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![Pérdida de la identidad nacional y monedas virtuales: ¡las dos caras de la misma criptomoneda!](https://cripto24.s3.amazonaws.com/media/uploads/2022/10/identidad-cripto-728x410.webp)
Por Mariela Januszewski, colaboradora invitada
No cabe dudas de que la tecnología ha extendido sus brazos cuán madre amorosa a prácticamente todas las actividades en las que se desempeña el ser humano. Y era lógico que en este sentido la economía no escapará de su influencia. El desarrollo actual del comercio empujó a las transacciones económicas a desarrollar nuevas formas de pago para agilizar estas operaciones en un mundo que no tiene tiempo para perder. Menos si se trata de ganar dinero y hacer negocios. Es entonces que llegamos al concepto actual y moderno de las criptomonedas y las billeteras virtuales.
Para entender mejor de lo que estamos hablando; haremos una breve descripción de estos conceptos.
La billetera virtual es un método de pago electrónico en el cual la personas pueden cancelar sus pagos rápidamente; sin tarjeta de crédito o débito; simplemente agrupan a las mismas en un lugar en digital para realizar compras en línea desde cualquier lugar del mundo sin necesidad de tenerla en la mano. Como podrán observar ya no sólo el amor es líquido; tal conceptualización sobre el mismo según Bauman; también lo son las transacciones comerciales.
El pago sale de un lugar “equis” para pagar en otro lugar “zeta”. Comprador y vendedor nunca se verán las caras. No sabrán como es el negocio o siquiera si el comercio existe y tan sólo se trata de un depósito o la mismísima casa del vendedor. Y entonces si hay una billetera virtual; hay una moneda virtual ( no existe bosque sin árbol, no?). Conocidas también como bitcoins; son medios de pago intangibles y descentralizados alternativos al dinero tradicional. A través de estas monedas digitales podemos realizar pagos a través de un cifrado digital que lo dota de seguridad sin necesidad de intermediarios. Esto ultimo hace que se posicione como una herramienta democrática de uso cotidiano; dado que no existe un organismo central que las regule constantemente como sucede con las monedas de metal o los billetes de papel que se encuentran regulados por Bancos Centrales a través de sus políticas monetarias.
Ahora bien, estas intervenciones pueden provocar fluctuaciones indeseadas en las economías tales como mayor emisión monetaria y su consecuente resultado que es la inflación. En tal sentido algunas criptomonedas suelen ser en un sentido contrario deflacionarias; dado que la demanda es baja aún ( no mucha gente conoce su operatoria; de modo tal que al momento existe un grupo reducido de personas, más bien dentro del sector de los jóvenes; que opera con ellas), gracias a lo cual el precio no se ve “empujado” al alza por dicho motivo. Y es que las criptomonedas no escapan de la clásica lógica del juego de la oferta y demanda a la cual se ve sometido cualquier otro comodity tal como el oro y el dólar. Que sea virtual no significa que no siga las mismas reglas de la economía tradicional y anticuada a pesar de su juventud.
Pero hay un punto en el que me interesa detenerme y es la globalización que conlleva este tipo de instrumentos. No hay un propietario que se pueda identificar, los pagos se realizan desde cualquier parte del mundo mientras se posea internet; y la modernidad así trae aparejado no sólo el anonimato (de hecho el creador de Bitcoin es un misterio en si mismo; se cree que su nombre es Satoshi Nakamoto; incluso se estipula que éste no sería su verdadero nombre sino un pseudónimo. El anonimato bien entendido comienza por casa) sino también el desapego a los símbolos que implican el uso de una moneda nacional.
La bandera; el himno de cualquier país no implica sólo representaciones visuales de una nación. Cuentan la cultura y más aún la historia de un país. Provocan la identificación de cada ciudadano con sus propias raíces e incluso sellan un compromiso con su patria. Más aún; nos permite a otro habitantes de países ajenos conocer un poco más de la historia de los otros. Un himno puede contar la batalla que llevo a la liberación de un país casi como si escucharemos un libro audio de historia. Cada símbolo cuenta a su modo una historia. Por ejemplo el escudo nacional mexicano se basa en la leyenda de Huitzilopochtli quien profetiza al pueblo azteca durante su migración desde Aztlán debían entonces buscar un lago en donde se posara un águila sobre un nopal con una serpiente entre sus garras. La bandera norteamericana lleva cincuenta estrellas las cuales representan cada uno de los estados que la componen. La escarapela Argentina fue creada a instancias de Manuel Belgrano a fin de diferenciar sus tropas de las realistas. Estos son sólo algunos ejemplos que nos permiten observar como a través de todos estos iconos se simbolizan parte de la historia de una Nación.
¿Pero que sucede con la moneda?
Es algo habitual ver en ella a nuestros grandes héroes patrios; forjadores de las naciones actuales e incluso lugares míticos de la historia en donde acontecieron sucesos trascendentales. De hecho en el adverso de la moneda de 25 centavos Argentina puede verse el icónico edificio del Cabildo de Buenos Aires; edificio que funcionó como cabildo colonial fundado por Juan de Garay en 1850 en la segunda fundación de Buenos Aires y que luego de la Revolución de 1810 se convirtiera en una junta de Gobierno que funcionó como tal hasta disolución en 1821 por el entonces gobernador de Buenos Aires Martín Rodríguez.
Y es así entonces como la llegada de estas monedas virtuales nos llevan a olvidarnos de nuestros próceres y nuestras instituciones, borrando de nuestras memorias aquellos hechos y aquellos personajes. ¿Acaso la globalización no sólo ha trascendido fronteras, también lo ha hecho con la historia?
De donde venimos y hacia dónde vamos es hoy aún más misterioso que nunca y ya no sólo en términos más filosóficos. No quiero que sea malinterpretado mi análisis. Lograr la comunión de todas las Naciones bajo premisas que nos unen y nos; igualen considero que es un objetivo más que interesante.
Ya lo dijo el enorme John Lennon en su tema “Imagine”: sin religiones ni límites tampoco para la humanidad. Yo intento ir un paso más allá y considero que la humanidad no debería conocer fronteras de ningún tipo para ningún habitante de buena voluntad. Izar como única y verdadera bandera la de la paz; el respeto y la igualdad entre todos los seres de este planeta. Derribar muros y construir puentes entre sociedades por más disimiles que éstas sean.
Que la globalización no sea sólo una excusa para engordar más rápido y sin trabas burocráticas algunos bolsillos. Globalizar el concepto pero de verdad en términos de aunar a la humanidad trascendiendo lo económico o político. Pero sin dejar de lado que los simbolismos de cada nación no son sólo personajes que están ahí inmóviles dibujados en una moneda. Nos recuerdan la historia de nuestros antepasados y muchas veces la necesidad de refrescar conceptos tales como libertad y progreso. Identificarnos a través de cualquiera de ellos no es encerrarnos en nuestros propios límites geográficos o mentales. Es conocer el pasado para aceptar el presente y planificar el futuro. ¿Y si las criptomonedas utilizaran como simbolismo a todos y cada uno de estos personajes universales en forma rotativa incluyendo científicos o escritores y poetas? ¿No sería esa una forma distinta de democratizar acaso la historia y la memoria de todos?
Globalización; identidad y memoria pueden convivir entre ellas tranquilamente e incluso hacer historia.
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Extracto de “Criptosía 20.22: La fantasía de vivir en un mundo con libertad financiera”, de Mariela Januszewski.
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