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Atravesando la incertidumbre, el aire empezó a ponerse manso. Con el fade-out pandémico, el 2022 se constituyó como el año de la vuelta a la presencialidad total, de la arremetida de los grandes eventos multitudinarios y de una convivencia entre las huestes 2.0 y 3.0.
Con la merma del imaginario ventajero del “sé tu propio jefe” y del martirio de los “crypto bros” (caldo de cultivo de los rebusques de cuarentena, de los lastimados por FTX, Terra y… ¡Cositorto!), la atención volvió a los productos culturales de mayorías, a la televisión tradicional, a una cinematografía sin pose, a los personajes chistosos pero friquis, a la obtención de derechos y a una coctelera de estímulos que tuvo, en su revoltijo pop, mucho, mucho más.
Sucedió de todo: lo bueno, lo malo, lo más o menos. Acá, antes de su ocaso, la redacción de El Planteo armó una fina selección de hitos, hechos, personajes y productos de la cosecha ‘22.
Cristian Baral, editor de redes y productor: Paren La Mano
A más de 100 años desde que la radio comenzó a transmitir en Argentina, es innegable el impacto que ha tenido en la sociedad en todo este siglo de vida. Figuras estelares de la música, el teatro y, tiempo después, la televisión, nacieron desde el éter marcando el rumbo del consumo popular de todo un país.
Hoy, las maneras de acercarse a quienes comunican diariamente a través de los medios es muy distinta. Si reemplazamos la palabra “medio” por “plataforma”, la discusión se vuelve un poco más urticante para los puristas de los formatos.
Sin embargo, este año nació un show ¿radial? que supo apaciguar estas discusiones para, sencillamente, entretener.
Transmitiendo desde Twitch, YouTube y hasta desde el menospreciado dial, Paren La Mano, que se emite a través de Vorterix, conquistó a más de una generación.
Comandando por el comediante y “streamer” (como él mismo se autodenomina, mayormente en sorna pero sin desconocer su popularidad adquirida en las plataformas) Luquitas Rodríguez, los periodistas Alfredo Montes de Oca y Germán Beder, junto al sidekick de Rodríguez, el humorista Roberto Galati, este grupo provocó risas, informó y entretuvo durante dos horas diarias a lo largo de 2022.
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Estrellas como Duki, Coscu y hasta el mismísimo ministro de Economía, Sergio Massa, fueron solamente algunas de las tantas presencias rutilantes del programa.
Al poderío de producción a la hora de convocar personalidades, se le sumaron un sinfín de charlas lúdicas, códigos entre sus oyentes/espectadores, presencias en vivo llenado teatros en Buenos Aires y en distintas ciudades del país, logrando armar una voluminosa comunidad sumamente fiel a este convoy de comunicadores del entretenimiento que supieron redefinir el espíritu colectivo de la radio y llevarlo cada vez más lejos.
En octubre de este año, Buenos Aires tuvo la increíble oportunidad de recibir la gran muestra de arte callejero del británico Banksy. La muestra, titulada “Banksy, ¿genio o vándalo?”, recorre su carrera con más de 70 selecciones suyas en diferentes técnicas: oleo, spray, serigrafías, esténciles y esculturas, entre otras.
El artista callejero, nacido probablemente en la ciudad de Bristol (conocida mundialmente como la meca del arte urbano), llevó algunas de las técnicas más utilizadas a otro nivel. Sus obras se encuentran plasmadas (ilegalmente) en los edificios y muros de todo el mundo: Inglaterra, Francia, Austria, España, Estados Unidos, Australia y hasta en la Franja de Gaza.
Como todo artista callejero, su mensaje provocador nos invita a revelarnos contra un sistema que ha dejado de funcionar hace mucho tiempo. Sus expresiones artísticas son satíricas obras que nos invitan a replantear las reglas del juego.
Pero lo más característico de Banksy quizás no sean sus obras, sino su misteriosa identidad. Al día de hoy, nadie sabe quién es: no existen fotos ni registros de él, solo teorías. En una época en la cual el egoísmo y el egocentrismo humano ocupan la primera plana de todas las redes sociales, su identidad (por elección y necesidad) continúa siendo un misterio.
