El socialista Aarón Cano (València, 1972) es el concejal de Protección Ciudadana del Ayuntamiento de València, que gestiona los cuerpos de Bomberos, Policía Local, prevención y Protección Civil.
Técnico de gestión de Patrimonio Histórico del consistorio, aborda en esta entrevista cuestiones como la violencia machista, el botellón, la movilidad y ordenanzas como la de convivencia, que valora como “la más importante” que ha hecho el Ayuntamiento “en los últimos años”.
-Sabe que hubo mucha polémica por la ordenanza de PP y Ciudadanos en Alicante que multa prostitutas y personas que viven en la calle. En València la vigente ordenanza municipal sobre el ejercicio de la prostitución en la vía pública, de 2013 (del PP), también contempla sanciones por “ofrecer, negociar o aceptar servicios sexuales retribuidos en el espacio público”. ¿Por qué no se ha eliminado esto en siete años de gobierno?
Porque el régimen sancionador indica que a las mujeres prostituidas no se las sanciona. La ordenanza para evitar la prostitución en la calle ha servido para mucho, la prueba está que en Velluters había 21 pisos donde se ejercía la prostitución, y 14 locales, hoy solo quedan dos pisos que ya están en proceso de régimen de sanción. Pero nuestro reto no es la prostitución callejera, que en la ciudad de València es la excepción. Si realmente queremos plantear una lucha contra la prostitución, tenemos que ir más allá: qué más podemos hacer con esa que no es callejera, la de pisos. Creo que debe haber una ley que determine que la prostitución sea ilegal porque los derechos fundamentales no pueden estar en venta, pero tenemos que ver qué cambios tendrían que producirse en otros ámbitos competenciales para impedir que esas actividades puedan licitarse, porque en algunos burdeles con forma de hotel hemos hecho inspecciones y cumplen toda la normativa. Y sabemos perfectamente que dentro se ejerce la prostitución.
Pregunté si querían ejercer la prostitución y todas estaban deseando encontrar un trabajo de lo que fuera para salir de ahí
-En la Generalitat Valenciana ha habido discrepancias con este tema. ¿Están en el Ayuntamiento de València de acuerdo Compromís y PSPV en multar a los puteros?
Sí. La visión está clara. Hay varias asignaturas pendientes: está la prostitución invisible, que existe pero no la vemos, que es la de los pisos y hoteles, y la cuestión de las mujeres prostituidas. Antes de la pandemia estuve reunido con algunas de Velluters y les pregunté si querían ejercer la prostitución. Ninguna de ellas me dijo que estaba feliz, todas estaban deseando encontrar un trabajo de lo que fuera y como fuera para salir de ahí. No podemos quedarnos únicamente en la vigilancia de la prostitución callejera, en el “si yo no lo veo, ya no hay problema”.
-Con la nueva ordenanza de convivencia, ¿las multas acaban con el botellón o lo esconden y mueven a otro sitio?
Si mañana unos chavales se juntan en un parque con cinco botellas de whisky en silencio, ¿ya no pasa nada? Aquí hay dos problemas: la colisión con el derecho al descanso y el exceso de consumo de alcohol. Todos los informes dicen que a partir de la pandemia se ha disparado el consumo de alcohol entre los jóvenes. Y eso tiene unas consecuencias en el largo plazo durísimas. Con el alcohol hay que ir con mucho cuidado. Esta cultura del alcohol, de convertirlo en un elemento de socialización, que parece que si no vas con cuatro copas no te relacionas o que si no bebes no sales, tenemos que comenzar a trabajarla. Y no solo desde el punto de vista de la sanción, porque si a un chaval de 20 años le ponen una multa de 600 euros, sabemos que lo va a pagar el padre o la madre. La ordenanza de convivencia es inconclusa, nos va a dar muchas herramientas de mediación, trata de impactar en la cabeza de la gente, hacer entender las consecuencias que tiene para su vida el exceso de alcohol.
-Y las causas.
