Pocos cineastas tienen en el mundo el ritmo de producción de François Ozon (París, 1967), que cada año estrena una película (a veces dos) que siempre es acogida en uno de los principales festivales del mundo. Para Ozon, un referente en lo prolífico y en lo estético fue el fugaz, torrencial y salvaje director alemán Rainer Werner Fassbinder (1945-1982), de quien ha adaptado uno de sus clásicos: Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972) transmuta en Peter von Kant, que se estrena el 14 de octubre en España.
La diseñadora de moda homosexual de la rompedora película original se convierte ahora en un cineasta (que interpreta un magnético Denis Ménochet) que igualmente se impone en la relación con su amante y con su callado sirviente. Es la segunda adaptación que Ozon hace de Fassbinder -a quien considera una especie de “hermano mayor”- tras Gotas de agua sobre piedras calientes (2000), si bien aquella era un texto inédito y en Peter von Kant se atreve con una cinta emblemática del cine independiente.
En sus películas, Ozon siempre parte de un tema fuerte, en este caso la relación de dominación y sumisión de un cineasta y su actor, que aligera con cierto tono de comedia y su facilidad para la dirección de actores. Una perversidad naif que unas veces brilla más que otras, pero siempre cumple.
P.: Cinematográficamente, ¿en qué crees que te diferencias y en qué te pareces a Rainer Werner Fassbinder?
R.: Esa una buena pregunta. Descubrí a Fassbinder cuando yo era un joven estudiante que quería ser cineasta y me ayudó para saber la forma en la que quería trabajar. Es decir, mi impresión es que Fassbinder no pensaba en hacer cada vez una obra maestra. En ese sentido es el anti-Kubrick que hacía cada cinco o seis años una obra maestra, pero hizo diez películas en su vida. Fassbinder hizo 40. Si alguna salía mal, no importaba: solo importaba la siguiente y el trabajo. Fue algo que me liberó de la culpabilidad de pensar que no iba a estar bien. Sentí que era un poco como un hermano mayor que podía inspirarme en mi forma de trabajar.
P.: Peter Von Kant es un director de cine. ¿Hasta qué punto hablas de ti mismo?
R.: No me hago esta pregunta. Esta es una pregunta para los periodistas. Sí, necesariamente estoy yo, porque me identifico con el personaje. No intenté hacer un remake porque la película original es demasiado hermosa. Traté de dar una versión diferente. Cambié el género, para acercarlo a mí. La película de Fassbinder tiene una duración de 2 horas, la mía de una hora y 25 minutos. Corté cosas y transformé. Llevé mi sensibilidad francesa a un texto alemán así que, inevitablemente, es muy diferente.
P.: El director de la película tiene una relación sádica y masoquista con los actores, que estoy seguro de que nada tiene que ver contigo porque repites con muchos ¿Hay algún peligro a evitar en la relación con los actores?
R.: La diferencia es que Fassbinder estaba un poco confundido porque, bueno, se acostaba con sus actores. Mezclaba vida y trabajo. No es mi caso. Me gusta trabajar en la confianza y tener una relación sana y de amistar con los actores para que den el máximo. Trabajar en igualdad de condiciones. Así es como un actor como Denis Ménochet se atrevió a mostrar alguna faceta de su personalidad que normalmente no mostraría: porque confiaba en mí.
P.: ¿El director demiurgo ha muerto?
R.: El concepto del director demiurgo viene un poco de Francia y de la Nouvelle Vague. Y es verdad que en Francia los autores están en el centro de todo. Tenemos derecho al montaje final, mientras que en Estados Unidos no. Eso es positivo. Pero también está el aspecto oscuro de la relación jerárquica. Productores y directores tienen el poder. Yo lo tengo. Lo que me interesaba en la película es mostrar que Peter aprovecha su poder, su dominación y estatus, para seducir a Amir porque Amir no se interesaría en Peter si fuese carnicero. Acude a él porque es rico y un director famoso. Pero lo bonito de esta historia es que en un momento cambia la relación y la dominación: el Pigmalión de repente se vuelve sumiso a su Galatea, su musa, y es el sometido. Lo que demuestra que un director puede ser también muy frágil.
P.: Peter von Kant dice en la película que el dinero es enemigo de la creatividad. ¿Cuál es tu secreto para mantener la independencia y ser tan prolífico?
R.: Creo que tuve suerte porque como cineasta comencé en los márgenes hasta que llegó un éxito que me permitió tener una gran libertad en mis elecciones. Es suerte, pero al mismo tiempo está el hecho de conocer bien la economía del cine y la producción. Empecé con los cortometrajes en Super 8 con mi familia, he hecho comedias de situación y mi primera película se rodó como un cortometraje. La película fue un éxito y poco a poco entendí la economía: sé el precio de las cosas y creo que mis películas son bastante viables económicamente dependiendo de los temas. Por ejemplo, Peter von Kant sé que no va a ser un éxito de taquilla por lo que tiene un presupuesto pequeño. Creo que soy consciente de este aspecto económico. Es algo que enseñó en la universidad Éric Rohmer.
P.: Hay algo en la estética de la película que recuerda a Almodóvar, pero en Almodóvar hay mucha influencia de Fassbinder.
R.: Creo que somos parte de un grupo de cineastas que tienen las mismas influencias y los mismos gustos por el cine de Hollywood como el de Douglas Sirk. Yo descubrí a Sirk porque Fassbinder escribió textos bellísimos sobre sus películas. Y creo que Almodóvar también debió leer los textos de Fassbinder. Tenemos la misma estética, los mismos gustos y tal vez hasta los mismos deseos sexuales. Hay cosas que se mezclan, filiaciones. Es como una familia.