Con su frase “No hay nada más peligroso que alguien que quiere hacer del mundo un lugar mejor” nos marca el camino equivocado que está tomando la humanidad.
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Nuestro egocentrismo nos ha hecho creer que estamos en la cúspide de la evolución, y nuestro egoísmo nos hace creer que podemos hacer del mundo un lugar mejor (del que siempre ha sido) permitiéndonos arrasar con todo lo que se encuentre a nuestro alrededor para satisfacer nuestros deseos.
Su famosa frase nos invita a la inacción, a la entrega de todos nuestros haceres y a la aceptación de lo que es. El mismo camino que los grandes líderes espirituales de todas las épocas y culturas han mostrado. Es hora de dejar de mirar al costado y, con humildad, revelarnos contra el verdadero enemigo: nuestro propio ego.
Hernán Panessi, editor ejecutivo: Top Gun: Maverick
El cine mainstream, ese que sabe de franquicias y de algoritmos, venía engordando el chanchito con la factoría Marvel, los intentos de DC y las secuelas de Star Wars. Pero, como con todo, si la espectacularidad es la norma, esa norma devino en monotonía: no hay sorpresa en lo espectacular porque lo espectacular es el foco y no el nervio.
Por eso, tuvo que venir Tom Cruise y un film de culto ochentero y testicular para mover el avispero. Vamos a decirlo rápido y vamos a decirlo fuerte: Top Gun: Maverick es la mejor película de 2022 y es, en consecuencia, uno de los artefactos culturales más destacados del año.
Top Gun es una película con corazón. Obvio que mete fan service, por supuesto que le va a gustar a los nostálgicos (la retronostalgia es un valor siempre bien cotizado). Pero hay algo ahí, en su lógica de cine-total (un film de acción & amistad & aviones, OST de Lady Gaga, Tom Cruise piloteando cualquier cosa, un enemigo sin cara), que encuentra cómo diferenciarse entre un mar de iguales.
El relato clásico como valor, digamos. De hecho, Top Gun es la oportunidad de toparse de jeta con el mejor cine de Hollywood, ese que cuenta –redonditas, redonditas- historias que –sin poses, ni modas, ni presión de la opinión pública, ni influencia de las redes sociales, ni campañas de prensa, ni ornamentos- recordás para siempre.
Javier Hasse, CEO: el triunfo de Petro y Márquez en Colombia
El domingo 19 de junio de 2022, Colombia eligió a su primer presidente de izquierda en la historia. En un reñido ballotage, triunfó la fórmula de Gustavo Petro y Francia Márquez, quien también marcó un hito al transformarse en la primera mujer y afrodescendiente en alcanzar la vicepresidencia del país latinoamericano.
La decisión se sabía significativa para el mundo del cannabis y las sustancias controladas desde antes que se eligiera al nuevo gobierno. Petro y Márquez se habían manifestado a favor del cannabis y el cáñamo, e incluso habían declarado querer despenalizar otras drogas.
“El tema de la marihuana me parece una estupidez mantenerlo en la clandestinidad”, dijo Petro en una entrevista. “Los familiares de ex presidentes hacen los negocios de exportación de marihuana legal y, en cambio, le echan bombas a los campesinos y a sus hijos que producen marihuana en el Cauca”.
“Si Colombia no se pone pilas va a perder el negocio”, agregó.
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Márquez también apoyó a la planta, declarando: “La regulación debe ser una oportunidad de ingresos para que las comunidades puedan mejorar su calidad de vida. Sin embargo, debe garantizarse protección y reconocimiento de derechos a los pueblos que usan estas plantas como parte de su cultura”.
Desde entonces, Petro y su gobierno se han pronunciado a favor de la legalización de la cocaína y la liberación de presos por cannabis.
En Twitter, la vice explicó, “Creemos que debemos pasar de una política basada en la guerra contra las drogas a una basada en los Derechos Humanos. La actual política ha significado muertos, criminalización y estigmatización para las comunidades más empobrecidas y racializadas en los territorios… Proponemos que el país asuma la regulación de todas las sustancias. Regulación de la producción, comercialización y consumo, con enfoques de justicia económica, climática, racial y de género”.
Petro incluso ha llamado a la ONU a terminar con la Guerra Contra las Drogas.