Insatisfacción, frustración por el futuro, dificultades… Hemos visto que este año es mucho menor el efecto del botellón porque el año pasado hubo “efecto champán”: “Voy a salir a darlo todo este fin de semana porque no sé si el que viene me van a cerrar el ocio”. Y así era todos los fines de semana. La gente ya entiende que hemos vuelto a la normalidad prepandémica en ese sentido, que mañana no le van a cerrar la discoteca y que puede dosificarse. Eso se ha notado.
-¿Por qué ha habido zonas en València con botellones de manera asidua en los que la policía ha tardado tanto en reaccionar? Pienso, por ejemplo, en de Benimaclet, que se repitieron durante meses ante la impotencia del vecindario, que no dejaba de llamar a la policía, con poco éxito.
No puedes impedir que la gente circule libremente por la calle y la norma dice que no puedes consumir alcohol en la calle, por lo que hasta que eso no sucede, no puedes actuar. Benimaclet no es una zona conflictiva, pero la ciudad vivió una eclosión, no fue en un punto en concreto. València tiene 800.000 personas, pero viven muchas más que no están censadas. En 2021 hubo una especie de “años 20” concentrados en unos meses. Los agentes de la Policía Local me decían que parecía una Nochevieja permanente. Todos los fines de semana parecían Nochevieja, cosa que la gente de la noche que llevaba muchos años no habían visto nunca. Este año ya no pasa eso.
En pandemia, los agentes de la Policía Local me decían que València parecía una Nochevieja permanente
-¿Faltaban efectivos?
No, es que había que atender otros lugares.
-Sobre el acoso e insultos en la calle, sancionado en la ordenanza de convivencia, ¿cómo se puede controlar? ¿Cómo puede una mujer, persona con discapacidad o persona migrante señalar al agresor, al que no conoce de nada?
Para mí la ordenanza de convivencia es el documento normativo que ha hecho el Ayuntamiento de València en los últimos años o décadas. Nunca antes ha habido un documento tan ambicioso. Que una chica pueda denunciar por acoso callejero es fundamental, porque eso no es un delito, no va a acabar en un juzgado, pero a ti te va a generar una inseguridad. Todas las personas tienen derecho a caminar a la hora que sea y donde sea con sensación de seguridad. Cuando he llegado a casa a las tres de la mañana no he tenido que llamar a mi mujer para decirle que voy por cierta zona y tengo uno detrás que me está mirando raro; mi mujer sí que lo ha hecho. Eso es intolerable. Ese acoso se denunciará ante la Policía Local y actuará aplicando sanciones administrativas que hasta ahora no había. Como en un accidente de tráfico, no hace falta que esté la Policía si hay testigos que lo pueden indicar. Hay una sanción donde antes no había nada, y muchas veces reaccionamos ante el temor a la sanción. El que piense que puede acosar a una chica o verter un insulto xenófobo en calle, ahora va a tener que pensárselo porque con un testigo está fastidiado y le cae una multa de 600 a 3.000 euros.
El acoso callejero no es un delito, no va a acabar en un juzgado, pero a ti te va a generar una inseguridad
-¿Con esta ordenanza se podría sancionar también a asociaciones o partidos políticos que hagan concentraciones racistas en la calle? Pienso, por ejemplo, en el acto racista e islamófobo que hizo España 2000 en Colón a finales de 2020.
Puede ser sancionado porque eso es denigración de las personas por razón de su origen o religión. También puede ser sancionada con la ordenanza la aporofobia. Por eso digo que es importante la ordenanza de convivencia: no nos hemos quedado en botellón y cacas de perro, que es lo que hubiera hecho el PP, sin meterse en la defensa de los derechos fundamentales. Esa es la diferencia entre la derecha y la izquierda.
-¿De qué manera se puede blindar que las personas migrantes aprovechen la ordenanza para denunciar acoso callejero e insultos? Sabemos que, especialmente en el caso de los que no tienen papeles, tienen temor a acercarse a una comisaría. Ha habido casos de deportación por denunciar un hecho.
