A partir de ahora, en cualquier momento, Estados Unidos puede solicitar la instalación de un panel de solución de controversias derivado de su reclamo por el trato discriminatorio a sus empresas del sector energético.
O bien, a partir de este momento, ambas partes pueden anunciar que han llegado a un acuerdo en las consultas solicitadas por el gobierno de Washington en el marco del acuerdo comercial trilateral, ese que por alguna razón conocemos como T-MEC.
Pasaron ya los 75 días que estaban marcados como el plazo mínimo para esas pláticas conciliatorias y tras el vencimiento de este tiempo reservado para platicas sin sanciones se desprenden dos noticias.
La buena, que los encuentros bilaterales no derivaron en una solicitud inmediata por parte de Estados Unidos para instalar un panel del que México difícilmente saldría bien librado y que se extienden las conversaciones ya sin plazos formales para tratar de lograr un acuerdo.
Y la mala es que dos meses y medio después de iniciar las pláticas no hay una respuesta clara y sin titubeos a los reclamos estadounidenses.
El nuevo plazo para seguir conversando ya no está marcado por el texto del T-MEC. La presión es ahora política, porque en poco más de un mes hay elecciones en Estados Unidos y si bien no hay una atención prioritaria a este tema por parte de la opinión pública estadounidense, los demócratas no querrán llegar a las urnas el martes 8 de noviembre con una indefinición o una derrota.
Tal parece que la verdadera negociación para enfrentar este dilema comercial internacional debe estarse dando al interior del primer circulo del propio presidente Andrés Manuel López Obrador.
Difícilmente la representante comercial de la Casa Blanca, Katherine Tai, llegará a la conclusión que vale la pena sacrificar los intereses de las empresas de su país, garantizados en el acuerdo comercial trilateral, en el nombre de que López Obrador pueda llevar a cabo su Cuarta Transformación.
Más bien, este tiempo extra en las negociaciones transparentan que dentro del bunker donde se toman decisiones en Palacio Nacional hay visiones altamente encontradas.
Los acuerdos contra la inflación están llenos de medidas, que, sin dejar ese toque de la propaganda populista, son prudentes y más bien neoliberales. Como determinar los salarios con base en el comportamiento inflacionario.
Pero en una bipolaridad difícil de entender, en el sector energético se mantienen medidas propias de un mundo que tiene 50 años que ya no existe.
Más que un debate ideológico, el Presidente debe recibir noticias de todo lo que ocurriría si México recibe sanciones comerciales tras un panel del T-MEC.
No deben ser muy sofisticadas las gráficas que le muestren de lo que le ocurriría al Producto Interno Bruto, a la inflación y al tipo de cambio si se mantiene la visión decimonónica de los Bartlett y las Nahle.
Si se optó por mantener el diálogo previo al arbitraje que tendría consecuencias devastadoras para las exportaciones mexicanas es porque se alimentan las esperanzas de que se pueda dar algún cambio en esa postura intransigente que ha mostrado el gobierno mexicano… o bien, la 4T solo quiere ganar un poco más de tiempo.
Visiones encontradas
Tiempo extra
En este tiempo extra en las negociaciones se ha visto que dentro del bunker donde se toman decisiones en Palacio Nacional hay visiones altamente encontradas.
Sanciones
Más que un debate ideológico, el Presidente debe recibir noticias de todo lo que ocurriría si México recibe sanciones comerciales tras un panel del T-MEC.
Conscuencias
No deben ser muy sofisticadas las gráficas que muestren lo que le ocurriría al PIB, a la inflación y al tipo de cambio si se mantiene la visión de Bartlett y Nahle.