Gran parte de la dirigencia política habla de la gravedad de la situación social, e institucional, pero continúan echándose la culpa unos a otros de ser los iniciadores de los problemas. El llamado al diálogo por parte del Gobierno obviamente resultó fallido. Pero así como hay sectores del oficialismo que auténticamente creen que el diálogo es un comenzar a encontrar puertas de salida a la grieta, hay otros sectores que reprochan por lo bajo, incluso a Cristina la convocatoria al mismo. Por el lado de la oposición las cosas no están mucho mejor. Macri rechazando en forma pública a Larreta su inclinación al consenso y el diálogo, es un ejemplo en espejo de lo que sucede en el oficialismo. Mientras tanto los problemas de la sociedad continúan. Massa ha logrado cierta paz financiera no exenta de problemas con su frente interno visto lo sucedido con Pesce. Mientras tanto los temas sociales y los vinculados a la inflación esperan su turno. Los últimos datos de actividad y empleo son ambiguos, por un lado muestran un crecimiento de la actividad económica con una leve disminución de la desocupación, pero en paralelo crece la informalidad.
Las cifras publicadas por el Indec registran que entre quienes están empleados un 38% está en negro, a ello debemos sumarle un importante sector de cuentapropistas de bajos ingresos, lo que nos indica que hay millones de argentinos viviendo en la informalidad. Además, hay cerca de un 25% que teniendo trabajo con ingresos escasos presionan sobre el mercado laboral. A su vez entre los desocupados, muchos de ellos son jóvenes. La tasa de desocupación general es de 6,9%, pero entre los jóvenes llega a 13%. Es por ello que señalo la necesidad de mirar un poco más atentamente a los millennials, la generación nacida al calor de los últimos años de menemismo y la crisis del 2001, la que arrastra consecuencias hasta el día de hoy en un sector que no ha logrado salir de la vulnerabilidad social y laboral. Quienes intentaron asesinar a la vicepresidenta, son parte de esa generación.
Y debiéramos mirar en profundidad qué les pasa a unos jóvenes, que sea por idiotas útiles de alguien que los manipuló o por mutua decisión fueron capaces de planificar y poner en crisis la vida democrática del país. ¿Pero estos delincuentes son muy distintos a los que en Rosario matan por droga o roban con violencia en el Conurbano? Los podemos diferenciar en que unos, son delincuentes comunes y que los otros atentaron contra las instituciones, pero ambos son violentos, carecen de límites, no les importa la vida.
Para profundizar el tema recomiendo la lectura de una investigación cualitativa realizada en el año 2011 por Investigadores Sociales encabezados por Guillermo Pérez Sosto y Mariel Romero sobre Vulnerabilidad, Precariedad y Desafiliación de los jóvenes en el Conurbano Bonaerense.
Alguien podría decirme que 11 años son muchos. Claro que sí, pero todo lo que ha pasado es peor. Hoy tenemos más pobreza y al mismo tiempo, mayor uso por parte de los jóvenes de redes sociales y teléfonos inteligentes.
Lo que les termina generando una fuerte contradicción entre el mundo que les permite ver la tecnología y el que viven cotidianamente.
Los jóvenes vulnerables de la investigación culpaban a la crisis del 2001 como causante de muchos de los males que padece nuestra sociedad.
El cambio positivo lo asociaron a la reacción de la gente frente a la clase política: “el que se vayan todos. Subrayaban que la violencia, la inseguridad y la incertidumbre estaban permanentemente presentes, originando situaciones, que podían incluso provocar la muerte de las personas. “Principalmente la afectación de la vida cotidiana les generaba miedo, impotencia, estrés, depresión, inestabilidad, bronca, violencia, sensación de abuso”. Esas sensaciones persisten al día de hoy en las nuevas generaciones de vulnerables. Como dijo el sociólogo Robert Castell: “Hay una relación fuerte entre el trabajo y la integración social: cuando ésta falta o se degrada es también la relación con el entorno social en su conjunto lo que corre peligro de degradación”.
El rechazo de parte de los jóvenes socialmente vulnerables hacia las fuerzas políticas tradicionales y la búsqueda de alternativas por dentro del sistema democrático, debiera tranquilizarnos, pero cuando hay grupos que está mirando fuera del sistema sea mediante violencia, crimen, droga, la política debiera preocuparse”.
*Consultor y analista político.
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