El último plebiscito en que Chile rechazó la propuesta de nueva Constitución ha puesto nuevamente sobre la mesa el debate sobre el sistema de voto obligatorio en ese país. Y es que llamó la atención la gran diferencia entre la opción “apruebo” y “rechazo” con más de tres millones de votos. Una de las razones, coinciden varios analistas, fue el paso del voto voluntario al obligatorio, luego de diez años.
Pero, ¿cómo es el panorama en el resto de América Latina? En esta región son 10 los países que tienen un mecanismo de voto obligatorio: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, México. Honduras, Paraguay, Costa Rica, Perú y Uruguay. Un número considerable, tomando en cuenta que a nivel mundial son 27 los países con el mismo sistema. De hecho, en Europa, solo Bélgica, Liechtenstein y Luxemburgo no cuentan con voto voluntario.
Diez países latinoamericanos tienen voto obligatorio.
Sin embargo, es necesario precisar que, en el caso de México, Honduras, Paraguay y Costa Rica, pese a que han establecido un sistema de voto obligatorio, este no es del todo aplicable, debido a que allí no existen sanciones si el elector decide no sufragar.
El riesgo de la abstención
Para ahondar en el tema, DW consultó a tres expertos sobre las ventajas y desventajas de tener un mecanismo de voto obligatorio. Salvador Mora, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, México, señala que “el determinar el voto obligatorio en América Latina es parte de un impulso por coercionar la participación, en un contexto de sufragio universal, para consolidar el proceso de democratización”. En cuanto al voto voluntario, indica que “hay que valorar que una forma de participación es el silencio y, con ello, la aprobación por omisión que los ciudadanos pueden expresar al no concurrir a las urnas”.
Del mismo modo, sobre aquellos países en que existe una sanción por no ir a sufragar, Mora opina que, ante ese escenario, el votante verá la votación “como un trámite engorroso” que, además, se suma a un costo monetario.
La cientista política y estudiante de doctorado Javiera Arce, del University College London, sostiene, por otro lado, que el voto voluntario también puede tener desventajas en un proceso democrático. Según la experta, con este mecanismo “se puede dar el riesgo de ser proclive a un clientelismo político, o bien, a generar dependencias de las políticas públicas de ciertos sectores”. Además, ante la idea de que el voto voluntario podría influir en el recambio de la clase política, Arce no está del todo de acuerdo. Pone como ejemplo el caso de Chile donde, asegura, “no cambió demasiado la oferta política” tras el establecimiento del voto voluntario.
En tanto, Miguel Ángel Herrera, doctor en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, añade que hay que tomar en cuenta que los países en que no existe un sistema de voto obligatorio tienden a tener “altos niveles de abstención”.
Sin embargo, Herrera va un poco más allá del tipo de mecanismo y apunta a la necesidad de que los países de América Latina sean también capaces de dar las garantías necesarias a sus electores al momento de votar. “En Colombia, por ejemplo, hay una inmensa desigualdad para que los votantes vayan a sus locales de votación, sobre todos para los campesinos y las minorías étnicas. Son entre ocho y nueve millones de votantes que, por problemas de movilización u otras razones, no pueden ir a votar”, dice.
Más allá de que el sistema de votación sea obligatorio o voluntario, todos coinciden en la importancia de las propuestas y el incentivo de mejorar la percepción de los votantes, para lograr una mayor participación ciudadana en las elecciones.
(ers)