“¿Qué es más venenoso para el ser humano? ¿La cocaína, el carbón o el petróleo?”, interrogó en un discusros.
“El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis, y más por las mezclas que provoca su clandestinidad dictaminada. Pero, en cambio, el carbón y el petróleo deben ser protegidos, así su uso pueda extinguir a toda la humanidad. Estas son las cosas del poder mundial, cosas de la injusticia, cosas de la irracionalidad, porque el poder mundial se ha vuelto irracional”, agregó.
“Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas… Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes”.
Todo esto hace de Petro un gran líder para la región, un líder que marca tendencia e incentiva a otros países a seguir su ejemplo, a buscar políticas de drogas más sensatas y humanas. ¿Podrá ser éste el comienzo de una nueva era en Latinoamérica?
Este texto tiene el desafío de estar siendo escrito tres días antes de la final del mundo y, por lo tanto, de intentar ser vigente sea cual sea el resultado. Está claro que el tono con el que será leído cambiará radicalmente según cómo se resuelva el partido con Francia, pero intentaré al menos que los sentimientos trasmitidos y las razones enunciadas para destacar a la Selección (y todo lo que nos pasó con la Selección) como lo mejor del año sean independientes de eso.
Una Selección llena de caras nuevas -al menos en lo que mundialísticamente refiere-, con muchos chicos muy jóvenes jugando su primer Mundial -y cumpliendo su sueño de infancia de jugar con Messi- y algunas figuras clásicas mundialistas como Messi, Di María, Otamendi.
Un equipo de individualidades con un carisma único (¡Dibu!) pero cuyo principal atractivo siempre fue, precisamente, la cualidad de equipo: la química entre ellos, el amor que se profesan, los comentarios en redes sociales de tinte ligeramente zarpado y siempre tierno. El amor legítimo que se les siente por el deporte y por la camiseta.
La Scaloneta fue una selección que enamoró hasta aquellxs que no les importaba la copa. Enamoró y calentó, pero calentó de la manera más noble posible: con el heroísmo pasado por el tamiz de la vulnerabilidad. Nada más macho que un jugador de fútbol y, en tiempos en los que tratamos de hacer coexistir como se pueda el “se va a caer” con la fiebre mundialista que no podemos evitar sentir, gustar de La Scaloneta se sintió sorprendentemente bien.
De la Scaloneta nos cautivó no solamente que jueguen bien y ganen sino su carisma, su compañerismo, su homoerotismo tan distinto a la tradición futbolera y su capacidad inagotable de crear momentos, frases e imágenes icónicas. El Topo Gigio a Van Gaal, reivindicando a uno de los jugadores más grandes y polémicos de la historia de nuestro país como es Juan Román Riquelme y, de paso, al fútbol sudamericano todo.
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El “Andá pallá bobo”. El psicólogo de Dibu. Los besos a De Paul, “Mi motorcito”. El hijo de Scaloni. La angustia de Aimar. El Papu Gómez parecido a David Beckham. Tini. Dibu que no le pudo hacer upa. Etc, etc, etc y eso que todavía ni siquiera hablamos de fútbol.
El partido de Holanda todo y el Dibu atajando los dos primeros penales. El pase histórico de Messi. La épica de Julián Álvarez contra Croacia. El gol de Enzo Fernández.
Y una red de contención que permitió brillar a Messi no sólo en su fútbol sino en su personalidad: Messi contento, Messi enojado, Messi envalentonado, Messi tierno, Messi patotero. Nunca vimos tal despliegue de emocionalidad en el capitán. Messi contento es la criatura más luminosa que hayamos visto, pero verlo putear es hermoso también.
Fue un año difícil y viene costando encontrar razones para festejar. La Copa de Qatar fue catarsis, sublimación, pan, circo, carnaval, todo. Un diciembre directamente demencial. Y si bien son once multimillonarios corriendo atrás de una pelota, es difícil ver un fenómeno tan unánime, tan transversal a nivel clases sociales.
Una reivindicación del continente, del amor por el deporte, de la amistad. Y de que está bien estar felices por la felicidad misma. Como me dijo mi papá una vez: el fútbol no importa, pero no importa que no importe. Gracias Scaloneta, los amamos.
