Por Ricardo Peraza
La semana pasada hubo dos grandes noticias en materia de negocios y cambio climático de una importancia tal que claramente demuestran la emergencia real que es este tema, así como el impacto que tendrá en todos los aspectos de nuestras vidas y, entre ellos, los negocios.
La primera noticia fue la decisión del banco HSBC de no financiar ningún nuevo proyecto en materia petrolera o gas, de acuerdo con su nueva política en materia energética; el banco acelerará, a su vez, el apoyo financiero a propuestas de energías limpias.
Esta decisión va de acuerdo con los objetivos del banco de reducir un 34% el financiamiento a empresas en el sector de hidrocarburos para 2030 y posteriormente llegar a un financiamiento cero (a dicho sector) para 2050.
La segunda noticia fue la imposición, por parte de la Unión Europea, del primer “impuesto verde a las importaciones” con el cual pretende: primero, detener la emisión de gases de efecto invernadero más allá de sus fronteras y, segundo, nivelar la competitividad de las empresas europeas que actualmente invierten en energías limpias y/o cuentan con estrategias de compensación y eliminación de dichos gases nocivos.
A esta decisión de la Unión Europea, que entrará en vigor en octubre del próximo año (con un plazo de adaptación para las empresas hasta el 2026), se unen regulaciones en proceso de varios países, entre ellos y de suma importancia, la administración Biden tiene en el tintero varias legislaciones en la misma dirección, entre las cuales actualmente se encuentra negociando con Europa la imposición de un arancel a los productores extranjeros de acero y aluminio que no cumplan con estándares ambientales.
El tiempo ha llegado para que las industrias y los negocios transformen sus procesos de manera que no tengan un efecto negativo al medio ambiente. Las empresas (y las economías de los países) que no se alineen a estas nuevas directrices, poco a poco irán perdiendo acceso a financiamiento y a mercados. Inclusive, en un corto plazo, no podrán ser proveedores de varias multinacionales que tienen metas tan agresivas como llegar a ser emisión cero (de gases de efecto invernadero) a plazos tan cortos como 2030.
Muchos empresarios ven esto con escepticismo y cierto temor al cambio, ellos serán los dinosaurios a quienes extinguirá el meteorito de nuevas leyes, regulaciones, estándares ambientales. En los próximos años, la transformación para convertirse en negocios o empresas sostenibles dejará de ser una cuestión de convicción o de marketing para convertirse en una necesidad o requisito de subsistencia.
Sin embargo, no debe de verse esto como una cuestión apocalíptica en el mundo de los negocios, sino como una revolución ambiental de tal magnitud e impacto como lo fue la revolución industrial a finales del siglo XIX o la revolución tecnológica que se dio a finales del siglo pasado.
Misma revolución que trae de la mano grandes beneficios a todas esas empresas que incorporen en sus políticas, procesos y estándares cuestiones tanto ambientales como sociales adecuados a esta nueva era.
Desde mediados de la primera década de los 2000, los grandes inversionistas y empresas multinacionales han adoptado estrategias ESG (por sus siglas en inglés: Environmental, Social and Governance) que implican no sólo contribuir a cambios en beneficio del ambiente, sociales y dentro de las empresas, sino cambios dentro de sus modelos de negocios que los hagan intrínsecamente sostenibles.
A más de una década de la adopción de estas políticas, los resultados son claros. De acuerdo con la agencia Moore Intelligence, las empresas con fuerte compromiso ESG aumentaron 10% sus ingresos y utilidades en los últimos 3 años, mientras que las empresas que se mantienen renuentes sólo aumentaron 4.5% en el mismo plazo.
En otros rubros, las empresas con dichos compromisos (ESG) aumentaron la retención de clientes hasta 83%, la capacidad para atraer inversión se elevó cuatro veces y las mejoras en su imagen aumentaron en cifras similares; indicadores que al final se reflejan en mejoras financieras.
Los próximos cinco años, el mundo verá un cambio enorme en materia de regulaciones, tanto gubernamentales como privadas, en esta materia, las banderas verdes de la revolución ambiental en los negocios se han izado y el mensaje es claro:
¡Los negocios serán verdes o no serán!