Copenhague, 30 oct (EFE).- La sanidad y las medidas económicas para combatir la crisis han dominado el debate de la campaña para las elecciones legislativas del martes en Dinamarca, por encima de otras cuestiones como el cambio climático o la inmigración.
La falta de personal debido al desgaste provocado por la pandemia de coronavirus, problemas en las listas de espera y deficiencias en áreas como la psiquiatría han llevado al primer plano de la discusión política la sanidad.
Según un estudio difundido esta semana por el instituto Voxmeter, la sanidad es la principal preocupación de los daneses de cara a los comicios, ligeramente por delante del clima y de la economía.
El Partido Socialdemócrata de la primera ministra, Mette Frederiksen, ha prometido destinar 1.000 millones de coronas danesas (134 millones de euros) en el primer semestre de 2023 a un plan urgente que incluye suplementos adicionales para el personal y una reducción de las listas de espera.
Los liberales, principal fuerza de la oposición, quieren usar 6.000 millones de coronas (807 millones de euros) en dos años para mejoras salariales y otros 1.000 millones anuales para rebajar el tiempo de espera.
Las medidas al sector sanitario se entrelazan con las destinadas a paliar la crisis derivada del aumento de precio de la energía y de alimentos, con la inflación en niveles no vistos en cuatro décadas, a pesar de que el país mantiene todavía cifras muy altas de ocupación y niveles de desempleo bajos.
Los socialdemócratas se han destacado con un paquete de ayudas por 2.000 millones de coronas (269 millones de euros) a mayores e inquilinos, así como otra partida de 3.000 millones (403 millones de euros) para mejorar los sueldos de los empleados públicos en los próximos años.
EL CLIMA Y LA INMIGRACIÓN, TEMAS SECUNDARIOS
A pesar de que los sondeos lo sitúan como uno de los principales temas de preocupación para los electores y de que fue uno de los asuntos clave en los comicios de 2019, el cambio climático ha tenido un papel residual en la campaña.
La propuesta liberal de financiar la transición ecológica vendiendo la división eólica del consorcio energético Ørsted, controlado por el Estado, fue una de las ideas con mayor resonancia, pero fue pronto desechada por la oposición de la mayoría de partidos.
También ha tenido poco protagonismo la inmigración, tema central en la mayoría de las elecciones celebradas las dos últimas décadas en Dinamarca, pionera entre los países nórdicos en impulsar una dura línea que hace años que ya ha sido asumida por los principales partidos, incluidos los socialdemócratas.
La posibilidad de crear en Ruanda un centro de acogida para solicitantes de asilo, similar al que negociaron las autoridades británicas y que el Gobierno danés discute desde hace meses con el país africano, gozó de atención en el tramo inicial, pero ha perdido fuerza, como el resto de cuestiones de ese área.
CASO DE LOS VISONES Y OTROS ESCÁNDALOS
También tuvo presencia al principio el asunto que provocó el adelanto electoral, el llamado “minkgate” (caso de los visones), el mayor escándalo político reciente en Dinamarca.
Las autoridades sanitarias danesas alertaron en otoño de 2020 de que una mutación del coronavirus encontrada en visones podría comprometer la eficacia de las futuras vacunas contra la covid-19, por lo que el Gobierno ordenó de forma urgente matar a toda la población de esos animales, pero lo hizo sin cobertura legal y tuvo que aprobar una reforma sobre la marcha.
Una comisión concluyó que la actuación del Gobierno fue “muy criticable” y vio fundamento para abrir casos disciplinarios contra varios altos funcionarios, y aunque consideró que las declaraciones de la primera ministra fueron “gravemente engañosas”, admitió que no se puede saber si estaba al corriente de la falta de cobertura legal.
La oposición de derecha ha presionado a Frederiksen en varios debates para que pida disculpas públicas, pero ésta solo ha lamentado haber usado algunas expresiones duras, no la decisión en sí misma.
Más atención mediática en campaña han tenido las revelaciones del exjefe del servicio de inteligencia de Defensa (FE) Lars Findsen, suspendido hace un año y acusado formalmente el mes pasado de revelar secretos de Estado e información confidencial.
Findsen aseguró en un libro recién publicado que la inteligencia danesa quiso llegar a un acuerdo con él antes de su detención y que la entonces ministra de Defensa le confesó en agosto de 2020 que su relevo era una forma de proteger al Gobierno de un posible escándalo.
Tras las presiones de la oposición y de alguno de sus aliados, los socialdemócratas han accedido ahora a que se cree una comisión para investigar éste y otros casos que han puesto bajo la lupa a los servicios secretos daneses en los últimos años. EFE
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