La directora valenciana Avelina Prat presenta su primer largometraje «una historia entre el realismo y la fábula»
El primer largometraje de la directora valenciana Avelina Prat, ‘Vasil’, es una caja de sorpresas. Protagonizada por un actor búlgaro, Iván Barnev, que no conocía ni una palabra de castellano cuando empezó a rodar, y que aprendió sus diálogos como si fueran letras de una canción, y por un veterano Karra Elejalde al que su papel impone un registro muy distinto al que le es habitual. Es, además, una coproducción hispano búlgara capitaneada por tres mujeres, y apadrinada por Isabel Coixet, que fue la que ayudó a lanzar el proyecto. Y, como colofón, aborda un tema inequívocamente social, el de la inmigración, sin caer en la tentación de lanzar al espectador un discurso político.
«Cuando las películas abordan temas sociales, suelen caer en lo discursivo y lo panfletario», reconoció ayer Karra Elejalde, que interpreta a Alfredo, el arquitecto jubilado que acoge a Vasil. «Sin embargo, ésta es una película que te invita a reflexionar pero que no es un alegato», añade. La productora española, Mirian Porté, incidió en la misma idea. «Cuando leí el guion vi que Avelina tenía cero intenciones de juzgar a sus personajes».
La historia de ‘Vasil’ es, asimismo, sorprendente, pues se basa en un episodio real que le sucedió al padre de la directora. «Una vecina le pidió que acogiera a una persona búlgara que no tenía donde quedarse. En principio iba a ser para dos días, pero finalmente fueron dos meses. Durante ese tiempo, cada vez que veía a mi padre, me contaba cosas, y llegó un momento en el que pensé que debía hacer algo con esa historia». Asimismo, vio en ella ese tema personal que estaba buscando para dar el salto desde su trabajo habitual como script, o sus tanteos en el cortometraje, hasta la dirección de su primer largo.
Avelina Prat tenía la base de lo que le había ocurrido a su padre, pero ella no llegó a conocer al búlgaro del episodio real, lo que le dio margen y libertad para reelaborar la historia a conveniencia. «Quería hacer una película que se moviera entre el realismo y la fábula, mostrar a gente con la que te puedes identificar».
Otra de las originalidades de ‘Vasil’ es su protagonista, que rompe por completo con la imagen preconcebida que podamos tener acerca de sus compatriotas. No fue algo premeditado, tal y como reconocieron ayer las productoras búlgaras Mina Mileva y Vesela Kazakova. «Pensábamos que sería un hombre grande y moreno, del tipo que te imaginas cuando piensas en alguien de los Balcanes, pero, cuando en el casting apareció Iván, vimos que era perfecto porque, además, rompía con los estereotipos».
«Quería retratar un inmigrante diferente», apostilla la directora. «Nos llega mucha gente con cultura y formación, pero a la que rechazamos por su condición social. Yo nunca vi al búlgaro de mi padre, y eso me ha permitido fabular en mi historia».
En última instancia, ‘Vasil’ trata sobre cuánto nos cuesta relacionarnos con los extraños. «He hecho esta película por solidaridad», explicó ayer Elejalde, «porque veo muchos problemas de comunicación y quería aportar algo».