A Claudia Sheinbaum, de 60 años, no le gusta la indefinición política. Al hablar de sí misma, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y clara favorita en la sucesión presidencial de 2024 mira a los ojos y, en un tono calmado, se define como mujer de izquierdas, contraria al neoliberalismo y firme defensora del proyecto de su mentor, el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Un líder al que ella admira indisimuladamente y junto a quien ha desarrollado la mayor parte de su carrera pública. Esta proximidad, que para muchos observadores es una de las claves de su fortaleza, no impide que Sheinbaum lleve meses en la compleja tarea de tallar su propio perfil político sin apartarse de la ortodoxia gubernamental.
–¿En qué se diferencia usted de López Obrador?
-Nací en la Ciudad de México, soy científica, la mitad de mi vida trabajé como profesora universitaria y me centré en energías renovables y cambio climático, obviamente le doy un peso específico a eso distinto al que le da el presidente… No puedes pensar al 100% igual; eso es imposible, pero coincidimos en un proyecto de transformación, en rechazar la corrupción y el modelo neoliberal.
La entrevista con EL PAÍS se celebra en la enorme y umbrosa biblioteca de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. La conversación, que durará algo más de una hora, transita tranquilamente de un tema a otro mientras sirven (sin ningún tipo de alcohol) una comida típicamente mexicana, preparada por la cocinera Gabriela Cámara. Sheinbaum, enfrascada en las respuestas, come poco.
Pregunta. Su presencia pública se ha multiplicado en los últimos meses, ¿qué imagen quiere que tengan de usted?
Respuesta. Pues, como soy. ¿Qué les voy a decir? Honesta, trabajadora, militante de un proyecto, y al mismo tiempo convencida de causas ambientales, sociales, democráticas, de disminución de desigualdades…
P. Y el hecho de ser mujer en un país como México, ¿juega en contra o a favor de esa percepción?
R. En la condición actual del país juega a favor.
P. ¿Sí?
R. En muy poco tiempo, hemos pasado a tener muchas gobernadoras, presidentas municipales, diputadas… La participación de la mujer se ha vuelto parte de la vida pública, y a la gente le gusta porque se ha hecho buen papel. Habrá excepciones, como en todo, pero en general hay una imagen de que las mujeres somos más honestas, más trabajadoras… Hay una idea también en México, como en todo el mundo, de visualizar a una mujer gobernante como protectora.
P. Pero aún hay mucho machismo, ¿no?
R. Digamos que hay misoginia en las críticas. Pero, ante la gente, no me he enfrentado en ningún lugar del país a alguien que me critique por ser mujer.
P. ¿Tampoco dentro de su partido?
R. No me quiero pelear hacia adentro. Cerramos un acuerdo entre todos para no hablar mal de nuestros compañeros. Porque si tú comienzas a hacer eso, se genera desunión abajo.
P. ¿Y los comentarios de otros rivales de fuera del partido?
R. Sí, hay. Si fuera hombre, no dirían eso de “es la favorita del presidente”.
P. ¿Ve factible una elección donde todas sean candidatas?
R. Puede ser una estrategia de los otros, si yo salgo triunfadora en la encuesta [de Morena].
P. Hablando de la oposición, esta parece extremadamente débil en México; ¿no teme que eso pueda fomentar la aparición de un líder de ultraderecha como Trump o Bolsonaro?
R. Puede ocurrir y hay que tener las antenas puestas, pero la historia de México es distinta a la de otros países de América Latina: aquí hubo una Guerra de Reforma, una Revolución con reparto agrario, un Lázaro Cárdenas... Y ahora, incluso si miras al PAN o a Claudio X. González, que es el empresario que coordina la oposición, exhiben un discurso de centroizquierda.
P. Figura como favorita en todas las encuestas y además parece contar con el beneplácito del presidente. ¿Siente que tiene la elección ganada?
R. No hay que confiarse. Ahí están las encuestas, pero eso no quiere decir que te cruces de brazos. Además, no se trata solo de ganar una elección, sino de construir una mayoría en términos de consciencia y transformación.
P. Si fuera presidente, ¿cuál sería su primera medida?
R. Es difícil contestarlo ahora. No porque no sepa la respuesta, sino porque ahora son los tiempos del presidente López Obrador y supondría adelantarse mucho. Pero digamos que sería un paso más en la transformación.
R. Siempre ha sido muy cercana a López Obrador y ha trabajado con él. ¿Cómo es?
P. Pues como lo vemos en la mañanera. Es transparente… Muy trabajador y exigente y, al mismo tiempo, muy sencillo, de una enorme modestia, y muy obcecado en su visión, en el buen sentido. Ha vivido momentos muy difíciles, como el fraude en las elecciones del 2006 o la compra de votos en el 2012. Y aun así siguió adelante y construyó un partido en 2015 con el que ganó la presidencia en 2018. Eso es realmente una hazaña. Es un hombre de una voluntad enorme.
P. Pero hay cosas de él que le deben chocar, ¿no? Por ejemplo, sus críticas al movimiento feminista, diciendo que es “conservador” y contrario a su administración.
