La pintura es algo más que un medio de expresión para Lucrecio Oteiza. Es crítica y denuncia antes que belleza, pues se considera un artista comprometido con lo que sucede en el mundo, al que no le importa mostrar sus críticas hacia el sistema económico, político o social con sus trazos y colores. A través del arte contemporáneo, se aferra a la abstracción y la figuración para abordar temas como el horror de la guerra, los inmigrantes, el consumismo o la destrucción del planeta. Para resumir lo que siente antes de iniciar un cuadro y durante su elaboración, Lucrecio Oteiza hace suya una frase de Vasili Kandinsky. “El arte como necesidad espiritual, decía Kandinsky. Siento esa misma necesidad, pues todo lo que ocurre a mi alrededor me afecta. Y el mundo va fatal”, explica.
Un recorrido plástico por las inquietudes de Oteiza es la propuesta de la Sala Esga gá de Madrid, que acoge la nueva exposición del artista formada por 44 pinturas, 10 de ellas de gran formato ( 2×2 metros). La muestra se nutre de obra reciente, realizada entre los años 2020 y 2022, aunque también presenta obras de gran formato más antiguas. “Tengo unos 30 cuadros de este tamaño. Los de la exposición son del siglo XXI, pero tengo algunos que los he pintado en el siglo XX”.
PINTURA GESTUAL
La obra de Lucrecio Oteiza es una explosión de color, trazos e intenciones. Una paleta cromática en la que no faltan los rojos, verdes, azules o amarillos, acompañados del blanco y el negro le sirven para manchar los lienzos con un trazo gestual. Y aunque sus obras transmiten inmediatez, todo está pensado y calculado. “Lo más importante son los colores y, según el tema que voy a pintar, estudio las tonalidades”, señala el autor que elabora sus propias pinturas y se define como disciplinado a la hora de manchar el lienzo. “Trabajo con un color, lo utilizo y lo dejo, no lo vuelvo a coger. Me paso a otro color y hago lo mismo. Así se ven las formas y trazos superpuestos, pues me gusta que se vea en qué orden está hecho el cuadro”.
Desde que en 1986 decidiera dedicarse a la pintura, siempre ha apostado por el arte contemporáneo y se nutre de influencias del expresionismo abstracto, aunque tampoco renuncia a la figuración. Pero siempre, desde la energía que le confiere la pintura gestual que tanto le identifica. Y aunque gran parte de sus creaciones proceden de un proceso lineal que comienza con una idea y concluye con la ejecución, muchas obras son fruto de la improvisación más absoluta. “La abstracción no es sinónimo de modernidad, nada revolucionario, ha estado presente en toda la historia de la humanidad. Es una manera que tiene el artista de comunicarse y quedarse satisfecho con lo que hace”.
MATERIALES Y SÍMBOLOS
Si las improvisaciones centran buena parte de su expresión artística, también es atrevido en la búsqueda de nuevos materiales. Oteiza utiliza pigmentos, acrílico y esmalte industrial, mientras que la pintura por goteo es una constante en sus obras, un goteo que consigue al expulsar la pintura con una jeringuilla. “Me gusta arrojar la pintura y que salpique”, añade el artista, que también suele pegar papelitos de colores o utilizar la técnica que él denomina PYR y que consiste en pegar y raspar. La simbología también caracteriza a Lucrecio Oteiza, que incluye pequeños objetos o elementos en los lienzos para reforzar sus mensajes. Incluso se atreve con palabras o frases cortas al estilo grafitero con las que invita a la reflexión. “Son metáforas, soy sincero con lo que pienso y pinto”.
Lucrecio Oteiza es fiel a si mismo, tanto a nivel personal como artístico. Su manera de entender la vida le llevó a replantearse si estaba haciendo lo correcto, dedicado a la compraventa de materias primas y la negociación bursátil. Por su trabajo vivió doce años en Estados Unidos y regresó a Madrid, donde estuvo cuatro años dedicado a los productos refinados del petróleo con viajes por España, Francia, Italia, Libia y Argentina. Hasta que dejó todo y apostó por la pintura. “Dedicar tu vida a hacer dinero, no para mí, sino para las empresas, me parecía tan superficial… Compraba a un precio y vendía a otro, ni veía la mercancía. Me parecía tan vacío que quise cambiar de vida. No necesitaba amontonar bienes, decidí comprar mi tiempo y dedicarlo a lo que me apetecía”.
No fue una decisión fácil, pero el artista no se arrepiente de apostar por la pintura, aunque antes probó con la música. “Al principio te encuentras perdido, pero tenía muy clara mi decisión”, insiste Oteiza. Adicto a los periódicos, las noticias son una de sus fuentes de inspiración, junto a las calles y las personas. “No aprendo nada en los museos, lo que hago está influenciado por lo que vivo. Mis temas están relacionados con la situación económica, política y social del mundo. Por eso en mi obra casi siempre hay crítica y denuncia. Soy partidario de parar el consumo, la materialidad de la vida y volver atrás. Vamos a parar esto y vamos a pensar. Se puede vivir con menos cosas, consumir poco y ser austeros. Vamos a destruir el planeta con esta forma de vida”.
DNI
Lucrecio Oteiza nace en Pamplona en 1948, pero su vida está vinculada a Arellano, donde reside su familia y donde él pasa largas temporadas. Allí vivió hasta que salió de la localidad navarra por motivos laborales. Entre 1970 y 1982 reside en Nueva York y finalmente se instala en Madrid, donde vive en la actualidad, donde comenzó con la pintura en 1986.