La idea de emprender e innovar siempre estuvo rondando en la mente de Gustavo Paredes, un ingeniero comercial que dejó su trabajo de oficinista en el área financiera en Guayaquil para enfocarse en la tecnología desde el agro.
En 2015 empezó su análisis en internet y encontró a los drones. Investigó más del aparato y le llamó la atención lo que podía realizar como mapeo, escaneo de haciendas y hasta conteo de plantas.
Después le causó curiosidad ver un dron con un tanque y se enteró que era para fumigación. Entonces, buscó proveedores y adquirió uno e inició con ese servicio a amigos y conocidos. “A inicios de 2017 traigo mi primer equipo y empiezo a dar servicios a conocidos con sembríos de arroz”, dice Paredes, quien admite que nunca había operado un dron, pero decidió arriesgarse.
“Estaba nervioso, angustiado porque los drones son caros y podía caerse”, cuenta el presidente ejecutivo de Agdronec S. A., de 31 años, quien luego de su primera experiencia optó por practicar la manipulación del equipo en una cancha de fútbol cerca de donde vive su novia.
“Me tiré al ruedo con el primer servicio en el cantón Daule y ahora sigue siendo cliente mío desde 2017″, señala.
Después de ese ingreso económico, el emprendedor brindaba sus servicios en los días libres, esto es, los fines de semana. Y así se mantuvo hasta el 2019 cuando adquirió dos drones más con sensores de obstáculos y cámaras.
Paredes sentía la necesidad de dar “ese salto de fe” y decide renunciar una semana antes que el país entre en un confinamiento por la pandemia COVID-19, en marzo de 2020. “Era mi primera semana como emprendedor al 100 %, pero lo bueno es que las personas me conocían y sabían que daba ese servicio”, relata Paredes, quien menciona que tuvo bastantes solicitudes a pesar de la pandemia y que su “jugada” fue acertada.
Ya para el 2021 optó por agrandar su servicio e incorporó la venta de drones; las capacitaciones a pilotos en las provincias del Guayas y Los Ríos y la asesoría a empresas donde también manejan esos equipos.
Y fue así que Paredes pasó de tener dos servicios al mes de fumigación a casi todos los días en cultivos de arroz en Daule y Samborondón. Se especializa más en el ciclo corto de la gramínea con un dron. Y sus cursos son dos veces al mes. “Hemos tenido meses que trabajamos los 30 días porque en la agricultura no hay feriados, ni paros, ni nada porque la plaga entra y no descansa”, afirma.
Paredes recalca que su emprendimiento no se basa en llegar al lugar y fumigar, dice que se requiere evaluar los riesgos de vuelo, saber donde hay cables, publicidades, entre otros, para que el equipo pueda operar.
Su dron fumiga, por ejemplo, cada seis hectáreas en una hora. Y el agricultor es quien coloca el químico. “Porque cada agricultor trabaja con un químico de confianza”, apunta. En uno de los lugares donde Paredes presta sus servicios es en la Hacienda La Virgen, en Los Ríos.
Paredes mantiene su emprendimiento solo, aunque contrata a personal eventual durante las fumigaciones y prioriza la mano de obra del campo. “Ellos son los que conocen, los que se ubican en la zona, son los que refieren los contactos y vienen a ser como ejecutivos comerciales en el negocio y al mismo tiempo como operadores en campo”, dice.
El servicio de fumigación que brinda Paredes con Agdronec cuesta $ 18 por hectárea. Ese valor varía, según los obstáculos en territorio. En cuanto a los cursos de piloto principiante cuesta $ 300 por persona y dura cinco horas. Además ofrece un descuento de $ 100 a quienes vayan con su dron.
Su oficina ya no es un edificio sino en una hacienda vía a Daule, donde justamente imparte sus conocimientos. “Emprender ha sido durísimo porque primero tienes la inestabilidad del país, los paros, la inseguridad, que de alguna manera no solo afecta en el negocio sino en lo emocional. También hay inestabilidad porque los precios oficiales de los cultivos sufren caídas y no hay tanta liquidez en el productor y le toca recortar ciertos servicios y el primero es la fumigación con drones”, comenta.
Para Paredes hubo un gran obstáculo que tuvo que superar y se trataba de la resistencia del agricultor a la tecnología. “Ha sido complicado porque toda la vida se ha basado en temas de tradición. Fue una barrera de entrada porque no todos confiaban, pero ya no es así”, asegura.
Para el dueño de Agdronec es un logro aprender de la agricultura y convivir en el campo. Aspira a en los próximos años crecer a través de una alianza empresarial en el sector agrícola para así lograr una cobertura a nivel nacional
También pretende masificar la capacitación a comunidades en el agro. Cree firmemente que la innovación es el camino a seguir. Y por eso recomienda a los emprendedores construir una idea y ponerle empeño. “Recuerden que esta es una carrera de resistencia y no de velocidad”, enfatiza. (I)