Hechos clave:
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Usuarios y empleados confiaron en Sam Bankman-Fried por la imagen que proyectaba.
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Nakamoto desapareció, pero Bitcoin existe a pesar de no tener “un líder activo”.
FTX y Sam Bankman-Fried, posiblemente, son dos de las palabras que más he leído en las últimas semanas. Es comprensible si entendemos el contexto: el tercer exchange más grande del mundo se declara en bancarrota, dinero de sus usuarios utilizado para proteger una filial y una fortuna multimillonaria depreciada en cuestión de horas. Parece un drama sacado de Netflix, pero es la realidad.
Con todo lo que ha ocurrido, es poco el tiempo que se tiene para reflexionar. Sin embargo, creo que, exactamente por lo dramática que ha sido la debacle de FTX, debemos detenernos un momento y ver qué tenemos que cambiar. La comunidad, por ejemplo, está pidiendo y evaluando maneras de hacer más transparente y confiable la solvencia de los exchanges. Otros apuntan a más regulaciones para proteger a los usuarios.
Pero yo hoy quiero hablar es de un problema que nos afecta como comunidad: y se trata de la creación y adoración de líderes en el ecosistema. Para profundizar en este tema, utilizaré al mismísimo cofundador de FTX, Sam Bankman-Fried, porque personifica muy bien lo vulnerable que podemos ser si confiamos ciegamente en un «líder». Y cómo Satoshi Nakamoto hizo lo correcto el día en que decidió desaparecer sin dejar rastro.
¿Quién es Sam Bankman-Fried y por qué tantas personas lo seguían?
Para entrar en materia, primero debo contarles brevemente quién es el exCEO de FTX y cómo llegó a ser uno de los hombres más ricos del planeta. Hijo de académicos de la Universidad de Stanford, Sam Bankman-Fried (SBF) estudió física y matemática. Aunque, posiblemente, uno de sus antecedentes cruciales para que debutara en el mundo de las criptomonedas es que formó parte de la firma de trading americana Jane Street Capital.
Con estos conocimientos a cuestas, para 2017 y con ayuda de un amigo, Zixiao «Gary» Wang, fundó Alameda Research. Plataforma dedicada exclusivamente al trading de las criptomonedas, que allanó el camino para la creación del famoso exchange FTX. Aunque ambos negocios no crecieron de la noche a la mañana, en 2021 ya era una de las firmas más importantes del ecosistema y se alzaba como un potente competidor de Binance.
Ante estos éxitos cosechados y una empresa cada vez más importante, SBF empezó a despertar interés en la comunidad. Con 30 años, se trataba de un joven que estaba construyendo una nueva generación de exchanges en el mercado. Y lo hacía a los ojos de los tabloides y las redes sociales como un carismático personaje, que le importaba más el bienestar de los otros que el dinero.
O, al menos así habría confesado en varias entrevistas, como la que concedió al youtuber Samsom MTN2, quién lo describiría como «el multimillonario más generoso». Según la filosofía de SBF, su objetivo no era hacerse rico porque sí, sino porque deseaba donar su fortuna a la caridad. Para Bloomberg, a inicios de este 2022, confesó que estaba planeando utilizar el 99% de su riqueza en trabajos sociales. Asimismo, aseguraba que aún manejaba un modesto Toyota Corolla y disfrutaba más de trabajar que festejar.
Hoy en día, luego del escándalo ocasionado por la quiebra de su exchange, las palabras de SBF se desdibujan. Diversas fuentes apuntan que el joven tenía más de 200 millones de dólares en propiedades solo en Las Bahamas, viviendo en uno de los sectores más exclusivos de la isla. Asimismo, su incapacidad de aceptar públicamente que se usaron los fondos de los usuarios de FTX indebidamente le ha valido más de una crítica.
