Pocas películas hay tan angustiosas como las de gente encerrada, una sensación que nos remite a nuestros terrores más primarios. Pero nos encanta verlas para ver si el sufridor de turno consigue escapar, porque su liberación suele ser también la nuestra. Ahora, Alfonso Bueno López repasa algunos de los mejores títulos con esta premisa en ¡Dejadme salir de aquí! Atrapados en la pantalla (Diábolo ediciones).
“El libro se centra en películas sobre personajes atrapados -nos comenta Alfonso-. Nació siendo un proyecto sobre cine carcelario, género que ocupa buena parte del ensayo. La temática daba pie para analizar otros subgéneros muy interesantes, como los filmes ambientados en hospitales psiquiátricos, de modo que decidimos ampliarlo a la claustrofobia en el séptimo arte, un tema presente en infinidad de películas y géneros”.
Pero… ¿Por qué nos gustan tanto las películas en las que alguien está encerrado y tiene que escapar? “Las películas sobre personajes encerrados exploran uno de los temores ancestrales de la humanidad: el pánico a quedar atrapado, que simboliza la pugna del ser humano contra su propio espacio -nos comenta el autor-. Además de ser un tema universal, resulta fácil identificarse con los protagonistas de estas producciones, pues todos hemos experimentado esa sensación de encerramiento en nuestra vida cotidiana y podemos identificarnos con la necesidad de escapar”.
“Tal vez no hayamos vivido un encerramiento físico -continúa Alfonso-, ¿pero quién no se ha sentido atrapado en una relación tóxica, un trabajo asfixiante o por la propia rutina? Los antihéroes de estos largometrajes simbolizan ese deseo de libertad con el que se identifica el espectador. De algún modo, cuando un prisionero se libera en un filme carcelario, sentimos que esa libertad también es la nuestra“.
“La prisión más inexpugnable es nuestra propia mente”
Las películas que repasa Alfonso también apelan a otros miedos del ser humano, como a volvernos locos. “Tal vez la prisión más inexpugnable sea nuestra propia mente -asegura-. Y, en ese sentido, el subgénero de las películas ambientadas en hospitales psiquiátricos ha explorado en numerosas ocasiones el binomio encerramiento-locura. Las situaciones que aparecen en estos argumentos suponen para los protagonistas una pérdida del control, algo que aterra a la mayoría de la gente”.
“Otros miedos que se despiertan al ver estas películas son el sentirnos impotentes ante la violencia, la soledad o la invasión de nuestro hogar, que consideramos nuestro último refugio” -añade-.
Esos espacios cerrados, normalmente muy pequeños (como una celda, una barca, un cubo…), han despertado la imaginación de grandes directores. Pero no es fácil hacer estas películas, como nos recuerda Alfonso: “Los rodajes en espacios cerrados (o acotados) tienen ventajas e inconvenientes. A nivel de producción, resulta más económico rodar con menos reparto y en un único escenario. Esta es una de las razones de la proliferación de este tipo de producciones en tiempos recientes”.
“Por otro lado, para guionistas y directores estos argumentos suponen un reto -añade-. Para unos, por tener que pensar tratamientos originales y formas de atrapar a los personajes (y al espectador) que resulten innovadoras. Para los segundos, por ver cómo trasladar a imágenes ese espacio cerrado sin repetir fórmulas conocidas. La genialidad de excepcionales creadores y creadoras al afrontar este reto ha dado origen a obras maestras del cine, grandes logros de creatividad e innovación que forman parte de nuestra memoria cinematográfica”.
El libro
Pero… ¿Cómo ha encerrado Alfonso Bueno López estas películas en ¡Dejadme salir de aquí!? “El libro comienza con un capítulo dedicado al cine carcelario. Analizo el género desde varias perspectivas: el cine de fugas, el de motines, los filmes ambientados en cárceles de mujeres o reformatorios, las películas que tratan el tema de la pena de muerte y las producciones rodadas o inspiradas en las tres cárceles más famosas del cine: Sing Sing, San Quintín y Alcatraz”.
“El segundo capítulo está dedicado a los manicomios -continúa-. A continuación analizo las películas inspiradas en secuestros y el subgénero home invasion. El resto del libro trata otros acercamientos a la claustrofobia cinematográfica, a través de trampas y escapismo, enterramientos, la ciudad y la televisión como metáforas del encerramiento y, por último, un segmento dedicado a los refugios del séptimo arte”.
Las prisiones más curiosas del cine
Preguntamos a Alfonso Bueno López por las prisiones más curiosas que hemos podido ver en el cine o la telavisión: “Más allá de celdas, camisas de fuerza y ascensores, el cine ha encerrado a sus personajes casi en cualquier sitio. Al documentarme me sorprendió que hubiera dos películas, El experimento caos (The Steam Experiment, 2009) y 247°F (2011), sobre gente encerrada en saunas”.
“Otro ejemplo curioso -continúa-, sería la película Bajo Cero (Frozen, 2010), donde tres esquiadores quedan atrapados en un telesilla. Lo que me recuerda a dos episodios de series de culto de los noventa, donde los protagonistas quedaban atrapados en atracciones de feria: una noria en La pareja basura (Bottom, 1991-1995) y una montaña rusa en Búscate la vida (Get a Life, 1990-1992)”.
