Dos periodistas de Reuters fueron los primeros en contar al mundo el inicio de la invasión de Ucrania. El vídeo y las fotografías que mostraban a los tanques rusos cruzando la frontera dieron la vuelta al planeta y volvieron a exponer el poderío de la gran agencia global de información, que ha conocido tres siglos dando primicias, con una envidiable pericia para lograr estar en el sitio adecuado. La agencia, propiedad de la canadiense Thomson Reuters y con sede en Londres, alcanza a través de sus clientes a más de mil millones de personas cada día, cuenta con 2.500 profesionales repartidos en un centenar de países y ofrece su servicio en 16 idiomas diferentes, con especial hincapié en la información económica.
Al frente se sitúa Alessandra Galloni (Roma, 1974), de quien podría decirse que no solo es su directora, sino que ella misma encarna a la perfección lo que significa esta marca histórica del periodismo. Nacida en Italia y formada en Estados Unidos e Inglaterra, habla cuatro idiomas, fue corresponsal para ‘The Wall Street Journal’ en varias capitales europeas y, antes de dirigir esta extraordinaria y atípica empresa multinacional y multicultural, lideró su oferta informativa en italiano.
—Tiene una visión económica privilegiada. ¿Cómo ve este momento?
—Es un momento único y tumultuoso. La invasión de Ucrania es la mayor movilización militar en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y acabamos de salir de una pandemia. Las repercusiones de estos dos acontecimientos en todo el mundo han sido épicas en un contexto de cambios sociales subyacentes, incluida una profunda polarización y una mayor división entre ricos y pobres. Acabamos de ver la sacudida del mundo de las criptomonedas. Y la economía china, que nos tenía acostumbrados a un crecimiento constante, está sufriendo por primera vez en muchos años, y no solo por la política de Cero Covid. La recesión se avecina, si es que no está ya aquí en muchos países. No es un momento fácil aunque es un buen momento para ser periodista.
—¿Una crisis económica es buena para Reuters?
—Yo diría que sí y que no. En tiempos económicos difíciles el mundo necesita más que nunca información de confianza. Reuters la proporciona de manera rápida y profunda a escala mundial y también de manera crítica en el mercado local. Obviamente, cualquier crisis económica nos afecta como empresa. En las redacciones hay personas que están preocupadas por el futuro que nos espera en Reuters.
—Tienen un modelo de negocio muy diversificado.
—Cierto. Este modelo nos protege como empresa. Proporcionamos contenidos a medios de comunicación porque podemos estar en lugares donde otros no están. También ofrecemos información a los operadores financieros, nuestro principal negocio. Y luego noticias directamente a las personas, además de nuestra línea de eventos. En el centro de todo se sitúa el periodismo de calidad y de confianza.
—¿El periodismo ejercido desde una perspectiva occidental es igual de válido en otras culturas?
—Esa es una de las preguntas clave a las que se enfrenta la industria de los medios de comunicación en general. Reuters no tiene ninguna nacionalidad y tampoco una agenda política, lo que nos da una ventaja enorme. Publicamos en 16 idiomas y tenemos reporteros locales en todos los países. Eso nos da la capacidad de estar sobre el terreno, lo cual es muy importante, y una sensibilidad cultural que no puedes tener si eres un mero enviado o corresponsal. Operamos con los mismos principios periodísticos en todas partes, incluso en países donde es difícil trabajar. Somos transparentes, escuchamos voces diversas sobre un mismo tema y damos un trato justo a todos. No tenemos una agenda política concreta. Esto se sabe. Nuestras preferencias políticas se quedan en casa cuando salimos a trabajar. La manera que tenemos de hacer nuestro periodismo es una protección especial.
—Invierten mucho en la seguridad de sus profesionales.
—Es lo más importante. En algunos países los periodistas locales corren más peligro si cubren su propio país que un extranjero. Dedicamos muchos recursos. Tenemos un departamento legal muy fuerte para afrontar desde una multa administrativa –lo que, dicho sea de paso, se utiliza cada vez más para reprimir el periodismo– hasta una encarcelación. Y, aparte, tenemos un gran equipo de seguridad para afrontar los riesgos físicos y psicológicos, ya que nuestros periodistas realizan su trabajo en muchas zonas de conflicto. No me refiero solo a Ucrania, sino también a Etiopía, a Myanmar… Hemos contratado recientemente a nuevos expertos para que se ocupen también de la preparación mental en determinadas coberturas.
—El director de ‘The New York Times’ da mucha importancia a la presión que sus periodistas reciben en las redes sociales. ¿Comparte esta preocupación?
—Absolutamente. Los periodistas sufren todos los días acoso en las redes sociales. Entendemos la necesidad de estar en ellas, como una forma de aumentar la visibilidad, pero les recomendamos no expresar opiniones y extremar el cuidado. Algunos de nuestros reporteros en Estados Unidos han sufrido amenazas por algunos artículos sobre las elecciones de mitad de mandato que mostraban cómo se intimida a los funcionarios electorales al votar.
—¿En qué medida han contribuido las redes sociales a la polarización?
—Las redes sociales son un acelerador y enfatizan la ira y los compartimentos. Las personas tienden a ir a lugares que confirman sus propias creencias y prejuicios. Es humano, es natural. Eso en sí mismo provocará una polarización incluso en las situaciones más benignas.
—¿Cómo cubren la guerra en Ucrania?
