Cinco meses después, en noviembre de ese año, Cicconi apareció en las noticias como uno de los teenagers de Florida que se habían saltado las clases para asistir a la presentación de Donald Trump en Miami. Y, ahora que ya ha cumplido los 22 y mantiene su interés en la política, es uno de los estudiantes de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés) que participó en la presentación del polémico libro Cuban Privilege: The Making of Immigrant Inequality in America (Cambridge University Press, 2022), calificado por voces del exilio como “retórica anticubana”.
Cicconi intervino en la ronda de preguntas, moderada por Jorge Duany, director del Cuban Research Institute (CRI, por sus siglas en inglés) y protagonizada por la profesora estadounidense Susan Eckstein, autora del libro, y por el presidente del Directorio Democrático Cubano, Orlando Gutiérrez-Boronat. Luego de presentarse como estudiante de FIU y nieto de un refugiado cubano, Cicconi encaró directamente a Duany, lo acusó de haber censurado sus comentarios y de haberlo bloqueado en Instagram. “¿Cómo puede alegar que esta es una discusión abierta cuando usted bloqueó mis comentarios y usó las mismas tácticas del régimen de Castro, la censura, la censura a los estudiantes?”, preguntó ante más de 500 personas en el Wertheim Performing Arts Center de FIU. “Si la misión [del CRI de FIU] es censurarnos, deberían cambiar el nombre de Cuban Research Institute a Communist Regime Indoctrination, porque eso es lo que están haciendo”, concluyó entre aplausos de una comunidad alerta por los indicios de un segundo deshielo entre Cuba y EEUU.
Las preocupaciones no son infundadas. A dos días de presentado el volumen de Eckstein, que cuestiona la aplicabilidad de la condición de refugiado a cubanos en EEUU y se publica en un año en el que han entrado por fronteras estadounidenses más de 200.000 cubanos, congresistas del país norteño se reunieron en La Habana con el gobernante Miguel Díaz-Canel.
¿Cómo un evento académico se convirtió en suceso político?
Hace unos cinco meses, cuando Eckstein, Dra. por la Universidad de Columbia, publicó Cuban Privilege y la Universidad de Boston lo anunció en su portal web, la noticia pasó prácticamente desapercibida excepto en el entorno académico. El revuelo popular surgió cuando la promoción del libro comenzó a llegar a Florida mediante la programación de un panel de presentación de ese título traducido al español como “Privilegio cubano: la creación de la desigualdad de inmigrantes en Estados Unidos”.
El polémico suceso académico trajo consigo la participación de voces destacadas del exilio cubano en Miami: académicos, comisionados, activistas e influencers han emitido declaraciones respecto del tema. Al libro lo han calificado de “retórica anticubana”, a la mensajera de “intolerante” y a la presentación del volumen como un acto de “incitación al odio”.
A tal punto ha llegado el debate que el presidente de FIU, Kenneth A. Jessell, firmó un comunicado de prensa en el que reconoció que debían “incluir otros puntos de vista” para “tener una discusión equilibrada y objetiva”. Quedó en manos de Gutiérrez-Boronat la titánica labor de funcionar como contrapeso académico de la autora del libro, en pos de aportar al debate contexto histórico y afectivo sobre el exilio cubano.
Las bases de la polémica
Eckstein invoca un “privilegio” migratorio en EEUU para los nacionales de Cuba. “Durante más de medio siglo, EEUU otorgó a los cubanos, uno de los grupos de inmigrantes más grandes del país, derechos únicos”, se lee en la reseña de la web de la Universidad de Boston sobre “el primer (libro) en revelar la gama completa de derechos otorgados a los cubanos”.
Ya en la presentación, una de las líneas más candentes a las que se aventuró la autora fue la de que en la nación norteña se admitía a los cubanos como refugiados cuando “no cumplen los criterios del estatus de refugiados”. “No other immigrants receive that entitlements”, aseveró en su idioma natal.
El Dr. Gutiérrez-Boronat, en respuesta, criticó que en el volumen (que asegura haber leído desde la primera página hasta la última) se percibe ausencia de rigor científico social porque la autora “no pone en contexto” una serie de hechos históricos que han vivido los cubanos, en particular los opositores, durante más de 60 años: fusilamientos y ejecuciones extrajudiciales, concentración en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), limitación de libertades de expresión y asociación, destierro… La primera falta, insistió, es que no se reconozca en el libro a Cuba como “un régimen totalitario” que expulsa a una parte significativa de la población y la criminaliza incluso cuando intenta salir “ilegalmente” del país a riesgo de perder la vida en el mar o la selva.