Marian Venini, directora editorial: las brujas argentinas del Mundial
Es evidente: las mujeres y disidencias están teniendo presencia en cada vez más lugares dominados por hombres. Esto pudo apreciarse vívidamente en este Mundial de Fútbol: mujeres relatoras, comentaristas, árbitras, hinchas… y brujas.
Empezó medio en chiste, medio en serio: luego de la apabullante derrota de Argentina contra Arabia Saudita, surgieron en Twitter llamados a todas las brujas y curanderas para aportar sus artes e influir en la victoria de La Scaloneta contra México.
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Dicho y hecho: las mujeres desplegaron sus saberes y se dispusieron a curarle el mal de ojo a los jugadores, a leer sus energías en las cartas y a dar consejos sobre cómo imitarlas, entre otras cosas.
¿El resultado? Éxito rotundo contra la selección mexicana. Pueblo fiel a las cábalas si los hay, lxs argentinos siguieron pidiendo la asistencia de las brujas en todos los partidos, y hasta la fecha no nos han decepcionado.
Es más: han compartido sus técnicas en las redes sociales, donde te enseñan a “endulzar” o a limpiar la energía de una persona, o develan a quién realizar dicho trabajo mediante lecturas del tarot. También hacen recomendaciones, como sahumar o prender una vela blanca (cosa que hicimos muchxs durante ese maldito partido contra Países Bajos).
Todo esto ha generado varios debates entre las mismas mujeres. Después de todo, con las energías no se jode, y hubo muchas prácticas dando vueltas que algunas han visto como irresponsables (como “congelar” a los rivales de la selección o no protegerse a unx mismx luego de hacerlo).
Hay muchos factores analizables en este fenómeno: la banalización o apropiación de prácticas históricamente perseguidas y ridiculizadas, el impacto de las redes sociales en las mismas, el modo de transmisión de estos de saberes y la diferencia de criterios…
Pero, en un par de puntos, el debate… no ha lugar: este fenómeno tocó una fibra importante en un evento tan emocionalmente cargado como lo es el Mundial (y este Mundial en particular), que viene a coronar un año… complicado, por decir poco. Y le agregó una chispa desfachatadamente argentina, un color que sólo podía surgir de este pueblo y sus costumbres imposiblemente diversas.
Da igual que la magia sea “real” o no. El público argentino tiene una reputación histórica: ya sea en la cancha o en los recitales, nuestra pasión es reconocida en todo el mundo. Porque la hinchada argentina siempre fue mágica: nuestras brujas no son ni más ni menos que otra faceta.
Natalia Kesselman, directora ejecutiva: Argentina, 1985
Enciendo la tele: en Perú, el presidente Pedro Castillo es encarcelado tras intentar disolver el Congreso y llamar a una Asamblea Constituyente. En Argentina, el Juicio de Vialidad pone en la mesa la proscripción, meses después de un intento de magnicidio.
En Estados Unidos, el gobierno opera a toda máquina para condenar a Trump para evitar que vuelva a presentarse como candidato, mientras sus adeptos, aún en el poder, incitan al odio y la violencia armada.
Por su parte, Kanye West profesa su amor por Hitler y Elon Musk, el hombre más rico del mundo, con una mano se complace a sí mismo y con la otra escribe tuits transodiantes. En el Dombás, el ejército de Putin alimenta las fosas comunes -casi no pareciera importarle cuántos actores de Hollywood le lleven sus Óscars a Zelenski.
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En Irán cuelgan a veinteañeros por protestar contra la muerte de Mahsa Amini y pedir la abolición de la policía de la moral. En Italia, Meloni rechaza barcos llenos de migrantes que lloran, flacos, ante las cámaras de TV del mundo entero. La ONU, para variar, mantiene firme su status de perrito chiquito de meme.
En medio de un contexto mundial de avanzada del autoritarismo, Argentina, 1985 parece haber llegado exactamente cuando tenía que llegar.
Por mi parte, no me lo esperaba. No soy de desgarrarme los ropajes en modo patriota y, cuando empezaron a llover las críticas maravillosas, me inundó el recelo. “Dos horas y media de solemnidad, me mato”, pensé. Me molesta muchísimo la solemnidad como preset. Desde ya, me trago mis palabras y todos mis prejuicios, porque Argentina, 1985 es solemne cuando -y solo cuando- corresponde. El resto del tiempo es pícara, emotiva y hasta cómica.
