Carlos III de Inglaterra, el sucesor en el trono británico, será proclamado este sábado rey en el palacio de Saint James, en Londres. En su primer discurso a la nación, el primogénito de Isabel II, ha prometido servir al pueblo británico “con respeto, lealtad y amor”, así como honrar la memoria de su madre, que falleció el jueves, a los 96 años, tras más de 70 como reina. El Informativo 24 horas de RNE entrevista a John Carlin, periodista, escritor y conocedor de la realeza británica y del reinado de Isabel II, sobre la figura de Carlos III y cómo podría evolucionar la imagen de la Corona británica.
Pregunta: ¿Qué opina del discurso del nuevo rey Carlos III?
Respuesta: Yo creo que estuvo bien. Yo no soy super fan de Carlos. No es una persona que me emocione especialmente o me inspire enorme respeto, pero sería mezquino no decir que realmente lo hizo muy bien. El tono estuvo perfecto, tuvo punto de gravedad, de solemnidad y también hizo muy bien en dedicar la mayor parte de su discurso a la proeza de 70 años de su madre. Tamién hizo bien en mencionar a su esposa, a sus hijos, así como extender sus palabras, no sólo a sus súbditos británicos, sino que a todo el mundo, ya que la reina fue una figura global. Evidentemente pretende ser algo parecido a ella, pero le va a costar.
P.: ¿Ves capaz a Carlos III de mantener la fortaleza de la corona británica como su madre?
R.: Yo creo que va a ser muy difícil. Sin duda, en las últimas 12, 24 horas desde que se anunció la muerte de la reina Isabel, la monarquía británica es más frágil. Yo no digo que vaya a desaparecer ni mucho menos, pero que Carlos logre tener ese consenso casi absoluto en Reino Unido y con los países de la Commonwealth acerca de su persona, va a ser complicado.
Va a ser más difícil aún que genere el entusiasmo mundial que hemos visto ahora con la respuesta a la muerte de la reina. Lo importante es que mantenga la serenidad, que no meta la pata, como ha hecho en algún momento en su pasado, y que tiene la suerte de contar con el apoyo de la reina consorte Camila. Para mí, Camila es el gran personaje de la familia real, es la ‘crack’ y creo que va a ser un gran apoyo a nivel personal, íntimo y también en sus apariencias públicas.
P.: ¿Por qué dices que Camila es una ‘crack’ para ti?¿Qué te inspira esta idea?
R.: La conocí una vez, muy en breve, pero esto no es tan relevante. La he observado en muchas apariencias públicas y es una persona que siempre parece dar con el tono adecuado según las circunstancias. Puede ser muy simpática, muy risueña, muy campechana, pero al mismo tiempo, cuando toca ser serio y solemne, lo es también.
Además, es alguien que da la impresión de haber vivido mucho y haber aprendido mucho. Rebosa sabiduría, sagacidad. A mí me parece una mujer muy interesante con la que, de todos los miembros de la Familia Real, por decirlo de esta manera, con la que más me gustaría compartir una cena, si tuviera que elegir una persona de todos los príncipes y princesas, elegiría a Camila.
P.: Hoy has escrito un artículo en La Vanguardia, donde destacas que la muerte de Isabel Segunda deja huérfanos a todos los británicos.
R.: Lo que dije, para ser más exactos, es que en mayor o menor medida, dejó huérfanos a prácticamente todos. Lo interesante de la reina es cómo logró un consenso de afecto en todas las tendencias política: gente de izquierda, gente de derecha, incluso independentistas escoceses. Todos compartían un afecto por ella y todos, en mayor o menor medida, la veían como la madre de la nación.
P.: ¿Crees que de alguna manera, tal como en España se decía durante mucho tiempo que había más ‘juancarlistas’ que monárquicos, también en el Reino Unido había más isabelinos o isabelistas que monárquicos?
