Estados Unidos está en pleno proceso electoral de medio mandato o “midterms”. Los colegios electorales cerrarán a última hora del día, dependiendo del uso horario del Estado (primera hora de la mañana del 9 de noviembre en España), pero los resultados no se podrán conocer “hasta pasados unos días de las elecciones“, como recordó el presidente del país, Joe Biden, en un discurso que no ha gustado nada a sus contrincantes republicanos.
Biden parte con mucha desventaja porque su popularidad está cayendo en picado debido, sobre todo, a la inflación y, por eso, en los diferentes actos de campaña intentó demostrar que va a “reflotar” la economía del país. La última fue en un acto en San Diego (California) en donde destacó que su ley para impulsar la fabricación de semiconductores colocará a Estados Unidos “en la vanguardia industrial de este siglo”.
El presidente está muy inmerso en apartar el discurso de la inflación y la crecida del coste de la vida y ha vuelto a las andadas con la guerra comercial con China: “Estados Unidos liderará la producción de chips y microchips avanzados, que es la gran competencia del Siglo XXI y estoy aquí para ganarla”. Esto lo dijo desde la sede de la compañía de telecomunicaciones Viasat, ubicada en el condado de San Diego.
A finales del mes de octubre, el Departamento estadounidense de Comercio anunció una orden por la que se impedirá a compañías chinas a acceder a componentes de microchips fabricados en Estados Unidos, con la amenaza de estar incluidos en su lista de sanciones para las empresas extranjeras que no cumplan esta medida. La excusa que dieron por aquel entonces es que China estaría usando los avances en tecnología estadounidenses para hacer un acto de espionaje a la ciudadanía del país y desarrollar tecnología militar avanzada.
Pero el argumento de Biden ya no va por esos derroteros y ha moderado su discurso frente a este tema: “En el pasado ya lideramos la industria durante décadas, pero dejamos de invertir ella para buscar mano de obra barata en otras partes del mundo”.
En este sentido, recalcó que su administración va a realizar una inversión de 57.200 millones de dólares (57.215 millones de euros) en subvenciones para empresas del sector tecnológico, además de “otras decenas de miles de millones de dólares”, dijo, que irán dedicados a investigación y desarrollo.
Una campaña crispada
Lo cierto es que la crispación ha sido el hilo conductor de esta campaña electoral de renovación de la Cámara de Representantes y de parte del Senado en EEUU.
Las acusaciones a Trump de haber instigado el asalto al Capitolio en enero del pasado año, o la investigación encubierta por el FBI sobre la apropiación de documentos clasificados, que concluyó con una redada en su mansión de Mar-a-Lago, no parecen haber minado su poder dentro del Partido Republicano. Este es un ejemplo que ponen los expertos sobre esta crispación.
Esto se tradujo, incluso, en un ataque contra el marido de la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a finales de octubre. El marido de la representante pública sufrió una agresión en su domicilio a manos del extremista David DePape, un personaje muy conocido por haber rechazado públicamente los resultados de las presidenciales de 2020, cuando Biden entró en la Casa Blanca y que instigaron el asalto al Congreso. A todo esto se suma la enorme campaña por parte de medios conservadores contra Joe Biden y Nancy Pelosi.
La ‘democracia’ frente al ‘sueño americano’
En los últimos coletazos de la campaña el pasado sábado, Joe Biden pidió el voto para “proteger la democracia” mientras que el expresidente Donald Trump (una figura todavía muy relevante en el Partido Republicano), que no descarta volver a presentarse a la Casa Blanca en 2024, acabó demandando una “ola gigante republicana” para “salvar el sueño americano”. Por el momento Biden parte con un índice de aprobación del 38%, muy similar al que tuvo Trump en su presidencia.