Quieren cambios, pero cada vez menos radicales y en plazos más razonables, dado que perciben una mayor incertidumbre sobre su futuro inmediato y un creciente pesimismo respecto del rumbo que ha tomado el país. Aunque de manera escueta, así podría resumirse el sentir de buena parte de los jóvenes chilenos, de acuerdo con la versión 2022 de la Encuesta Jóvenes, Participación y Medios, que anualmente realiza el centro Ciclos de la Universidad Diego Portales (UDP) en conjunto con Feedback Research.
Este estudio confirma que las posiciones más moderadas van al alza, así como también la confianza en varias de las más importantes instituciones del país, que habían sufrido una baja en el marco del estallido social de 2019. Al mismo tiempo, la encuesta -que consideró hombres y mujeres entre 18 y 29 años- da cuenta de un cambio inesperado: una considerable baja en el respaldo de los jóvenes a la causa mapuche y una importante distancia respecto de la migración.
Según esta encuesta -llevada a cabo cara a cara en hogares de 49 comunas de la Región Metropolitana, Valparaíso y Biobío, entre el 5 de octubre y 4 de noviembre-, el 42% apunta a que “solo algunas cosas en el país deben cambiar para resolver los problemas económicos y sociales que sean más urgentes”. En el estudio de 2021, solo el 26% pensaba de esa manera. A su vez, el 31% de los encuestados dijo que “la mayoría de las cosas deben cambiar, pero se requiere de un tiempo para un proceso ordenado y estable”. El año pasado, ese porcentaje se situó en 45%. En cuanto al apoyo a “un cambio radical en el país en el menor plazo posible, para resolver los problemas de la gente”, este bajó de 27% a 19%.
¿Cómo se explica este cambio? ¿Es ya una tendencia? Para Nicolle Etchegaray, investigadora del Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (Ciclos-UDP) y encargada de la encuesta, “son numerosas las opiniones y actitudes que dan cuenta de que aumenta la moderación y se abandonan los extremos. Es algo que vinculamos con la incertidumbre y el pesimismo que reportan respecto del presente, y que probablemente refuerza la contingencia internacional, dominada por la inflación y conflictos que repercuten globalmente”.
Sebastián Rivera, investigador adjunto de Ciclos, complementa: “Es muy pronto para llamarlo tendencia, pero una posible interpretación de dichos resultados es el escenario de incertidumbre acumulada producto de tres crisis: política, sanitaria y económica”.
Otra de las preguntas clave que abordó el estudio tiene que ver con las percepciones sobre el futuro del país. De esta manera, el pesimismo pasó de 17% a 26% en apenas un año, mientras que los optimistas pasaron de 32% a 23%. En esta misma línea, una mayoría de 39% se decantó por la “incertidumbre” como la emoción que mejor describía su estado de ánimo actual, ocho puntos más que el año pasado. Al mismo tiempo, el 25% reconoció estar preocupado y el 10% temeroso, mientras que solo el 9% se decantó por la “esperanza”, el 8% por la “tranquilidad” y el mismo porcentaje por la “alegría”.
El pesimismo general también se palpa en el hecho de que el 65% cree que a futuro tendrá una mejor situación económica que la de sus padres, 10 puntos menos respecto de 2021. Esta percepción va en línea de lo que los jóvenes encuestados sienten respecto del gobierno de Gabriel Boric, dado que solo el 19% manifestó su apoyo al Presidente. Eso sí, en el estudio anterior Sebastián Piñera marcó apenas un 4% en este ítem. De todos modos, el respaldo al actual Mandatario es más débil en comparación a encuestas de opinión pública general. ¿El ministro mejor evaluado por los jóvenes? Mario Marcel, el titular de Hacienda.
“Las sociedades tienden a anhelar cierto nivel de orden y seguridad. Y en Chile gran parte de la sociedad estuvo dispuesta a sacrificarlo en el contexto del estallido, pero han sido tres años excepcionalmente complejos y era esperable que bajara la adhesión a posiciones extremas. Aunque debo confesar que no esperaba que esto se viera tan marcadamente al estudiar únicamente población joven”, dice Etchegaray. “Si luego de la fuerza de la revuelta social y la energía depositada en el proceso constituyente nada ha cambiado, bueno, es natural que se viva la desesperanza e incertidumbre”, complementa Marcelo Santos, investigador de Ciclos.
Otra de las temáticas que abordó la encuesta de la UDP tiene relación con los principales problemas del país. Así, una mayoría de 46% mencionó la delincuencia, los robos, las drogas, la falta de seguridad, la violencia, el maltrato y el abuso. Esta percepción es especialmente crítica en los estratos D y E (55%).
Por otro lado, sólo el 10% mencionó el costo de la vida como el mayor problema, mismo porcentaje que la situación económica y las deudas. Además, el 20% se definió cercano al centro político, mismo porcentaje de quienes dijeron sentirse tanto de derecha como de izquierda.
En cuanto al futuro político del país, una mayoría de 42% se decantó por una comisión de expertos para redactar una nueva Constitución y que luego la propuesta se someta a un plebiscito. Apenas el 15% dijo que era necesario que se reinicie el proceso con una nueva Convención y solo el 11% se mostró de acuerdo en que sea el Congreso el organismo que redacte la Carta Magna.
