Ursula von der Leyen asiste hoy al bautizo del H2Med en Alicante. La presidenta de la Comisión Europea estará presente en la reunión que mantendrán Emmanuel Macron, Pedro Sánchez y António Costa para ratificar el pacto entre Francia, España y Portugal para la construcción de un corredor mediterráneo del hidrógeno que conectará por vía submarina los puertos de Barcelona y Marsella para después proseguir hacia el centro de Europa. En Alicante se van a cruzar hoy algunas líneas de tensión europeas. Vamos a verlas.
La asistencia de Von der Leyen a la reunión sobre el corredor del hidrógeno es muy significativa si tenemos en cuenta la actual frialdad en las relaciones entre Francia y Alemania, que podríamos resumir de la siguiente manera: Alemania necesita alternativas rápidas para suplir el gas ruso; Francia necesita tiempo para resolver los serios problemas de mantenimiento en al menos 15 de sus 56 reactores nucleares, alarmantes corrosiones en tuberías de refrigeración que pueden obligar a humillantes cortes eléctricos este invierno.
Macron le niega una reunión bilateral a Meloni hoy en suelo español
Si dentro de diez años, un renovado parque nuclear francés lograse ser punto de apoyo de la industria alemana, gracias a la venta masiva de electricidad y del denominado hidrógeno rosa (electrólisis con energía atómica), la relación de fuerzas entre Berlín y París cambiaría substantivamente. Alemania, evidentemente, no desea depender de las centrales nucleares francesas. Su plan es diversificar todo lo que pueda (acaba de firmar un gran contrato con Qatar para la compra de gas natural licuado durante 15 años) y con toda seguridad no descarta volver a comprar gas a Rusia en el momento en que las armas callen en Ucrania. Nunca será como antes, pero Berlín volverá a tener buenas relaciones con Moscú en cuanto ello sea posible, digan lo que digan en Washington.
Esa divergencia de intereses nos explica por qué Alemania apoyaba firmemente la reanudación del Midcat y por qué Francia se opuso férreamente al nuevo gasoducto a través del Pirineo. Ahora queda claro.
Ante el enfriamiento de relaciones con Alemania y el creciente mal rollo entre Macron y Giorgia Meloni, que explicaremos un poco más adelante, el Eliseo no podía zanjar la cuestión con un portazo a España y Portugal. Francia no puede enemistarse con media Europa. Por ello se puso sobre la mesa el proyecto de un corredor mediterráneo del hidrógeno mediante la conexión submarina entre Barcelona y Marsella. El H2Med puede ser humo en el 2030, o un verdadero eje estratégico. Todo dependerá de si el hidrógeno se ha consolidado como nuevo vector energético.
Pero en Alicante hoy no se hablará solo del H2. Habrá otra reunión: la novena cumbre Euromediterránea, foro informal que reune a los nueves países del sur de la UE. Los temas en agenda son el discutido tope europeo al precio del gas, que no se acaba de acordar en Bruselas, y la preocupación por los incentivos y subvenciones que Estados Unidos está dando a la industria, con riesgo de deslocalizaciones en Europa en tiempo de energía cara.
El tema inmigración no está previsto, pero puede entrar por la ventana, puesto que las relaciones entre Francia e Italia vuelven a empeorar. Hay tres naves de oenegés en alta mar con quinientos inmigrantes a bordo, cerca de Malta, sin puerto en el que desembarcar. La Valetta ha dicho que no y Roma se mantiene en la línea dura. París comunicó ayer que en Alicante no está prevista una reunión bilateral entre Macron y Meloni, que la primera ministra italiana había sugerido. Macron está ofendido con Meloni por la manera cómo se resolvió el último desembarco, finalmente gestionado por Francia.
¿Litigio Francia-Italia en Alicante? Pedro Sánchez huye de esa discusión. Concentrado estos días de Adviento en la política interior, quiere estar bien con todos.