R. Hay cosas en las que estás totalmente de acuerdo, y otras en las que no. Aunque una parte de razón tiene. Cuando alguien dice: “Es que tiene que haber una mujer presidenta, porque eso significaría el triunfo del movimiento de las mujeres”. Ante eso, yo digo que dependerá de qué mujer. Porque una mujer de derecha corrupta, pues no, no la queremos. Al mismo tiempo, no puedes defender un movimiento de transformación si no están las mujeres. En la visión de López Obrador, lo importante es la transformación de la sociedad, y ahí va incluida la de las mujeres. El problema es cuando estás ante una demanda aislada que no tiene que ver con esa transformación de la sociedad. En ese sentido, él plantea que se trata de un movimiento que no está reconociendo la transformación de todo. Y en eso coincido. Por ejemplo, hay que aceptar que hay violencia contra las mujeres, pero también que hay una discriminación mayor hacia las mujeres indígenas, de lo contrario, todo queda en el mismo plano.
P. ¿Y cree que va a contar con el apoyo del movimiento feminista en las elecciones?
R. Hay muchos movimientos feministas. Yo no estoy de acuerdo con el que se viste de negro y rompe todo. No. Siempre he luchado pacíficamente. Y ellas no estarán de acuerdo conmigo. Pues no estamos de acuerdo, punto; no pasa nada, pero hay muchas otras mujeres feministas con las que nos identificamos plenamente.
P. ¿Ideológicamente, cómo se define?
R. Soy una mujer de izquierda, que cree en la honestidad y en la redistribución de la riqueza para erradicar la pobreza. Pienso que la salud y la educación son derechos, no mercancías, y que el Estado debe hacerse cargo de ellos. Un Estado que solo debe hacerse chiquito en términos de austeridad republicana, para no representar un costo al pueblo. Debe haber también una disciplina fiscal que proporcione estabilidad financiera para hacer muchas otras cosas.
P. ¿Cómo ve al PRI ahora mismo?
R. Va rumbo a la desaparición.
P. ¿Puede quedar absorbido por Morena?
R. El problema que tuvo es que se volvió un partido neoliberal y negoció con el PAN para quedarse en el poder. Por eso ahora hay muchos priistas que dicen sentirse más identificados con Morena que con el PRI.
P. Y respecto a su principal rival en la carrera electoral, el canciller Marcelo Ebrard, ¿qué les diría a los electores para que le votasen a usted y no a él?
R. Tenemos una historia distinta. Yo nunca he sido parte del poder hasta ahora. Él sí, él estuvo con [Manuel] Camacho, con el presidente Carlos Salinas de Gortari… Tiene otra historia. Él hizo su Gobierno en la Ciudad de México de una manera; yo, de una forma muy distinta.
P. ¿Si usted gana, como indican las encuestas, lo incorporaría a su gabinete?
R. Tiene que haber unidad. Ninguno de los que estamos en el proceso podemos permitirnos la división interna. Por eso no me gusta hablar mal o compararme con mis compañeros. La gente tomará una decisión de acuerdo con lo que hayamos hecho. Andrés Manuel López Obrador, después del 2024, se va a retirar y quienes vamos a quedar tenemos la responsabilidad fortalecer el movimiento, no de dividirlo.
P. ¿Realmente cree que el presidente se va a retirar?
R. Sí, sí lo creo. Él ha tomado una decisión y va a estar en eso. Uno quisiera que en muchas cosas siguiera ahí, pero él ha tomado esa decisión.
P. ¿Y qué piensa de Ricardo Monreal, uno de sus rivales en la carrera a la presidencia? Sus diferencias son bien conocidas.
R. No voy a hablar mal de nadie. El verdadero adversario es el conservadurismo.
P. Una de las transformaciones que se están dando este sexenio es el poder creciente de los militares. ¿Está de acuerdo con esa presencia cada vez mayor de los uniformados en la vida pública y civil del país? Si fuera presidenta, ¿mantendría ese apoyo?
R. La historia del Ejército mexicano es distinta a la de otros países de América Latina. Surgió de una revolución popular, jamás hubo un golpe de Estado y cuando los militares participaron en la represión, la orden la dio un civil: el presidente de la República. Hoy en día, el ejército es una institución muy reconocida, por eso fue correcta la decisión de formar una Guardia Nacional [bajo control militar] distinta a la Policía Federal, que presentaba muchísimos problemas de corrupción. Y lo segundo, haber retirado al Ejército de las calles de la noche a la mañana, habría dejado en la indefensión a muchísima, muchísima gente.
P. Hablemos un poco de política internacional. Respecto al conflicto de Ucrania, se ha criticado al Gobierno de López Obrador por su supuesta equidistancia y por no condenar claramente a Putin.
R. A ver, se reconoció que hay una invasión en Ucrania. El asunto aquí es si hay que tomar medidas que al final afectan a la población. Yo, por ejemplo, no estoy de acuerdo con el bloqueo a Cuba, porque, independientemente de lo que se piense del Gobierno cubano, quien lo sufre es el pueblo. En el caso de Ucrania, hubo una invasión y la condenamos.
