ANÁLISIS | Cómo la reina Isabel II se mantuvo relevante y transformó la monarquía
“Declaro ante todos ustedes que mi vida entera, sea larga o corta, estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos”.
Esta frase, que Isabel II pronunció en su cumpleaños número 21, define su reinado como pocas otras lo hacen. En los siguientes cinco años ascendería al trono y se convertiría en la monarca con el mayor tiempo de servicio en la historia de Gran Bretaña.
Isabel II dedicó su vida al servicio. Y eso explica por qué nunca abdicó al trono, incluso cuando muchos de sus contemporáneos más jóvenes lo hicieron. Entre febrero de 2013 y junio de 2014, cuatro monarcas europeos dimitieron: el papa Benedicto XVI de la Ciudad del Vaticano, la reina Beatriz de los Países Bajos, el rey Alberto II de Bélgica y el rey Juan Carlos I de España.
Isabel, una cristiana devota que pocas veces faltó un domingo a la iglesia, resistió el éxodo por la promesa que les hizo no solo a sus súbditos sino también a Dios. Hay una pista de ello al final del discurso por sus 21 años: “No tendré fuerzas para llevar a cabo esta resolución sola a menos que ustedes se unan a mí, como ahora los invito a hacer: sé que su apoyo será indefectible dado. Dios me ayude a cumplir mi voto, y que Dios bendiga a todos los que estén dispuestos a compartirlo”.
Incluso cuando su esposo, el príncipe Felipe, se jubiló en 2017, Isabel continuó con sus compromisos públicos y trajo a otros miembros de la familia para que la acompañaran según fuera necesario. Apenas unos días después de la muerte de Felipe en 2021, reanudó sus funciones oficiales con el nombramiento de nuevos embajadores en el Reino Unido.
Isabel entendió el poder de los medios de comunicación desde una edad temprana, y aprovecharlo se convertiría en otro tema clave de su reinado. Ese discurso en su cumpleaños número 21 se grabó no solo para la radio sino también para el medio emergente de la televisión. Para su coronación en 1953, solicitó personalmente que se permitiera el ingreso de cámaras a la Abadía de Westminster con el objetivo de transmitir la ceremonia en vivo.
Es bien sabido que la gente salió a comprar televisores para poder ver el evento. Fue un momento sacrosanto que el público nunca antes había podido presenciar; recordaron dónde estaban y a quién miraban. La reina había inventado sin darse cuenta la televisión de eventos. Lo único que quería era que la mayor cantidad de gente posible se sintiera parte de eso
Una frase atribuida con frecuencia a Isabel II era que “tienen que verte para creerte”. Entendió que no bastaba con salir en público, sino que allí había que dejarse ver. La televisión le dio una mayor audiencia y cuando se introdujo el color, usó tonos más brillantes para destacar.