabilidad, también hacen mella en la cartera de los empresarios de la construcción.
“El riesgo de construcción, puntualmente, el criterio de sobrecostos, recae, exclusivamente, en la concesión. Así, en el momento de realizar la clasificación en torno a este criterio, es probable que no se tuviera previsto coyunturas económicas con variaciones pronunciadas”, reza un documento de la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI).
Tal panorama ha obligado a algunos constructores a recurrir a préstamos con el fin de dar cumplimiento a las obligaciones establecidas en los contratos, pero esta solución, que solo pretende al final recoger una utilidad, en muchas oportunidades es contraproducente.
Contando con el hecho de que una de las principales medidas para contrarrestar el fenómeno de la inflación es elevar la tasa de interés, al final los empresarios terminan ejerciendo mayor presión sobre los costos y enfrentando un contexto en donde la incertidumbre es latente y es riesgo es alto.
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