“En cualquier caso -concluye Alfonso-, ninguna película ha resultado tan influyente en este aspecto como Cube (1997), de Vincenzo Natali, como atestiguan modernas reinterpretaciones del formato, como El hoyo (2019) o El tubo (Meander, 2020).
“Cada vez se hacen más películas sobre gente atrapada”
Alfonso Bueno López confiesa que: “La documentación del libro ha sido compleja, por la amplitud del tema y la cantidad de películas que se podían incluir. Anteriormente había escrito sobre géneros moribundos, como el wéstern (¡Desenfunda forastero! Clásicos perdidos y nuevas joyas del wéstern), el boxeo (Sangre, sudor y puños. El boxeo en el cine) o el cine musical (Más allá del arcoíris), de los que apenas se producen películas en la actualidad”.
“Con este libro ocurría lo contrario -añade-. Parece que cada vez se hagan más largometrajes sobre gente atrapada. Para colmo, durante el proceso de documentación de la obra, nos vimos atrapados por el confinamiento por la pandemia de la COVID-19, un encerramiento mundial que hizo que el tema se pusiera de moda y surgieran aún más producciones”.
“Esa amplitud -añade-, nos ha obligado a dejar fuera algunos subgéneros, como las películas sobre prisioneros de guerra o las ambientadas en islas desiertas, pues el objetivo del libro era tratar los temas en profundidad, y no superficialmente, y que la obra resultase, como es habitual en los libros de Diábolo, visual y atractiva para el lector. Espero poder tratar los capítulos que han quedado pendientes en una posible secuela”.
Cinco títulos inolvidables sobre gente atrapada
Pedimos a Alfonso que nos recomiende cinco títulos inolvidables sobre gente atrapada: “Si tuviera que quedarme con cinco títulos del libro, comenzaría por el clásico noir Fuerza bruta (Brute Force, 1947), dirigido por Jules Dassin y protagonizado por Burt Lancaster, inspirado en el frustrado intento de fuga de 1946 conocido como «la batalla de Alcatraz». Sin abandonar el género, destacaría la película francesa Un profeta (Un prophète, 2009), de Jacques Audiard, que considero la obra maestra carcelaria del siglo XXI“.
“Del capítulo de hospitales psiquiátricos -añade- rescataría Nido de víboras (The Snake Pit, 1948), de Anatole Litvak, que cuenta con una impresionante interpretación de Olivia de Havilland en el papel protagonista, inspirado en la experiencia real de la escritora Mary Jane Ward“.
“En cuanto a allanamientos de morada me quedo con Perros de paja (Straw Dogs, 1971), la controvertida película de Sam Peckinpah“.
“Por último, del capítulo de enterramientos quisiera destacar El gran carnaval (Ace in the Hole, 1951), una maravilla de Billy Wilder protagonizada por Kirk Douglas, que en su día fue un rotundo fracaso y hoy se puede disfrutar como una afilada crítica al morbo que despierta el periodismo sensacionalista”.
“Lo de pasarlo mal con estas películas es complicado, porque como espectadores nos vamos “anestesiando” a las sensaciones que nos quieren transmitir los autores. Por eso las que resultan más impactantes son aquellas que vimos en la niñez, cuando aún teníamos intacta nuestra inocencia y capacidad de asombro. En mi caso, destacaría la primera vez que vi a López Vázquez encerrado en el mediometraje La cabina (1972), de Antonio Mercero“.
¿Qué trampas nos depara el futuro?
Preguntamos a Alfonso ¿Qué trampas crees que nos depara el futuro de las que nos costará escapar? “Vivimos en un momento social donde es fácil experimentar esa sensación de asfixia en nuestro día a día. El creciente individualismo se expresa de manera salvaje, haciendo que nos sintamos cada vez más aislados del mundo. Es un momento de hikikomoris y hoteles cápsula, donde los medios de comunicación nos bombardean a diario con noticias de corte apocalíptico que parecen diseñadas para encerrarnos cada vez más”.
“Yo tiendo a ser optimista al respecto -añade-. Creo que es interesante que se sigan haciendo películas de este tipo e incluso que se conviertan en fenómenos sociales, un ejemplo reciente sería la serie coreana El juego del calamar (Ojing-eo geim, 2021), pues muchas de estas producciones tienen una función de crítica social que nos posibilita reflexionar sobre nuestro propio encerramiento y, en el mejor de los casos, aprender de nuestros errores. Ahora bien, creo que no será fácil salir de este momento tan inestable. Pero la intención humana se ha expresado en otros momentos históricos y es lo que nos ha permitido evolucionar y ser mejores personas”.
En cuanto a sus proyectos, Alfonso Bueno López nos avanza: “En este momento preparo otro ensayo de cine. De nuevo estará dedicado a un género cinematográfico y también abordará el mundo criminal, aunque desde otra perspectiva. En el campo del cómic está a punto de publicarse Historias de brujas, una antología donde participo con una historia junto al dibujante Kyko Duarte y la colorista Manoli Martínez. Otros proyectos están a la espera, pero todavía es pronto para hablar de ellos”.