Favorita de cara a las elecciones del 25 de septiembre, la candidata conservadora alterna las propuestas «de sentido común» con la mano dura con la inmigración
Con la tranquilidad que le otorga
liderar las encuestas con cerca del 25% en intención de voto,
Giorgia Meloni afronta la campaña de cara a los comicios que se celebran en Italia el próximo 25 de septiembre con la ambición de acaparar el electorado conservador y mostrar que su partido, Hermanos de Italia (HdI), ha dejado atrás su origen posfacista y es una fuerza política moderna y democrática.
No asustar a los electores de la derecha moderada constituye el gran objetivo con el que Meloni espera convertirse en la próxima jefa de Gobierno de Italia, aunque al mismo tiempo trata de galvanizar a los votantes más radicales garantizándoles que no le temblará el pulso a la hora de afrontar temas calientes, como la inmigración. Pretende así consolidar el liderazgo que le vaticinan los sondeos entre el bloque conservador, del que también forman parte la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia, el partido del incombustible Silvio Berlusconi.
Ese dualismo estuvo muy presente en el mitin que la presidenta de HdI ofreció este miércoles en L’Aquila, la ciudad del centro de Italia en cuya circunscripción uninominal se presenta como candidata. Con una gran capacidad de oratoria en la que alternaba los momentos de alto voltaje, en los que parecía al borde del infarto, con otros en que se mostraba con aires de estadista y algunos incluso en que parecía una cómica, Meloni se metió en el bolsillo a los militantes y simpatizantes congregados en un céntrico parque de esta ciudad golpeada por el terremoto de 2009 que dejó más de 300 muertos.
«Son cosas sensatas, de sentido común», repitió una y otra vez al explicar algunas de las decisiones con las que pretende «volver a levantar a Italia», como afirma en el lema de su campaña electoral. Prometió reducir la presión fiscal, que llega al 47% y lleva al Estado a «pedir el ‘pizzo’ para dejarte trabajar», dijo, refiriéndose al impuesto que cobran los mafiosos en los territorios que controlan.
Lanzallamas
También aseguró que relanzará la ‘Marca Italia’, defenderá las excelencias empresariales nacionales, propiciará la meritocracia, impulsará la generación de energías limpias y mejorará el acceso al mercado laboral para los jóvenes. Fueron esos sus momentos de tono más moderado, en los que resultaba difícil no estar de acuerdo con ella.
El lanzallamas se lo guardó para atacar a la izquierda y al Movimiento 5 Estrellas, sus rivales políticos, y sobre todo a la hora de hablar de inmigración, el tema con el que más se calentaron los asistentes al mitin. Primero criticó con dureza a los extranjeros que abren negocios en Italia y que, según ella, «hacen competencia desleal» a los italianos porque no pagan impuestos y luego desaparecen. «¡A ver si va a encontrar Hacienda al chino entre los 1.000 millones de chinos!», dijo a voz en grito, para censurar más adelante a la «izquierda buenista» por haber mezclado «dos materias que son muy diversas»: los refugiados y los migrantes. «El derecho a asilo es para quien escapa de la guerra. Es como ha pasado con Ucrania, como hemos visto con las mujeres y los niños huyendo. Es una imagen muy distinta de las barcazas llenas de hombres que no escapan de la guerra», comentó entre aplausos y vítores de sus seguidores.
Los participantes en el mitin acabaron encantados con Meloni. «Es la única en este escenario político que tiene las ideas claras. Todos los demás políticos son vendedores de humo, dicen solo mentiras», contaba Paolo Frizzi, un jubilado de L’Aquila que acudió acompañado de su esposa, Rosetta. «Con Meloni Italia se volverá a levantar, es lo que todos esperamos», afirmó la mujer.