Lo sabemos. Hay hay una dificultad y hay que ser conscientes de ello. Las personas inmigrantes que no tienen su situación administrativa regularizada siempre ven a los cuerpos y fuerzas de seguridad con temor por si son extraditados. Creo que se ve de manera diferente a la Policía Local que a la Policía Nacional, ellos lo saben distinguir, pero tenemos que seguir trabajando en esto. No estamos en la situación ideal. La gente tiene que saber que puede confiar en la Policía y sabemos que ahí hay un punto débil. Es un problema al que no sabemos encontrarle solución. Y vemos partidos de ultraderecha que utilizan la inmigración como arma arrojadiza en beneficio propio y para enfrentar a trabajadores contra trabajadores. Además, si lo miramos desde el punto de vista egoísta y meramente economicista, todos los informes nos están diciendo que con la natalidad que tenemos nos hace falta mano de obra. Y desde un punto de vista social, a mi me parece de una riqueza tremenda para València.
-El último informe del Ministerio de Interior sobre la seguridad en València revelaba que la ciudad es segura porque en 2021, respecto a 2019, bajaban todos los delitos que afectan a la seguridad de las personas, excepto las agresiones sexuales y los delitos contra la libertad sexual. ¿Cómo tenemos que leer los datos? ¿Realmente han aumentado las agresiones o es que las mujeres denunciamos más porque tenemos más confianza o estamos más empoderadas?
Yo creo que hay un antes y un después de “La Manada” [de Sanfermines]. Las mujeres ya no tienen que callarse ante eso. Creo que están pasando las dos cosas: hay más agresiones y hay más denuncias. Tenemos una muy mala gestión de la educación sexual. Los informes científicos dicen que los niños de 12 y 13 años tienen acceso al porno y ven porno, y creen que las relaciones sexuales son eso. Tenemos una violencia sexual que va asido a la falta de una educación afectivo-sexual evidente. Lo que la policía puede hacer es poner parches, reacciona frente a algo, pero tenemos que plantearnos qué hacer para evitar esas situaciones, para que cinco tíos no piensen que pueden coger a una chica y violarla. ¿Qué piensas para tener una relación sexual contra una persona? Es la dominación, tenemos qué está pasando previamente para que una persona quiera dominar a alguien. Tenemos una asignatura pendiente brutal.
Las personas inmigrantes que no tienen su situación administrativa regularizada ven a los cuerpos y fuerzas de seguridad con temor por si son extraditados. Tenemos un punto débil ahí
-Se rehabilitará una nave junto a la central para que el Grupo Gama tenga su propia comisaría. ¿Cómo mejorará esto la lucha contra la violencia machista?
La atención mejorará. Las mujeres que son víctimas de violencia de género tienen muchos problemas: económicos, psicológicos, normalmente son madres. Queremos tener un espacio que no sea una comisaría, atendido por policías, pero que no parezca una comisaría, y donde se sientan tranquilas, comprendidas. Es como si hubieran estado en una secta: necesitan un periodo de desprogramación porque han vivido meses y años con esas personas que les han maltratado psicológicamente. Nadie da una bofetada a la primera. Cuando un hombre lo hace es porque anteriormente ha habido un maltrato psicológico, si no, la mujer a la primera se va. Esa mujer tiene una imagen infravalorada de sí misma, le ha costado dar el paso por la dependencia económica que sufre del maltratador… en ese espacio físico las mujeres podrán estar hablando y el hijo tranquilamente jugando y pasándoselo bien, sin saber que está en un sitio donde la madre está contando lo que le hace el agresor. También tenemos que mejorar la vigilancia de la violencia de género. Recuerdo un caso en el que un hombre con pulsera de alejamiento cogía un autobús de línea que pasaba cerca del domicilio de la víctima y cada vez que lo hacía, pitaba; el elemento de protección acababa siendo de miedo psicológico: se acerca, se va, se acerca, se va… una tortura. Tenemos 1.300 mujeres con alguna orden de alejamiento en la ciudad de València, eso es una barbaridad. Y son las que lo han dicho.
-Hablemos de movilidad. Hay un aumento de la siniestralidad de los patinetes porque se ha incrementado mucho su uso y porque muchos usuarios son jóvenes sin formación vial. Usted ha defendido que sea obligatoria la matrícula y el seguro. ¿Qué solucionaría?
