La UE tiene en la privacidad su caballo de batalla para controlar la actividad de las multinacionales tecnológicas de EEUU. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) convirtió al bloque en uno de los espacios más garantistas del mundo, pero casi cinco años después de su entrada en vigor, empiezan a vérsele algunas costuras. Una de ellas es el papel de Irlanda, quien debe comandar las investigaciones de privacidad contra estas corporaciones ya que la mayoría de ellas tienen allí su sede europea gracias a los beneficios fiscales que les ofrece. Que Dublín ha mostrado poca predisposición a ser expeditiva no es un secreto para nadie. “No está invirtiendo lo suficiente y afecta a la credibilidad de todo el sistema”, lamenta Leonardo Cervera, director del Supervisor Europeo de Protección de Datos.