Una obra que, además de retratar la historia argentina, retrata nuestro espíritu. Así es como quiero que nos vean. Así es como quiero que seamos.
Esta peli importantísima, herramienta para la memoria como pocas, acaba de recibir, merecidamente, una nominación al Globo de Oro. Ojalá gane, no sólo porque Santiago Mitre y toda la gente que participó lo merecen, sino porque realmente debería verse en todo el mundo.
Si bien nuestra historia es única, es evidente que no faltan naciones ni personas que puedan empatizar con el horror se vivió acá, en especial porque en muchísimos lugares el eco de estas violencias suena más a augurio que a otra cosa. Por eso mismo, hay que decirlo, acá y en todos lados: Nunca Más.
Nicolás J. Rodríguez, analista: Ley Nacional de Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial Número 27.669
Una rosca épica por los derechos civiles y sociales terminó en la sanción de la Ley de Cannabis Medicinal e Industrial 27.669, en abril de 2022.
La Ley no libera a los y las presas por cannabis, pero abre una puerta a la formación de un pequeño mercado interno de micro-productores, una nueva generación de granjeros que pueden producir distinto, agregar valor y cuidar al medio ambiente.
Vencido el plazo para su reglamentación nos preguntamos si la Ley incluirá a esta economía popular del cannabis. Al momento de escribir este texto, todas las miradas apuntan a la ARICCAME, la agencia que deberá gobernar este yuyo tan particular y construir consensos políticos para navegar el panorama electoral del 2023 y más allá.
Una cadena de valor corta (al estilo farm-to-table) puede habilitar la producción de cannabis terapéutico, cooperativo y a bajo costo, accesible para pacientes del programa REPROCANN.
Hace un año, la sanción de la Ley 27.669 parecía lejana. Igual, ¿quién te dice, no?
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Quizás el año que viene estemos debatiendo modelos de negocios solidarios, con equidad de género, que sirvan a las asociaciones civiles, generen empleos dignos y aporten al financiamiento de una campaña nacional para la legalización del cannabis para todos sus usos.
Todo depende de la celeridad con que se muevan los expedientes que terminen regulando las categorías de productos y productores. Mientras tanto, el tiempo corre…
Santiago Alonso, community manager: Gran Hermano
Durante años se repitió como un mantra que la televisión tenía (o tiene) los días contados. Se sostuvo que las plataformas y el contenido por demanda iban a demoler las posibilidades de la emisión lineal que aún sigue ofreciendo el mercado local.
El año pasado Marcelo Tinelli sufrió como pocas veces la falta de apoyo del público con Showmatch registrando bajas peligrosas en materia de audiencia, obligándolo a cerrar el 2021 mucho antes de lo esperado, algo que prendió la alarma en el sector.
Cuando muchos creían que no había formato que pudiera darle sobrevida la pantalla chica, vuelve Gran Hermano.
No se trata –ni por asomo- de una novedad, ya que su primera edición data del año 2001 y supuso una revolución para Telefé. Por motivos que todavía no terminan de quedar claros, otras ediciones del envío no tuvieron la repercusión esperada, ni en el ex Canal Once ni en América TV cuando GH tuvo su versión en esa pantalla en el canal ubicado en la calle Fitz Roy.
¿Cuál es el diferencial de Gran Hermano 2022? Su diálogo permanente con las redes sociales y sus múltiples chances de visionado, ya no solamente en la señal de las tres pelotas sino en su sistema de streaming Pluto TV con un espacio dedicado al reality en su totalidad exhibiendo momentos que no se vieron (ni se verán) en la pantalla de la TV por aire.
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Como si de una estrategia marketinera se tratase, se habilitaron servidores de Twitch que muestran la casa en tiempo real y que permiten al espectador conocer a los y las participantes sin la edición que lleva a cabo la producción y que –en muchos casos– condena o pondera a uno de los elegidos para habitar la casa más famosa del país.