R.: Sí. Puede ser, puede ser. Por eso creo que Carlos tiene una ardua tarea para lograr todo este consenso nacional que tuvo su madrea acerca de su persona. La reina Isabel ha sido la monarquía británica hecha carne en una persona diminuta y digna como fue ella.
P.: No se definía nunca políticamente. Evidentemente no podía, pero tampoco se inmiscuía públicamente o no trascendió como sí lo ha hecho en algunas ocasiones el actual rey Carlos III. ¿Eso puede marcar también su reinado? ¿Crees que como rey dejará de hacer aquello que se atrevió a hacer como príncipe?
R.: Sí. Interesante pregunta, porque está claro que parte del secreto del éxito de reina, como escribí en la columna de La Vanguardia a la que te referiste, fue que se calló la boca, por decirlo de manera un poco burda. No expresó sus opiniones sobre nada, ni de política, ni de cine, ni de música, ni de naturaleza, ni de fútbol, ni de nada. Esto ayuda porque se convierte en una especie de página blanca en la que toda la gente puede proyectar la imagen que cada uno quiera.
El príncipe Carlos se ha definido un poco más, se lo ve con un punto más progresista, por ejemplo, en temas ecológicos. Por otro lado, se ha hablado mucho de arquitectura y ha criticado la arquitectura moderna. Es decir, se ha pronunciado sobre varias cosas de una manera que no lo ha hecho su madre y va a ser interesante ver si ahora imita su ejemplo o se convierte en un rey algo más activista.
P.: Es evidente que durante el reinado de Isabel II se fueron perdiendo también adeptos a la Corona y sobre todo, adeptos al Reino Unido y a la Commonwealth. Algunos de los países que todavía conforman este anillo internacional mostraron ya últimamente su idea de que quizá sería el momento de ir pensando en independizarse. Por ejemplo, se escuchó en Australia. Tú crees que estos países como, por ejemplo, este o Jamaica pueden aprovechar estratégicamente el cambio de la reina al rey para hurgar en este elemento?
R.: Primero hay que tener cuidado con la palabra ‘independizarse’ ya que ya son países independientes, pero es verdad que, a nivel simbólico, la reina sigue siendo la jefa de Estado de, por ejemplo, Australia. Yo creo que en el Reino Unido va a empezar a surgir un poquito el movimiento republicano ante el monárquico, tal vez también en Escocia, que antes no hubo. También, creo que, en ciertos países de la Commonwealth, que todavía tienen a la reina como jefe de Estado simbólico, pueden empezar a rebelarse. En Australia, creo que es el país donde hay que fijarse y creo que es una forma de medir si Carlos logra seguir los pasos de su madre, va a crecer o a mantenerse igual.
P.: La vida de Carlos es sobradamente conocida y ha sido retransmitida a través de muchos espacios y de revistas del corazón. ¿Puede verse de alguna manera enturbiada ahora también por su propio pasado sentimental y a la vez por la discordia entre sus dos hijos, uno de los cuales hay ya proclamado como heredero?
R.: Yo creo que el tema de su pasado sentimental, algo turbio, ya se ha pasado página. Fue un tema hace 20 ó 25 años y cuando llegó Camila se la vio con cierto recelo a nivel público. Creo, sin embargo, que Camila ha logrado conquistar a la mayor parte de la gente y que de eso se ha pasado página y no creo que le vaya a generar problemas.
Ahora su hijo Harry y su esposa Meghan sí que son un problema. Se han convertido en los rebeldes de la Corona y están ahí lanzando, digamos, granadas retóricas verbales contra la familia real. Eso va a ser algo que le va a molestar bastante. Una cosa que dijo Carlos III en el discurso de hoy fue que extendía su amor a Harry y a Meghan. Yo creo que es el único punto en el que podemos decir que estuvo económico con la verdad. Seguro que siente amor por Harry, porque es su hijo, pero amor por Meghan estoy segurísimo de que no es cierto.