Pero lo más trágico de esta historia no es si las anteriores declaraciones de Bankman-Fried fueron reales o no, sino la gran cantidad de personas que depositaron su confianza en él por esa imagen que se mostraba en los titulares de medios como Fortune, Bloomberg o Forbes. Una vuelta por las redes sociales nos revela que sus empleados creían en la capacidad de SBF de «hacer un mundo mejor» y un ecosistema «más altruista». Usuarios del exchange se encuentran defraudados, ya que habían depositado su confianza en este hombre que donaba en campañas contra el coronavirus.
La polémica ha llegado hasta tal punto en que foros como «Effective Altruism», donde se pueden conseguir varios posts que idolatran o defienden a Bankman, se han tenido que replantear hasta qué punto la situación de FTX es excusable y si realmente SBF no está usando su fachada de «altruista» para encubrir sus errores (o, incluso, potenciales crímenes). De igual manera, antiguos seguidores de Bankman se han cuestionado la manera en que confiaron en él.
Satoshi Nakamoto hizo lo correcto
Leyendo las cartas de usuarios/empleados de FTX que confiesan «que todos creían en Sam» y que lo veían como una persona «bien intencionada», me sentí sumamente triste. Todos alguna vez hemos depositado nuestra confianza en otro ser humano y nos ha defraudado. Bajo el lema de la traición, podemos jurarnos no volver a confiar en nadie más, pero eso es imposible a largo plazo.
Las comunidades se conforman con base en lazos de agradecimiento, confianza e identificación. Por ello, creer en un tercero parece ser el fin natural de nuestros sentimientos de admiración por otra persona. No obstante, este comportamiento nos puede llevar a generar vínculos peligrosos cuando tenemos riquezas y dinero de por medio.
Ya en el white papper de Bitcoin, Satoshi Nakamoto sugería cuán problemáticas podían ser estas relaciones de dinero/confianza: «Un cierto porcentaje de fraude es aceptado como inevitable» en este sistema. Es decir, cuando confiamos en un tercero siempre existe la posibilidad de terminar decepcionado, pero en el caso de relaciones financieras… esta decepción puede convertirse en pérdidas millonarias que cambien la vida de una persona para siempre.
Y, a pesar de que Nakamoto lo tenía muy claro al momento de crear Bitcoin y la comunidad de criptomonedas se enorgullece de considerarse descentralizada, la realidad es que no hemos podido alejarnos de esa necesidad psicológica de depositar confianza en el otro. Sam Bankman-Fried no es el primero en ser adorado como un mesías, tampoco el último. Algunos sienten simpatía por Vitalik Buterin, otros por Justin Sun, un grupo más lo sintió por Do Kwon y también otro puñado por Elon Musk o Michael Saylor.
Cuando veo estos cultos a la personalidad, recuerdo que Bitcoin ha podido crecer de forma sana gracias a que Satoshi Nakamoto dio un paso a un lado y dejó que el proyecto creciera de forma orgánica. Hoy no sabemos quién es, o si eran varios. No tenemos ni la más mínima idea de qué siente por la industria que ayudó a construir, o que piensa sobre el futuro que le depara a su moneda. Nada: solo silencio y algunos mensajes que dejó antes de desaparecer sin dejar rastro.
Y aunque puede generar mucha curiosidad y morbo la figura de Nakamoto, no pudo ser una mejor decisión que la que tomó. Sin necesidad de un intermediario que guiara el destino de Bitcoin o un intérprete sobre el objetivo de esta tecnología, los usuarios han podido ir construyendo su propia visión del ecosistema y han aportado perspectivas distintas a lo que debería ser esta industria.
O sea, comprobó la teoría de que la gente puede construir sin un líder y que pueden manejar su dinero sin necesidad de un intermediario. Creo que con casos como FTX y Sam Bankamn-Fried se hace cada vez más prioritario que dejemos de erigir templos a otros seres humanos, y le demos paso a una comunidad que no se deje manipular por el ego y los éxitos del líder de turno.
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