Casi la mitad de la población mundial vive en un lugar altamente vulnerable al cambio climático. España es uno de los países que se encuentran en riesgo alto. Los informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) apuntan a que nada puede ya impedir el aumento de 1,5 grados de la temperatura media global, un objetivo que la comunidad científica insistía en que no se debía superar. Esto multiplicará los episodios climáticos extremos.
Muchas feministas demandan un mundo sostenible y respetuoso con el medioambiente y el resto de seres vivos, pero sin dejar atrás los derechos conquistados por las mujeres. Son las bases del ecofeminismo.
Cómo surge y qué demanda
Dina Garzón es la Coordinadora de la Red Ecofeminista, ella define este movimiento como una intersección entre feminismo, ecología y animalismo.
No es algo nuevo, el ecofeminismo surgió en Francia en la primera mitad de la década de los 70 ante la preocupación por la crisis ecológica, la contaminación y la amenaza de la guerra nuclear. “Desgraciadamente, ahora estamos en una situación similar”, nos explica la filósofa y catedrática Alicia Puleo.
Opina que esta tendencia ideológica aún no ha alcanzado su pico porque “los problemas se acrecientan para el mundo” y que, además, nunca habíamos estado en una situación tan crítica desde el punto de vista climático.
““Los problemas se acrecientan para el mundo”“
La última encuesta de la Comisión Europea refleja que cada vez somos más sensibles a este problema. Casi 9 de cada 10 europeos están de acuerdo en que la transición ecológica no debe dejar a nadie atrás y el 77% siente la responsabildad personal de actuar.
La urgencia real
Belén Díaz es activista en Rebelión Extinción y ambientóloga. Como parte de su labor científica, lee todas las semanas artículos académicos que actualizan el estado climático de nuestro planeta. Considera que la comunidad científica no está alertando correctamente de la gravedad de la situación: “La Tierra nos está diciendo que no puede más, que ya vamos tarde, que dejemos de repetirnos que seguimos en márgenes de seguridad”.
““La Tierra nos está diciendo que ya vamos tarde”“
Dina Garzón apunta como grandes responsables de esta situación al modelo industrial de ganadería, agricultura y pesca que “está destruyendo los recursos del planeta” y al transporte. “Nada menos que casi el 40% de la energía que usamos está destinada a movernos”, nos comenta.
Montse Bayen ha creado Infinit Denim, una marca de moda española que recicla prendas usadas (particularmente tejanos) para darles una segunda vida útil. Ella cree que no hay que olvidar lo contaminante que es la industria textil y el modelo fast-fashion. Y es que la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono. “Es la segunda industria más contaminante del planeta después del petróleo”, asegura Bayen.
Los europeos, consumiendo ropa, generamos 645kg de emisiones de CO2 por persona cada año. Compramos 26 kg y tiramos 11 kg. Una práctica que además fomenta situaciones cercanas a la explotación. “El 90% de las personas que hacen estas prendas son mujeres y casi todas están en unas condiciones laborables muy precarias“, concluye Bayen.
No hay un solo culpable, en general, todas apuntan a que el sistema actual de consumo es el que falla. “Yo diría que responsable es nuestra cultura”, certifica Belén Díaz. Ella cree que el cambio está en manos de los medios de comunicación, de los gobiernos y de la comunidad científica con el mensaje que lanzan sobre este tema: “No se nos permite preocuparnos, se nos infantiliza y no se nos da toda la información que existe”.
Acabar con el “androtropocentrismo”
Mientras que el androcentrismo pone al hombre en el centro de todo en detrimento de las mujeres, el antropocentrismo considera al ser humano el centro del universo frente al resto de seres vivos.
La filósofa Alicia Puleo sintetiza ambas bajo el concepto de “androtropocentrismo”, una tendencia que, dice, “nos está llevando al abismo”.
Ella cree que parte del problema reside también en la falta de educación ambiental y, sobre todo, que está mal enfocada: “Todavía se centra mucho en la contraposición entre razón y emoción”.
