Emil Kendziorra (a la izquierda) está detrás de la empresa Tomorrow Biostasis, que ofrece la criogenización a quienes creen que podrán volver a la vida en el futuro
La idea de congelar a alguien después de muerto para revivirlo en el futuro y resolver, llegado el caso, los problemas de salud que le costaron la muerte, no es nueva.
De hecho, se lleva haciendo durante décadas, sobre todo, en Estados Unidos. De ahí que corran leyendas urbanas tan oídas como que el mítico productor de cine Walt Disney se sometió a esa congelación – o “criogenización” según el término que recibe dicho proceso – tras morir el 15 de diciembre de 1966.
En Berlín, hay alguien decidido a que eso de criogenizarse no sea una excentricidad asociada a gente pudiente de Estados Unidos. Se llama Emil Kendziorra. Es un empresario y médico de formación de 35 años que está detrás de Tomorrow Biostasis. Así se llama la empresa que él fundó en 2020 para ofrecer en Europa servicios de criogenización para quienes crean en una vida en el futuro después de la muerte.
No son muchos los interesados en esos servicios. Pero haberlos, los ahí. Y para ellos está Tomorrow Biostasis en Berlín, aunque la firma también está presente en Ámsterdam y pronto, dicen, llegará a Zúrich y Estados Unidos. Al otro lado del Océano Atlántico, a finales de 2015, se decía que el sector de la criogenización estaba viviendo un auténtico “boom”, según recogían en el diario británico The Guardian.
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En Europa, Kendziorra no parece precisamente estar apostando por un mercado próspero. “No nos consideramos un mercado en nuestro sector. No estamos aquí para hacer dinero”, dice a NIUS el fundador de Tomorrow Biostasis. “Nadie ha hecho dinero con esto, nunca. Pero eso, en todo el mundo, 4.500 personas, más o menos, han firmado para criogenizarse. Es un mercado muy pequeño. Esas 4.500 personas no se han inscrito ahora, sino a lo largo de 50 años”, abunda.
Kendziorra explica haber llegado al que parece un mal negocio por aspiraciones puramente científicas. “Estamos aquí para hacer avanzar la criogenización”, señala este hombre licenciado en medicina y con pasado en la investigación contra el cáncer.
“Yo no estudié medicina para trabajar en un hospital o en una clínica. Yo quería trabajar en la investigación. Mis años en la universidad los pasé haciendo investigación en el laboratorio”, explica el fundador de Tomorrow Biostasis. “Hice mucha investigación en el cáncer, básicamente tomando perspectivas innovadoras. La idea era ser investigador cáncer para luego hacer investigación sobre longevidad”, abunda.
La longevidad es el gran tema que parece preocupar a Kendziorra. Y precisamente el modo en que la ciencia académica se ocupa de esta cuestión parece haberle empujado hacia la criogenización, algo que Kendziorra defiende como un campo de investigación científica pero que no pocos critican por ser una “falsa ciencia”.
“Criogenizar es un proceso muy complejo. No estoy seguro a ningún porcentaje”
Entre los argumentos contra la criogenización suele apuntarse que en la conservación a muy bajas temperaturas de los cuerpos de los fallecidos, las células y tejidos sufren daños, tantos que cabe preguntarse si, en caso de que sea posible resucitar al sujeto conservado, éste podrá guardar la integridad física y mental que perdió en su momento.
Kendziorra no elude el debate cuando se le plantean las dudas que genera la actividad de Tomorrow Biostasis. “Criogenizar es un proceso muy complejo, es supercomplejo. Yo no estoy seguro a ningún porcentaje. Pero mi planteamiento es el siguiente: con lo que hacemos hay posibilidades que son mayores que cero. Algo más que cero”, dice Kendziorra.
“En principio, podemos preservar estructuras neuronales. Hemos podido mostrar que podemos preservar estructuras del cerebro. Por su puesto, en este proceso hay daños. Pero este daño puede reparase en el futuro”, añade.
Esperar al “futuro” pare resucitar
“En el futuro”. En eso tienen mucha fe en Tomorrow Biostasis y, seguramente, los que hoy día ven en la criogenización una forma de superar la muerte. Porque, precisamente, “en el futuro”, también es condicio sine qua non que haya generaciones futuras capaces de revivir a los muertos criogenizados además de estar interesados en hacerlo.
“Si miras en el futuro, la sociedad se ha hecho cada vez más respetuosa con los deseos del individuo. Ahora tenemos una sociedad en la que cada persona tomas sus propias decisiones y que se preocupa porque cada uno cumpla sus deseos. Tal vez en 200 años habrá una sociedad que esté tan avanzada tecnológicamente que no le cueste mucho revivir un cuerpo criogenizado”, plantea Kendziorra. “Se puede argumentar que se sentirán moralmente obligados de traer alguien a la vida, si ese fue su deseo en el pasado”, agrega.
Con todo, ni él ni en Tomorrow Biostasis parecen confían al cien por cien en las generaciones futuras que lidien con los muertos criogenizados. Por eso es clave en la iniciativa empresarial de Kendziorra esté asociada a la creación de una fundación, la Fundación Europea Biostasis (EBF por sus siglas inglesas), ubicada en la comuna suiza de Rafz (norte de Suiza).
Criogenizarse cuesta 100.000 y 200.000 euros y una membresía
Allí mismo tiene Kendziorra las instalaciones en las que se conservan los cuerpos criogenizados, preservados en sistemas que usan nitrógeno líquido, elemento que en ese estado que alcanza los menos 200 grados centígrados. Para acabar Rafz en manos de la EBF, hay que pagar una cantidad aproximada de entre 100.000 y 200.000 euros, según los cálculos de su compañía.
Tomorrow Biostasis plantea a sus futuros “pacientes” – según los llaman Kendziorra y compañía – cuotas de membresía para su iniciativa de 25 euros al mes a los que hay que sumar la reserva y almacenamiento del cadáver.
Resulta contraintuitivo, pero entre los ‘miembros’ que dice tener Kendziorra y compañía no se cuentan grandes proporciones de gente mayor pudiente que ven venir el final de sus días. “De media tienen 35 años. Están entre 30 y 45. Los hay científicos que trabajan con computadoras, doctores, consultores, pero es que estamos hablando de gente de un amplio espectro. Son gente, en general, muy saludable y sin condiciones de riesgo, ni medicaciones”, explica el fundador de Tomorrow Biostasis.
“Son gente muy curiosa sobre el futuro, quieren ver cómo será el futuro, al que ven con ojos muy optimistas”, agrega Kendziorra. Y tanto. Creen tener un “plan b” para volver al mundo después de la muerte.