—Tenemos un equipo de 40 personas sobre el terreno. Tenemos cámaras de vídeo, fotógrafos, reporteros, editores y expertos en seguridad. Todos los días cubrimos las líneas del frente y, aparte, lo que está sucediendo en los territorios afectados. Es sobre todo una historia visual. Nuestra cobertura ha combinado la fotografía aérea y el vídeo aéreo con las experiencias de las personas en la zona. Queremos profundizar y entender lo que sucede a la población de las ciudades bombardeadas, conocer la estrategia militar de ambos lados, la estrategia diplomática, profundizar en los posibles crímenes de guerra… Sería negligente no incluir en este conflicto la cobertura en Rusia. Estamos intentando entender lo que sucede allí.
«No hay gloria en ser el primero y estar equivocado»
—Hace décadas despidieron a algunos profesionales por el envío de fotos manipuladas. ¿Cómo han logrado evitar ese riesgo?
—Nuestros editores de imagen podrían ser más elocuentes en este tema. Reuters, en primera instancia, da testimonio de lo que está sucediendo sobre el terreno y trata de hacerlo el primero, así que sirve la información en bruto, sin procesar, lo que también es una protección contra la manipulación. Nuestro trabajo visual se basa en entender dónde debes estar en el momento adecuado. Fuimos los primeros en contar el inicio de la guerra porque teníamos un cámara de vídeo y un fotógrafo justo allí. Nuestro modelo de negocio es contar la verdad en crudo.
—Reuters unió con un cable submarino Inglaterra y Francia en 1852 para ser el más veloz en proporcionar información a los mercados de valores. ¿En esta era de internet son aún los más rápidos?
—Muy a menudo somos los primeros, pero no hay gloria en ser el primero y estar equivocado. Tampoco hay ningún defecto en tener lo que llamamos la primicia permanente. Primero es la verdad y luego la velocidad. La verdad es el primer principio porque, a largo plazo, nuestros clientes vuelven a nosotros por la verdad. Si cometes un error y los operadores financieros pierden mucho dinero nunca volverán a ti. En nuestro ADN están la verdad y la rapidez. Es hermoso cuando la verdad y la velocidad se unen.
—¿Cómo ve la evolución de Reuters en los próximos años?
—Una de nuestras grandes áreas de crecimiento es nuestro sitio web. Tenemos un nuevo presidente que acaba de llegar y está entusiasmado con el proyecto y el modo en que lo vamos a expandir. Desde que lo relanzamos hace un año y medio, nuestro tráfico y nuestros niveles de participación han aumentado significativamente. La gente acude a nosotros por las grandes noticias y por nuestras investigaciones en profundidad. Hay un tráfico enorme.
—Su web incluye newsletters, sirve publicidad y está preparando un modelo de suscripción digital. ¿No cree que esto puede crear una relación de competitividad con los medios que son sus propios clientes?
—Es una buena pregunta. Pero no creo que haya un conflicto. Nuestros clientes reciben al instante toda la información que generamos y eso no cambiará cuando tengamos un modelo de suscripción de pago. Nuestra web ya existe y no está compitiendo con ellos. El periodismo de calidad cuesta mucho dinero. Enviar a periodistas a las zonas que comentábamos antes, ponerles protección y vehículos blindados es muy caro.
«Nuestro modelo de negocio es contar la verdad en crudo»
—¿Qué significa ser la primera mujer al frente de Reuters?
—Supongo que me ha hecho ser más consciente de ciertos desequilibrios. No había reparado en ellos porque tuve suerte en mi carrera. Ahora tengo una visión privilegiada. Estamos a punto de lanzar una encuesta que trata de entender por qué en nuestra redacción hay tantas periodistas en los niveles iniciales, y, sin embargo, muchas menos en los niveles medios o altos. Quizás no habría sido tan consciente de las razones subyacentes si no hubiera sido mujer. Esto te abre la mente a otras limitaciones. Tenemos un editor para la diversidad y la inclusión, pero no es solo un trabajo para una persona. Es algo que debe hacerse en toda la redacción.
—Cursó Economía Política en la Universidad de Harvard y también estudió en la London School of Economics, dos de los centros más prestigiosos del mundo. ¿Por qué no eligió una profesión a priori más lucrativa?
—La verdad es que nunca he querido hacer nada más que esto.
—¿Cuándo lo tuvo tan claro?
—Creo que alrededor de los 13 años. Me encantaba escribir y participaba en el periódico de mi instituto en Queens, Nueva York. Luego, comprendí la importancia, el poder y la responsabilidad de los periodistas. Me enamoré del potencial que tienen los periodistas para marcar la diferencia para otras personas. Eso es embriagador. Participé en The Harvard Crimson, el periódico de la universidad. Me gradué un sábado y empecé a trabajar un lunes. Este es uno de esos oficios en el que todos los días te das cuenta del impacto que puedes tener y, cuanto más impacto, más te das cuenta de lo que puedes hacer. Espero inculcar eso a los demás.
—Oxford Reuters publica cada año un importante informe sobre el estado del periodismo. ¿Cómo ve el futuro?
—Siempre soy optimista. Creo que el periodismo tiene un futuro brillante y próspero. Gracias a la pandemia y a la guerra las personas se han dado cuenta de la importancia de la información de confianza. Al mismo tiempo, los periodistas tienen herramientas para desarrollar su trabajo de muchas maneras diferentes. Como empresa, también es increíblemente atractivo, ya que las personas pagan para tener información que marque la diferencia en sus vidas.