Para ella, lo realmente eficaz, sería una educación ecológica donde se cultive el amor a la naturaleza, “apreciar formas de vida que no se basen en el consumo desenfrenado”, nos explica.
Las mujeres, las más afectadas
Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, los tóxicos ambientales se acumulan más en el cuerpo femenino debido a que cuenta con más células grasas. Nuestro cuerpo actuaría, acorde a este informe, como un bioacumulador químico y eso provocaría alteraciones de la salud reproductiva y favorecería la aparición de enfermedades emergentes como la fibromialgia, la sensibilidad química múltiple y la fatiga crónica y el cáncer de mama.
Aparte de que el aumento de la contaminación tiene más consecuencias para nuestra salud, hay mujeres particularmente afectadas. Las mujeres sufren en mayor medida las consecuencias del cambio climático y se ven obligadas a desplazarse en busca de sustento. La causa, explica Puleo, está en “la devastación ambiental que se produce, sobre todo en los países del sur, donde hay una explotación de los recursos sin límite y se envenena sus territorios”.
Es una visión que comparte Dina Garzón: “Es indudable que las afecciones no son iguales”. La desertización, la deforestación y las catástrofes naturales incrementan el número de refugiadas climáticas: “No pueden mantener sus actividades habituales. Todos podemos imaginar lo que supone para una mujer tener que caminar sola durante muchos kilómetros”.
Desobediencia como grito de auxilio
Rebelión Extinción es un grupo que demanda la acción gubernamental ante la crisis climática a través de la desobediencia civil. Los científicos y académicos del movimiento se han organizado bajo el nombre de Rebelión Científica.
Belén Díaz es una de ellos y explica así sus razones: “Ponemos voz a todos los que no lo tienen o que se les somete”.
Uno de los episodios de protesta más llamativos y recientes se produjo en abril, cuando pintaron las puertas del Congreso de los Diputados de sangre falsa. “Es básicamente bailar en la línea roja de la legalidad entendiendo que se están sobrepasando líneas rojas a nivel climático, pero también social“, defiende.
““Se están sobrepasando líneas rojas a nivel climático y social”“
El hecho de que en Rebelión Extinción se hayan integrado tantos expertos cree que les legitima, ya que lo que buscan es alertar a toda la población de la gravedad de las consecuencias del cambio climático y presionar a los grupos de poder para que tomen medidas reales y que verdaderamente contribuyan a revertir la situación.
Feminismo sin ecologismo
Tanto Dina Garzón como Alicia Puleo consideran que es perfectamente compatible ser feminista sin ser ecologista, pero sí que ven complementariedad entre los principios de ambos movimientos.
“El feminismo a lo largo de la historia ha sido capaz de detectar a menudo las necesidades de cada época y estamos en un momento muy peculiar”, destaca Puleo. La visión de Díaz es mucho más drástica: “Sería incoherente o injusto alcanzar la igualdad con los hombres, pero seguir sintiéndonos por encima del resto de especies”.
La concienciación de la población es fundamental para combatir el problema, Montse Bayen cree que solo una parte pequeña de la sociedad actúa de manera responsable a la hora de consumir, aunque recalca que no es siempre porque se ignoren las consecuencias, ya que hay personas que no tienen la capacidad económica de hacer las cosas bien. Propone que, siempre que esté a nuestro alcance, compremos menos y de mejor calidad: “La gran generación de residuos es la que nos han inculcado desde las grandes corporaciones”.
““La gran generación de residuos nos la inculcan desde las grandes corporaciones”“
Aunque ya hay daños irreparables en la salud del planeta y eso va a conllevar cambios en el estilo de vida y calidad de nuestras vidas, piden que se abra camino el respeto al medio ambiente. Y que cuando demos pasos atrás en producción de desechos y consumo (que dan por hecho que una época de retroceso llegará próximamente), no repercuta ni afecte a los derechos de las mujeres.