He observado que últimamente aparecen cada vez más noticias, opiniones de expertos e incluso historias personales en los medios de comunicación alertando sobre los altos niveles de resistencia a los antibióticos, aunque parece que sus ‘gritos’ han sido silenciados por la negligencia y la falta de interés de la sociedad en el tema. Cada día leo titulares como “La resistencia a los antibióticos es una pandemia silenciosa” o “La resistencia a los antibióticos es la tercera causa de muerte en el mundo”, que insinúan la realidad que se avecina sin el lujo de los medicamentos antibióticos.
Hace poco leí un artículo del periodista Emilio de Benito en el que recordaba la profecía de Alexander Fleming, el descubridor del primer antibiótico, sobre la mutación de las bacterias y que algún día será inútil para tratar infecciones. Tengo claro que la mutación bacteriana es un proceso natural y que fabricar un nuevo tipo de antibiótico es un proceso muy largo, complejo y caro. Sin embargo, la irresponsabilidad, la desinformación y el uso inadecuado de los antibióticos impiden avanzar en el tratamiento de las enfermedades infecciosas y reducir su uso excesivo.
En mi opinión, es importante escuchar los consejos de los médicos, pero también es importante ser crítico e informarse constantemente sobre el tema para reducir el riesgo de un futuro sin tratamiento, incluso en las enfermedades más benignas.