¿Se imagina coches sin matrícula y sin seguro por València? Sería un caos, pues esto lo mismo. El seguro ayuda al propietario del vehículo y a las posibles víctimas. De todas maneras, con el patinete tenemos que empezar a desmontar mitos: el patinete supone el 9% de todos los accidentes de movilidad de València, las bicicletas el 8%; el 83% es debido a vehículos de cuatro ruedas y motos. Del total de accidentes de patinetes, en el 96% las heridas son leves o solo hay daños materiales; solo el 3% son graves o muy graves. Y solo el 8% afecta a algún peatón. Eso no quiere decir que no haya que hacer nada, pero tenemos que enfocar bien el problema para dar las soluciones adecuadas. Sabemos que la movilidad ha cambiado y va a seguir cambiando. Estamos haciendo un cambio estructural importante, con un plan estratégico de la división de seguridad vial. A partir de ahí, estamos haciendo un análisis de la siniestralidad en València. Lo que no tenemos que hacer es buscar culpables, como hace la derecha. Tenemos que saber adaptarnos.
Tenemos que desmontar mitos: el patinete solo supone el 9% de todos los accidentes de movilidad de València
-Todos los días hay atascos en las principales arterias de València. ¿Qué solución ve?
Estamos en un cambio de paradigma en la movilidad. Los siglos no acaban cuando dicen los años; el siglo XIX no acabó en 1900, sino con la Primera Guerra Mundial y el derrumbe de los sistemas imperialistas. El siglo XX no terminó en 1999, yo creo que lo estamos finalizando ahora. Ahora mismo el cambio climático es nuestra Primera Guerra Mundial. La guerra en Ucrania va a ser un hecho coyuntural que durará un tiempo y afecta a la inflación, pero pasará; lo que es un hecho estructural es el cambio climático, que cambiará nuestro modo de vida y al que tenemos que hacer frente sí o sí si queremos seguir viviendo en este planeta. Y la movilidad es la más afectada, porque es uno de los elementos de mayor contaminación, como también lo son las industrias, el desequilibrio poblacional… no es sostenible que las ciudades acaparen el 80% de la población del planeta como se espera para 2050. Eso quiebra el equilibrio medioambiental. Si no hacemos frente al reto demográfico, los incendios de este verano serán el pan nuestro de cada día; se tiene que sacar rendimiento de los bosques, leña, tiene que haber cultivos, el monte se tiene que bancalizar… Todo esto es un cambio de paradigma. El cambio climático lo asociamos a cuestiones climáticas inminentes, como el calor del verano o las lluvias que vendrán, pero es que tendrá que cambiar actitudes radicalmente. Hay gente que todavía piensa que podemos volver a 1980. Eso se ha acabado. No tiene por qué ser peor, será diferente. Pero tenemos que cambiar hábitos y costumbres.
-Precisamente su partido, el PSPV, es el que impulsó y defendió la ampliación de la V-21, el acceso norte a València, cuyas obras están acabando ahora. ¿Comparte aquella decisión?
Tenemos que saber conjugar el presente con el futuro. Y ahora mismo tú no vas a reducir el flujo de vehículos por esas vías. Ese es el drama que tenemos. Por la CV-35 van a pasar los mismos vehículos, haya dos o tres carriles. Lo que tenemos que hacer es generar unas formas de movilidad colectiva mucho más sostenibles. Si hacemos un análisis de movilidad en la corona metropolitana, hay tanto trasiego en el área metropolitana, como entre el área metropolitana. La zona del bypass es la de tránsito de vehículos de carga pesada más importante de toda España. ¿Eso es ideal? No. Pero, ¿tenemos capacidad para pasar de eso a otro modelo alternativo? No lo tenemos, es un proyecto de muy largo plazo.
-Algunos argumentan que haciendo carreteras se fomenta que el tráfico sea más fluido y haga más atractivo ir en coche a los sitios.
