Ana Terradillos / Periodista
La periodista acaba de celebrar los 900 programas de ‘Cuatro al día’, el magacine vespertino del segundo canal de Mediaset
Casi un cuarto de siglo en la Cadena Ser valieron a Ana Terradillos (San Sebastián, 1973) para cerrar una etapa profesional y abrir otra en la pequeña pantalla. Tras sustituir a Ana Rosa Quintana durante su baja por el cáncer de mama en la mesa política del matinal de Telecinco, la periodista salta a las tardes de Cuatro para presentar ‘Cuatro al día’ (18:00 horas), el formato de actualidad y entretenimiento que emite la segunda cadena de Mediaset y que acaba de cumplir 900 programas en emisión.
-‘Cuatro al día’ acaba de cumplir 900 programas, pero usted lleva poquito.
-Tengo muy poquita cuenta todavía en ‘Cuatro al día’ (risas). Está muy bien, porque fue un programa que costó mantenerlo en la parrilla y ha cumplido 900 programas. Eso es un premio y una enhorabuena a toda la gente que nos ayuda desde casa a hacer el programa. Somos un formato televisivo que actúa como altavoz de las demandas que nos hacen llegar. Lo que hacemos es trasladar su requerimiento y poder transmitirlo a los que pueden hacer algo para ayudarles. En todo momento estamos recibiendo quejas de ciudadanos. Fue con la pandemia cuando nos dimos cuenta que la ciudadanía buscaba un programa de referencia para buscar soluciones a sus incertidumbres e inquietudes.
-¿Cómo es un día en la redacción del programa?
-Como el resto de los periodistas, estamos trabajando 24 horas. ‘Cuatro al día’ tiene un equipo con gente joven y despierta, con ganas, y tienen la consigna de que pueden aportar sus ideas. En mi caso, llego a las 12:00 horas y paso primero por maquillaje y peluquería, por si ocurre alguna noticia de última hora que tenga que dar en televisión. Era el formato que se seguía antiguamente con los presentadores. Luego, hacemos un pequeño avance en ‘El programa de Ana Rosa’ y, a partir de ahí, estoy en la redacción y me pongo a trabajar los temas con el resto del equipo. A las 16:00 horas, ya me voy al camerino a ultimar alguna cosa que yo puedo aportar y, sobre las 17:15 horas, vuelvo al maquillaje y después al plató.
-Estamos acostumbrados a verla con información más seria, pero ahora se atreve con la crónica social.
-No estaba nada acostumbrada. En la Cadena SER abordaba temas muy delicados y complicados, relacionados con seguridad, corrupción y terrorismo. En ‘El programa de Ana Rosa’ ya picoteaba en la sección del ‘club social’ y fue como mi bautizo. Me parece divertido. Las noticias del mundo del corazón se buscan y trabajan igual, con la misma rigurosidad que otro tipo de informaciones. Al no estar tan entrenada con esos temas, la reacción es muy natural y eso también creo que gusta. Nunca he puesto ningún veto a la crónica social, no la controlo, pero me gusta mucho su engranaje y me he acercado a ese mundo.
-¿Recuerda la primera vez que le ofrecieron sustituir a Ana Rosa Quintana en Telecinco?
-Recuerdo que dije el primer día ‘buenos días’ y tuve la sensación de que nadie me había oído, y volví a decirlo. Estaba tan impresionada… No tenía miedo, pero sí mucha curiosidad y respeto, que creo que es algo fundamental a la hora de enfrentarte a un negociado nuevo. De vez en cuando visualizo ese primer programa y la verdad es que era divertido, porque estaba nerviosa. Estoy muy agradecida a la productora Unicorn, que me eligió para colaborar y después para sustituir a la reina de las mañanas, y ahora a Mediaset, que me ha dado un contrato de larga duración. Y también a Ana Rosa, que siempre me ha apoyado y aconsejado. Es un modelo a seguir en todos los aspectos.
-¿Fue dura su despedida de la radio?
-Creo que nunca hay que decir eso de palabra pasada. Las puertas están abiertas y en la Cadena Ser me las han dejado con una excedencia. Creo que ha sido una salida muy generosa. Eran 24 años. El día que me marché, me fui con la lagrimita, porque he vivido momentos muy buenos allí. Lo he disfrutado como nadie. Me han dado la oportunidad de cubrir temas importantes o viajar a Oriente Próximo. He sido corresponsal de guerra y eso es una oportunidad muy buena, porque eso está en la cima de un periodista. Ahora creo que me toca otra etapa, en la que me voy a centrar mucho en la tele.
Twitter
«No soy de bloquear, soy una persona dialogante, pero los insultos no deberían quedar impunes»
-A usted la señalan con bastante asiduidad en redes sociales. ¿Cómo lleva las críticas?
-Al principio lo llevaba muy mal, pero ahora francamente bien. Me he dado cuenta de que, a pesar de que las redes sociales tienen muchas propiedades y ventajas, es un micromundo. Hay mucha gente sin conocerte que se atreve a decir que se ha llevado una desilusión contigo. Twitter es un mundo muy pequeñito y cada vez me afecta menos. No soy de bloquear, porque soy una persona dialogante. Las críticas son constructivas, pero los insultos deberían ser menos impunes.
-¿No echa de menos acuerdos políticos en estos tiempos de tanta incertidumbre?
-Es algo que me cabrea enormemente. Creo que los ciudadanos no se lo merecen. Como además he compartido mucho tiempo con los políticos, sé que podrían llegar a acuerdos, pero está la carrera electoral… Me cabrea que en este país no haya partidos que puedan llegar a grandes acuerdos en economía o justicia. Es para el bien de la ciudadanía. Ha habido pactos, no a nivel estatal, sino en ayuntamientos o comunidades, con grupos muy extremos, desde Bildu hasta el PP. Esas barreras políticas se deben superar.