Estados Unidos y México cumplen este lunes 200 años de una relación tirante, con asuntos bilaterales perennes como el comercio, migración y seguridad, y nuevos retos presentados por la actitud confrontacional del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Con los gobiernos de López Obrador y el estadounidense Joe Biden, tras cuatro años de la retórica antimexicana de Donald Trump, “las relaciones bilaterales están en uno de sus momentos más complicados”, indica a EFE la académica e internacionalista Arlene Ramírez Uresti.
“Definitivamente ha habido un distanciamiento importante, no solamente entre los mandatarios, sino entre las naciones, la agenda de cooperación bilateral ha bajado bastante en la intensidad de su actividad”, opina la experta.
El presidente mexicano ha acusado a Washington de financiar organizaciones “golpistas” que buscan derrocarlo, ha tachado de “medieval” el embargo de Cuba, ha restringido la labor de agencias estadounidenses como la DEA, y ha causado roces en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
“Nosotros estamos defendiendo nuestra soberanía”, argumentó el mandatario en su conferencia del viernes, cuando defendió su política eléctrica nacionalista y la restricción de maíz transgénico, temas que provocan disputas bajo el T-MEC.
Ramírez Uresti señala que “definitivamente es una retórica totalmente inusual, una retórica fuera de la forma diplomática y, sobre todo, fuera del contexto de la relación bilateral, aunque no quiere decir con esto que antes se haya tenido un servilismo”.
ESTABILIDAD HISTÓRICA
La relación entre ambos países inició en diciembre de 1822, cuando Washington fue uno de los primeros en reconocer al México independiente con el enviado diplomático Joel Poinsett.
Ahora, más de 38 millones de personas de origen mexicano viven en Estados Unidos y hay cerca de 1,6 millones de estadounidenses en México, según cifras de ambos gobiernos.
Además, ambos países intercambiaron un récord de más de 661.000 millones de dólares en comercio en 2021, con Estados Unidos como mayor socio comercial de México.
Por ello, aunque la relación entre López Obrador y Biden “no es tan positiva como se ha dado entre otros mandatarios, es una relación de respeto en la que se siguen tratando los temas prioritarios”, expresa Gabriela de la Paz, profesora de Relaciones internacionales del TEC de Monterrey.
“Muchas veces creemos que la buena relación entre los líderes es lo que determina la relación y, si bien es importante, no es lo fundamental”, apunta De la Paz, especialista en estudios de Norteamérica.
“Este presidente (López Obrador) busca una relación tirante con Estados Unidos, casi como la que tuvimos en los 80, pero en Washington han entendido que, a pesar de las diferencias, se puede hablar y se puede negociar”, agrega.
Las expertas coinciden en que la agenda bilateral de los últimos 50 años se ha centrado en comercio, migración y seguridad, temas que definirán la Cumbre de Líderes de América del Norte que México albergará en enero próximo con Biden y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
Los desacuerdos del T-MEC marcarán la agenda comercial, mientras que el tráfico de fentanilo y drogas sintéticas desde México, y el de armas desde Estados Unidos, definirán la discusión sobre seguridad.
En migración, la región vive un flujo récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detuvo en el año fiscal de 2022 un número inédito de más de 2,76 millones de indocumentados.
TRUMP Y LA POLARIZACIÓN EN EEUU
Por otro lado, los dos siglos de relación se cumplen con la resaca y la sombra de Trump, quien busca de nuevo la presidencia de Estados Unidos tras gobernar de 2017 a 2021 con una retórica anti-México que se tradujo en políticas migratorias y comerciales más restrictivas.
“Trump mostró que se ha roto el consenso político en Estados Unidos sobre cómo debe ser la relación con México”, resalta William Jensen, miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).
El analista internacional expone que después de Trump, el Gobierno de México debe lidiar con una política y sociedad estadounidense más compleja y polarizada.
Por ejemplo, señala el ejemplo de Greg Abbott, gobernador republicano de Texas, quien ha causado disrupción en el comercio fronterizo por imponer revisiones migratorias o ha pedido designar como terroristas a cárteles mexicanos del narcotráfico.
“Por desgracia, México no suele ser prioridad en la agenda pública de Estados Unidos, pero en los últimos años, cuando México aparece o se menciona, es por lo general por algún ataque o noticia negativa ante la polarización ideológica que existe”, comenta Jensen.