La voz de la Universidad, las voces de los estudiantes
El director de FIU la describió como “una universidad pública de investigación arraigada en una comunidad compuesta en gran parte por exiliados e inmigrantes que huyeron del comunismo y otros regímenes opresivos” en la que la responsabilidad con la libertad de expresión adquiere un “nuevo significado”. Una línea de debate fluyó en torno a si el libro debía siquiera ser presentado, pero primó el derecho a la pluralidad. La congresista María Elvira Salazar tuiteó al respecto ese día: “Toda mi solidaridad para nuestro exilio cubano que está manifestando su descontento con el evento realizado hoy en FIU. No se puede pretender insultar al exilio cubano con fondos de los contribuyentes. Totalmente inaceptable”.
También hay desacuerdos en el enfoque de la palabra “privilegio” en lugar de otra como “condición” o “estatus especial” de los cubanos en EEUU. No todos en la presentación del libro eran de origen cubano. Incluso, algunos alabaron a Eckstein por traer a discusión el tema de los refugiados y las asimetrías entre los nacionales de distintos países. Pero la propia autora terminó matizando su discurso con que ella no está diciendo que los cubanos no deban tener derechos, sino que otros no los tienen.
Aun con posturas diametralmente opuestas, la presentación se hizo, por lo cual el académico Armando Chaguaceda consideró que en “una sociedad abierta no se cancela al otro (…) se puede protestar sin agredir. Una diferencia esencial entre una democracia imperfecta (EEUU) y una tiranía (Cuba)”, dijo el académico.
¿Quién es Susan Eckstein?
Susan Eckstein es profesora de Relaciones Internacionales y Sociología en la Escuela de Estudios Globales Frederick S. Pardee de la Universidad de Boston. Centra su investigación en América Latina y la inmigración latinoamericana.
Específicamente en torno a Cuba, país que ha visitado con regularidad según su currículum, sus libros se han enfocado a “la Revolución liderada por Castro, los inmigrantes cubanos y cómo han transformado Miami e influenciado la política exterior de EEUU y la política de inmigración cubana de EEUU desde la Revolución”. Por la relación de obras aparecida en el mismo documento profesional, la Dra. Eckstein habría comenzado su trayectoria académica sobre temas de Cuba a mediados de los años 70 del pasado siglo con textos como La depuración (‘desburgueización’) de las ciudades cubanas (1976).
En 1983 recibió el premio [metálico] Lourdes del Casal al mejor artículo inédito en ciencias sociales sobre Cuba, que creó “un grupo de amigos y colegas de Lourdes para honrar su memoria” y empezó a ser otorgado desde ese mismo año. El comité del premio lo integraron ocho académicos de prestigiosas universidades estadounidenses, el Institute for Cuban Studies y el Círculo de Cultura Cubana (Inc.), este último fundado en 1979 y registrado como empresa en Nueva York. El Círculo fue una de las organizaciones sin fines de lucro que propició el “intercambio cultural” y los llamados “puentes” entre Cuba y EE. UU.
Eckstein continuó escribiendo sobre la isla. Durante el acercamiento diplomático y político entre Cuba y EE. UU., en 2016, publicó U.S. Cuban Immigration Exceptionalism and Its Unintended Consequences gracias al Cuba Program/Institute of Latin American Studies, la Universidad de Columbia y el Centro de Investigaciones de Política Internacional del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de Cuba, es decir, la casa de estudios de los diplomáticos del régimen.
Para algunos, la experticia de Eckstein en temas cubanos es insuficiente para abordar el complejo conflicto de la nación insular y su diáspora. Aun así, exiliados cubanos comparten la idea de que Eckstein ha sido desafiante, de una valentía casi temeraria, al venir a la capital del exilio cubano para decir lo que ha dicho sobre los cubanos. Así lo cree el exprisionero político Antúnez, quien dijo además que “los comunistas estaban revueltos/desatados en la presentación”.
El debate, ¿un impulso para el libro?
Cuban Privilege es un libro de tapa dura que consta de 300 páginas. Aparece en Amazon desde el 2 de junio a un costo de 40 dólares. Las reseñas de los compradores (34 hasta la fecha) promedian una calificación de dos estrellas y media de un total de cinco. Algunos lo tildan de xenofóbico, de desinformación y hasta de propaganda procastrista. Otros creen que cualquier persona hispana residente en Miami, Texas o Nueva Jersey estaría de acuerdo con la autora. Quienes apoyan esta tesis, por lo general, no suelen ser cubanos.
De momento, no hay elementos que permitan concluir si las reacciones en Miami han influido en las ventas del libro. Las protestas que han tenido lugar, tanto en los alrededores del campus mientras se desarrollaba la presentación el viernes 9 de diciembre, como el sábado 10, Día Internacional de los Derechos Humanos, han puesto más presión sobre el tema y el sentimiento de los exiliados de cubanos que mantienen su activismo contra el régimen de La Habana. Por un lado, se abrió un diálogo al interior de la comunidad; por otro, aún es difícil calibrar qué efectos políticos tendrá este libro que podría atentar contra los derechos conseguidos por el exilio histórico.
*Para consultar una versión más extensa de este análisis puede acceder a www.yucabyte.org, medio independiente cubano especializado en tecnología.