Al final no será atractivo ir en coche a los sitios si tienes un elemento alternativo de movilidad. La movilidad es democracia. No puede ser que los que no tengan recursos no puedan moverse más allá del entorno en el que viven. Nuestro reto es corregir desigualdades, no que quien tenga un Tesla o un vehículo eléctrico que vale 50.000 euros sea el único que pueda moverse. Estamos haciendo un poco religión de la sostenibilidad, repartiendo culpas entre las personas, y hay que verlo todo: el cambio climático no es cosa de València, de Barcelona ni de Madrid, es de todo el planeta. Todos podemos poner un poco de nuestra parte, pero todo es proporcional a la capacidad que tienes y a lo que haces. Tiene que haber un cambio de paradigma. No puede ser que salga más barato fabricar algo en China, coger un barco, descargarlo en el puerto y moverlo, que fabricarlo aquí.
El aparcamiento en días de fútbol es un problema que tenemos que resolver
-Siguiendo con movilidad, desde hace años aparcan mal, sobre la acera, en zonas ajardinadas e incluso en rotondas, coches en los alrededores del Mestalla y del Ciudad de Levante en días de fútbol. Incluso, junto a la comisaría de Alfahuir, donde es difícil que la policía local no los vea. ¿Por qué existe esa permisividad con los conductores que van al fútbol?
Porque no hay alternativas, así de claro. Y porque muchos vehículos que vienen a València, son de fuera de València. En su momento se intentó hablar con la universidad para que se pudiera aparcar en la avenida de Tarongers, pero no se llegó a un acuerdo por cuestiones económicas. Es un problema que tenemos que resolver, es evidente. En los años que llevo en esto he aprendido que, si entras a sangre y fuego en un conflicto que además está asido durante décadas, no vas a solucionar nada. Lo que hay que hacer es buscar una solución, no comenzar a repartir boletines de denuncias. No es una cuestión de buena imagen o mala imagen de la ciudad, es una cuestión de movilidad de las personas que no van al fútbol y van a esas zonas. Tenemos que buscar una solución y espero que en la próxima legislatura podamos afrontar ese tema de una manera mucho más contundente.
-¿Qué soluciones estarían encima de la mesa?
Tenemos que buscar espacios de aparcamiento. Hay que desarrollar mucho más el acceso por medio de transporte público, con Metrovalencia y EMT. El Mestalla está bien comunicado, pero quizás se puede hacer algo más. El solar de Tarongers es un aliviadero de aparcamiento a cinco minutos del Mestalla muy importante. Tenemos que sentarnos, analizar, y en función de lo que observemos, tomar medidas.
-Han sido sonadas algunas discrepancias hechas públicas entre miembros del gobierno, de Compromís y PSPV, por temas como la ampliación del puerto, el nuevo Mestalla, la tasa turística o el PAI de Benimaclet. ¿Cree que el tono ha sido adecuado, más ahora de cara a unas elecciones?
Depende del día. Seguramente ha habido veces que hemos exagerado el tono, pero me niego a pensar que porque yo discrepe con una persona eso se asocie a un conflicto. La política es debate, todo lo que sea debatir está bien. Yo no soy un tipo de levantar mucho el tono ni de hacer declaraciones altisonantes. Tengo claro que esta ciudad se juega mucho el año que viene. De 2011 a 2017 la derecha gestionó una crisis y creo que la gente lo sufrió en sus carnes; ahora estamos en otra crisis, la provocada por la guerra en Ucrania y el acelerón de la crisis del cambio climático. Es cuestión de contrastar. A la derecha no le va a temblar el pulso: redujo las indemnizaciones por desempleo, las pensiones, se cargaron los convenios colectivos, la reforma laboral que aplicaron fue bestial, recortes en educación, recortes en sanidad… nada de eso tenía que ver con la situación de las finanzas del estado. Y lo hicieron, porque tienen un modelo político e ideológico claro. Que nadie piense que han desertado de ese modelo. Por tanto, nuestro reto ahora mismo, más allá de las discrepancias, es mantener los gobiernos progresistas porque nos jugamos mucho. ¿Acaso alguien piensa que Núñez Feijóo iba a pelearse en la Unión Europea por topar el precio de la energía?
Nuestro reto ahora mismo, más allá de las discrepancias, es mantener los gobiernos progresistas porque nos jugamos mucho