P. ¿Pero no le parece que a López Obrador le falta criticar más a Putin?
R. Tampoco ha criticado a Ucrania. O sea, ni a uno ni a otro. Hemos condenado la invasión y estamos en contra de la guerra. Es más, López Obrador hizo una propuesta de paz, con la que se puede estar de acuerdo o no, pero que busca frenar un conflicto bélico de consecuencias mundiales.
P. Otra figura polémica es Donald Trump, un ultraderechista que ha insultado a México y los mexicanos. ¿Qué piensa de él?
R. No es tanto qué piensas de uno o de otro, sino cuál es la relación de México con Estados Unidos. Más allá de la opinión sobre un personaje u otro, la responsabilidad de cualquier presidente de México, es defender a su pueblo y defender la economía de su país.
P. ¿Y ahora mismo prefiere a Biden o a Trump?
R. No me voy a entrometer en la política de Estados Unidos. Pretendo ser presidenta de México, y ahí hay que ser muy responsable. Allá viven 50 millones de mexicanos. No es un asunto trivial.
P. El presidente chileno, Gabriel Boric, aseguró recientemente que se enoja ante la gente de izquierda que no censura las violaciones de derechos humanos en Venezuela o en Nicaragua. ¿Está de acuerdo? ¿Qué piensa de la deriva de Venezuela o de Nicaragua?
R. Las violaciones a los derechos humanos hay que condenarlas en cualquier lugar. Pero el destino de Cuba y Venezuela corresponde a los cubanos y venezolanos. A mí lo que no me gustan son las indefiniciones. Correrte al centro para criticar de este lado y del otro lado, lo único que hace es confundir. Hay que tener una definición muy clara de dónde estás, qué es lo que representas, hacia dónde vas.
P. ¿Cuál ha sido el momento más complicado de su mandato en la capital?
R. El inicio de la pandemia fue muy complejo. Tomar la decisión de cuándo, cómo y qué cierras resultó muy difícil. Y la segunda ola de la pandemia resultó aún más difícil, porque fue muy dura en términos de la cantidad de personas hospitalizadas y los efectos para la economía…
P. ¿Qué cambiaría ahora de lo que hizo en ese momento?
R. Hicimos lo humanamente posible. Incluso hicimos hasta lo imposible.
P. El accidente de la Línea 12 de metro, con 26 muertos, supuso otro momento trágico, ¿cómo lo vivió?
R. Fue muy difícil, muy doloroso. En momentos así nunca te vas a equivocar si estás del lado de las víctimas y de la justicia. Después, está el dictamen de la Fiscalía que establece que se debió a una falla de origen.
P. Ahí hay una polémica. El informe final de la consultora noruega que ustedes encargaron sostiene que aparte de los problemas de diseño y de construcción, hubo problemas de mantenimiento.
R. La consultora señala en sus dos primeros dictámenes que hubo fallas de origen, en la construcción; un problema de pernos y otros asuntos técnicos que provocaron el desplome.
P. Pero hay un tercer informe…
R. Hubo un acuerdo con la empresa para que el tercer informe no se entregara y ni siquiera se pagó.
P. Usted defendió a esa consultora noruega y luego, ante el tercer informe que no le favorece, lo rechaza. ¿Cómo explica eso?
R. A ver, si alguien en un reporte dice una cosa y en el otro dice otra, y establece conclusiones que no tienen sustento técnico, por más que hayas defendido a la empresa no vas a decir: “Pues aunque esté mal hecho, lo acepto”.
P. ¿Usted pone la mano al fuego de que no hubo fallos atribuibles a su periodo de mandato?
R. Es lo que sostienen el primer y segundo reporte, y eso es lo que dice el dictamen de la Fiscalía. Una trabe no se cae por falta de mantenimiento. No quiero entrar en esa polémica, entre otras cosas, porque lo que me corresponde es terminar la Línea 12. Además, la fiscalía ha llegado a acuerdos reparatorios con las víctimas, Y es al Ministerio Público a quien le corresponde el dictamen técnico.
P. ¿Cree que el caso de la Línea 12 se pueda utilizar contra usted en la campaña presidencial?
R. De que la van a querer utilizar los adversarios, la van a querer utilizar. El asunto es cómo se siente uno consigo mismo, y yo me siento muy tranquila.
P. También ha sido cuestionado el papel del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, en el caso Ayotzinapa. ¿Pondría la mano en el fuego por él?
R. El informe de la comisión no le responsabiliza en nada, y claramente él ha dicho que estuvo en Guerrero, y después cuando ocurrió lo de Ayotzinapa, ya no estaba allí y yo le creo.
P. En una entrevista con EL PAÍS, García Harfuch dijo que le gustaría ser el encargado de la seguridad si usted llegara a la presidencia.
R. Quiero que Omar se venga conmigo, claro que sí. Hemos hecho muy buen equipo en el Gobierno de la ciudad, y no solo en seguridad. Es hombre muy profesional, de mucha lealtad, honesto y que sabe hacer su trabajo.
P. ¿Y quién le gustase que le sucediera a usted?
R. No, ahí yo no tengo una preferencia. Mal haría yo en estar promoviendo a alguna u otra persona.
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