Junto con la visión menos radical sobre las transformaciones que el país requiere, por tercer año consecutivo la encuesta registró un aumento de la confianza en las instituciones, especialmente las asociadas al orden público y la seguridad. Esto último se condice con la creciente preocupación por la inseguridad y la delincuencia. Desde 2009 la pérdida de confianza fue transversal a las instituciones más importantes del país, siendo 2019 el año donde se reportaron los niveles más bajos.
Uno de los cambios más sustantivos tiene que ver con Carabineros: en apenas un año pasó de 22% a 45% el porcentaje que dice confiar en esa institución. Eso sí, este porcentaje está aún lejos del 57% que decía confiar en esta entidad en 2009.
La confianza en las Fuerzas Armadas también aumentó en el último año, de 24% a 44%, nada menos que 20 puntos. En cuanto a las instituciones que provocan mayor desconfianza entre los jóvenes, figuran los ministros del gobierno, los parlamentarios y los partidos políticos. En este último caso, el 58% dijo sentir “nada de confianza”.
La encuesta también midió temas de la contingencia pura y dura. En ese sentido, tanto el interés como el respaldo de los jóvenes a las demandas del pueblo mapuche muestran una acentuada caída entre 2018 y 2022. Un dato relevante es que el 23% quiere que la policía y las FF.AA. “acaben con los grupos violentistas”, algo que se relaciona con el mayor temor al futuro y el creciente respaldo a las instituciones que tienen que ver con la seguridad.
A la pregunta de cuán interesado está sobre las demandas del pueblo mapuche, el 28% dijo estar “nada interesado” (18 puntos más respecto de 2018); el 30% “poco interesado”; el 25% “algo interesado”; 12% “interesado, y 5% “muy interesado (19 puntos menos respecto de hace cuatro años). El desinterés por las demandas del pueblo mapuche es transversal si se desmenuza por grupo económico.
Este cambio de percepción también se evidencia en preguntas relativas a la devolución a las comunidades de los territorios históricos al sur del Biobío. En ese caso, apenas el 28% se mostró de acuerdo, mientras que en 2018 ese porcentaje se situó en 71%. También, solo el 27% se mostró de acuerdo en que las fuerzas que resguardan el orden público se retiren de la zona (una baja de 42 puntos en cuatro años), mientras que apenas el 21% dijo estar de acuerdo en que se debe asegurar la representación del pueblo mapuche en el Poder Legislativo, 48 puntos menos respecto de 2018.
En cuanto a la baja en el apoyo de los jóvenes a la causa mapuche, Rivera apunta: “Aquí creo que operan dos fuerzas. La principal es una evaluación negativa de los pueblos originarios y sus demandas en el proceso constituyente. Parte importante del Rechazo se explica por el rechazo a la plurinacionalidad. De ahí entonces que los pueblos originarios, y en especial el pueblo mapuche, hayan perdido apoyo en sus demandas en la opinión pública. La segunda es los hechos de violencia en La Araucanía. Si bien la violencia está presente hace muchos años en la región, los últimos eventos pueden haber afectado el respaldo de los jóvenes a las demandas del pueblo mapuche”.
Para Etchegaray, el bajo respaldo “creo que está muy ligado a la evaluación de la Convención. Sólo el 29% dice haber votado Apruebo, mientras el 42% optó por el Rechazo. Y entre las propuestas del proyecto constitucional, el con menor apoyo fue el reconocimiento de Chile como país plurinacional (apoyado por menos de un tercio de los encuestados). La violencia en el sur puede ser un elemento, pero de alguna manera ha sido cíclica desde los 90, por lo que no creo que sea el tema central”.
¿Qué es lo que debería hacer el gobierno del Presidente Gabriel Boric ante la situación de violencia en La Araucanía? El 32% dijo que debería insistir en el diálogo para poder avanzar en acuerdos y soluciones y el 28% postergar el diálogo para concentrarse en la seguridad de las personas. A su vez, el 83% atribuyó la violencia a grupos del crimen organizado que se aprovechan de la situación de las comunidades mapuches, pero un porcentaje similar (80%) responsabiliza de la violencia a ciertas organizaciones mapuches que han formado grupos terroristas.
La encuesta de la UDP y Feedback también les preguntó a los jóvenes por la migración. De esta manera, entre 2018 y 2022 se observa una acentuada disminución de la valoración y respaldo a los derechos de los inmigrantes en Chile, mientras las actitudes negativas van en aumento. De hecho, una mayoría del 68% responsabiliza a la población extranjera por el aumento de la delincuencia, 42 puntos más respecto de 2018.
Según el estudio, si hace cuatro años el 42% pensaba que los extranjeros residentes en Chile eran un aporte importante a la economía, ahora ese porcentaje bajó a 37%. Además, si en 2018 el 55% estimaba que el gobierno debía preocuparse de que los extranjeros que viven en Chile cuenten con los mismos derechos que los chilenos, ahora ese porcentaje cayó a 34%.
También es sustantivamente menor la cantidad de jóvenes (30%) que valora el aporte de los inmigrantes a la cultura y la economía nacional. “Creo que esto no responde únicamente a que los asocian más a la delincuencia. Como se ha visto en otros países receptores de inmigración, mientras la población inmigrante es un segmento muy pequeño de la población, tanto la opinión pública como los medios y políticos tienden a mostrarse más moderados y tolerantes hacia los inmigrantes. Pero las actitudes cambian paulatinamente a medida que los flujos crecen y comienzan a ser grupos más grandes y visibles”, concluye Etchegaray.