¿Cansado de no tener tiempo? ¿Fastidiado de querer hacer varias cosas y no saber cómo empezar? Este no es el intro de un comercial. Pero sí el de una historia sobre una vida multifacética con marca vigente en la ciudad.
Froylán Mier Narro no fue saltillense de cuna, pero se ganó la adopción con el tiempo, hechos y legados.
Nació el 27 de mayo de 1898 en Viesca, Coahuila. Siendo muy pequeño, su familia recorrió más de 200 kilómetros para residir en la capital coahuilense. Aquí cursó estudios en la Escuela Anexa y el Ateneo Fuente.
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Se casó dos veces. Primero con Dolores Charles en 1926 y tuvieron cinco hijos. Cuando ella falleció, contrajo nupcias con Magdalena Valdés. Los seis hijos del segundo matrimonio convirtieron a Froylán en padre de 11.
“Mi papá tenía un carácter muy inquieto y emprendedor”, comentó, quizá hasta como justificación, su hija Martha Mier en la Gazeta de Saltillo publicada en el año 2017.
La frase se sostiene por los hechos. Froylán fue pionero en la radio, la imprenta y el beisbol de Saltillo.
En 1930, junto a otros entusiastas como Trinidad Pérez, David Cabello y Antonio de la Peña, fundó la primera estación de radio experimental en Coahuila: XEL, “La voz de Saltillo”. Su giro era didáctico y cultural.
¿Recuerdas la estación de la hora y la temperatura? Esa que tiene un gallito cantor. Bueno, Froylán también la aperturó. Antes de ser la XESJ y establecerse como radio comercial en 1943, se hacía llamar XEAS.
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Cuando a Froylán se le ocurrió mezclar el emprendimiento con su pasión por el El Rey de los Deportes, surgió la primera revista de beisbol en Saltillo. La llamó: “Batazo”.
El amor por los deportes no lo dejó en la faceta de aficionado. Froylán llegó a promover el beisbol de tal manera que en 1925 instituyó la Asociación de Beisbol, que actualmente es conocida como la Liga Municipal de Beisbol.
Le gustaba recorrer los diamantes, observar a los amateurs y captar talento para formar la liga. En la misma disciplina, se convirtió en el primer narrador deportivo de Saltillo y llegó al grado de ser reconocido como “Fray Narrador”.
Por si faltaba algo, también la hizo de organizador de eventos para el entretenimiento local. Trajo a figuras de la lucha libre como “El Chango Casanova”, “Kid Azteca”, “Santo” y “Blue Demon”.
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Entregado a la pluma y el papel
Como comunicador, fue periodista. A sus 18 años ya era corresponsal del Periódico Reforma de Monterrey. También colaboró con medios como El Combate, Diario del Norte, Magazine de la Frontera, El Universal y La Prensa.
Siempre se mostró como un crítico de los gobiernos. Por eso, una noche tuvieron que sacarlo de la ciudad usando un disfraz. Lo habían amenazado a causa de un artículo que llevaba su firma.
En su faceta como escritor, Froylán plasmó en papel todas esas historias que se pasaban entre generaciones.
En 1930 empezó a escribir las primeras leyendas de Saltillo y fue hasta 1956 cuando editó su antología de leyendas, patrocinada por la Compañía Vinícola de Saltillo y la entonces Universidad de Coahuila.
También fundó un semanario llamado “Pica, pica”, cuyo ángulo era ser jocoso y vacilador. En cada tiraje se llegaban a imprimir hasta mil 500 ejemplares, cuyos temas eran variados con chistes, chismes y caricaturas.
Una vez más, Froylán llevó su pasión al siguiente peldaño y abrió su propia imprenta. Una de las primeras en Saltillo, para ser precisos. La llamó “Impresos Mier Narro”.
Ubicada en la calle Múzquiz poniente #933, era muy común que los estudiantes de la Normal Superior y de la Escuela de Agricultura acudieran al negocio para imprimir y empastar las tesis. Bueno, Froylán hasta les corregía él mismo la redacción y ortografía.
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¿Y la familia?
Con esta lista de cosas por hacer y compromisos por concretar, podría pensarse que la familia fue la última de las prioridades de Froylán. Pero los recuerdos de sus hijos dictan lo contrario.
Martha Mier cuenta que los domingos eran familiares. Solían ir al Merendero por pan de pulque, a Ramos Arizpe por tamales, a pasear a la Plaza de la Madre, a la feria o el circo de temporada, y particularmente en la época navideña, les gustaba ver los juguetes en los aparadores de la Ferretería Sieber.
Y en sus tiempos libres…
Cuál habrá sido el secreto de Froylán, que todavía le daba tiempo para reunirse con su grupo de amigos de la Sociedad Manuel Acuña para jugar al dominó, ir a los bailes y concursar en eventos de disfraces.
Además, cada semana echaba vuelta segura a su rancho localizado a 30 kilómetros de Saltillo, hacia la carretera a Monclova. Mientras revisaba sus cosechas de fresa, uva, durazno y tomate, sus hijos nadaban en una pila.
Pero como dicen, por más planes y actividades que se tengan: “no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla”.
Al inquieto Froylán se le acabó el tiempo el 13 de octubre de 1970. Falleció en su casa localizada en la calle Guadalupe Victoria, en Saltillo.
Hoy una colonia ubicada al sur de la ciudad lleva su nombre, la radio, la liga de beisbol y la imprenta que fundó, siguen vigentes.
*Con información de Martha Mier, Arturo Berrueto y Archivo Municipal de Saltillo.