Gran Hermano 2022 logró ser parte del debate público por ser -además– un respiro. Los altos índices inflacionarios y los niveles de hartazgo en materia social y política llevaron a la población a buscar oxígeno en otros ámbitos, aunque sea para hacer más viable la cotidianeidad y evitar el colapso.
La otra novedad es que no hace falta seguir exclusivamente la transmisión de Telefé para poder compartir opiniones en foros, chats y especialmente Twitter, red que acompaña en tiempo real las apetencias del público con respecto a los y las concursantes.
Y es en ese núcleo beligerante donde se cuecen habas y se dialoga sobre quiénes deberían o no seguir en la casa: Romina, “Alfa” y Marcos pasaron a ser los favoritos. “Frodo” dejó de ser el héroe del momento para pasar a ser el villano por actitudes soberbias y revelar que guarda nudes para “carpetear” mujeres. “Coti” es una estratega y “Holder” un sinónimo de lo que las mayorías no apoyaron por pedantería tinchesca.
Twitter Argentina es –ante todo– juez y parte y sentencia, tanto como ese ojo que todo lo ve. El diálogo entre la tele lineal, las plataformas y esta red social hace de GH el éxito que una tele en baja como esta puede permitirse.
Gorillaz es una banda que revolucionó la música británica que, hasta su aparición, estaba eclipsada por el furor del britpop. Estamos hablando de una banda virtual de un universo ficticio fundada por dos artistas británicos destacados: Damon Albarn, vocalista y compositor de nada más ni nada menos que Blur, y Jaime Hewlett, historietista, diseñador y uno de los creadores del cómic Tank Girl.
El 30 de abril, la banda dejó al público argentino perplejo de emoción cuando Mateo Palacios Corazzina, mejor conocido como Trueno, entró al escenario a colaborar en una canción que marcó a toda una generación, “Clint Eastwood”. Lo más fascinante es que el artista argentino ni siquiera había nacido cuando se lanzó este tema, allí por el 2001.
Lo que más me enorgullece de este acontecimiento es que el mismísimo Damon Albarn le pidió al artista argentino que participe. Aunque, bueno, cuenta la leyenda que, en realidad, fue su hija, Missy Albarn, que es fanática de Trueno desde hace mucho tiempo, quien le mostró el trabajo del argentino a su papá.
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Para mí fue uno de los momentos más emocionantes de este 2022 porque dejó en evidencia varias cuestiones. En principio, la destreza, talento e inteligencia de Trueno para hacer un freestyle de este nivel con connotaciones un tanto sensibles y el cual fue improvisado en su mayor parte.
Además, Trueno usó un tema que ha polarizado a las dos naciones desde aquel 1982, para generar el efecto contrario. “Desde Argentina llegamos hasta Inglaterra. Por culpa de un micrófono ya no existen las guerras”, cantaba el artista, invitando a lxs británicos a sentirse cómodos y queridxs por los oyentes argentinos.
Damon Albarn no podía evitar mostrarse hipnotizado ante este recibimiento tan cálido que nos caracteriza a lxs argentinos e inmortalizado por Trueno. Y, por último, quedó en evidencia lo fuerte que pisa la escena urbana musical argentina en el mundo, con artistas que dejaron sangre y sudor para plasmar un poco de nuestra cultura en un mundo tan globalizado.
Gaspi es todo lo que está mal. Se pasa de la raya siempre y eso me hacer reír mucho. Me hace reír de cosas que de chicos nos enseñan que no tenemos que reírnos.
Tiene frescura (¿?) y es rápido para los chistes cuando vestido de saco y corbata, micrófono barato con cable en mano, entrevista personas en la calle. Claro, no lo hace con cualquier persona. Gaspar Prim Díaz no inventó nada. Eso que hace -seguramente- ya se vio. Pero, ¿qué tiene si me hace reír?
“¿Cómo te podés reír con un tipo que se burla de la gente?”, me dijo una amiga con el ceño fruncido. Y tiene razón. La culpa no es de Gaspi, es mía que me río con los chistes infantiles, guarangos, desagradables.
En su canal de YouTube tiene apenas 5 videos pero suma 1,78 millones de suscriptores (soy uno de ellos). Siempre que necesito levantar, caigo en Gaspi. No es fácil hacer reír y este pibe rubio con acné sabe cómo hacerlo.
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