Familiares de soldados rusos denuncian “el caos” de la movilización
Familiares de reservistas rusos llamados a luchar en Ucrania, enviados al frente sin un entrenamiento adecuado y obligados a comprar su propio equipo, denuncian el “caos” de la movilización decretada por el Kremlin. El Ministerio de Defensa anunció a finales de octubre que la movilización iniciada el 21 de septiembre había terminado, poniendo fin a un proceso que puso en evidencia las dificultades logísticas del ejército.
“Nos vimos obligados a comprar los uniformes, equipos y medicamentos. El entrenamiento fue un caos completo, todo estaba muy mal organizado”, dijo a la AFP Tatiana, cuyo sobrino fue movilizado a principios de octubre en Krasnogorsk, al noroeste de Moscú. “Parecía que la decisión de movilizar se tomó de repente y que nadie estaba listo”, añade la mujer, que prefiere callar su apellido por miedo a represalias, en un país donde los que critican al ejército corren el riesgo de ir a la cárcel.
Anna, una mujer de Ivanteyevka, al noreste de Moscú, sigue sorprendida por la movilización de su yerno. Ambos tienen familia en Ucrania. “Nuestros seres queridos están bajo las bombas en Dnipro y él tendrá que ir a matar gente en nuestro país natal”, afirma, al borde de las lágrimas.
“Está en contra de la guerra. Pero no tiene opción: es el frente o la cárcel”, añade. Poco antes de la movilización, los diputados rusos endurecieron los castigos. Los movilizados que se nieguen a ir a combatir se enfrentan a una pena de hasta diez años de cárcel.
Según Anna, su yerno gastó casi 100.000 rublos (unos 1.600 dólares) -es decir, siete veces el salario mínimo ruso- en chalecos antibalas, uniformes, ropa de abrigo, botas y otros equipos.