Estado de México
La lactancia es una etapa llena de retos para las mujeres, no importa si cuentan con asesoría e información sobre esta fase pues, pese a todos los avances, persisten los tabúes; en contraste, esta etapa también es la consolidación de un lazo afectivo entre madres e hijos que parece no tener igual, es ahí que surgió Joyalacta, un negocio en el que convierten gotas de leche materna en una piedra preciosa para decorar aretes, pulseras o mancuernillas.
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En el Estado de México, uno de cada tres recién nacidos es alimentado con leche materna, aunque se ha fomentado esta práctica a través del Banco de Leche materna del Hospital Perinatal Mónica Pretelini Sáenz. Al año, se benefician 7 mil 500 bebés con leche materna donada por un promedio de 10 mil 800 mamás, que en aproximadamente habrán entregado 8 mil 500 litros de este alimento.
Natalia González Martínez estudió diseño industrial y llegó a este negocio gracias a la fundadora Victoria Molina, quien durante su primer bebé, se dio cuenta de todo lo que debe enfrentar una mujer cuando decide lactar, pues si bien contaba con todo el conocimiento sobre la técnica, no fue tan sencillo como lo plantean los libros.
Ella se dio cuenta que pocas personas se dan la oportunidad de hablar sobre el tema, ni siquiera entre las mamás, por lo que decidió hacer un recuerdo sobre su propia lactancia y fue así como creó un proceso para solidificar la leche y convertirla en una piedra que luego incrustó en plata u oro y que la ha acompañado a lo largo de su maternidad.
La demanda de estos productos ha ido creciendo junto con la fortaleza y determinación de las mamás por abordar el tema y abrirlo a toda la gente, en Joyalacta es posible encontrar figuras de corazón, perlas, símbolos de infinito, coronas y hasta árboles, que van de los cinco milímetros a los 2 centímetros y se engarzan en figuras que bien puede pedir personalizadas la interesada o elegir del catálogo conformado.
“Me da una sensación muy agradable ser la encargada de seguir con este negocio, porque me parece que hablar de lactancia es feminista, es proveer la vida y resaltar la libertad de elegir cómo queremos relacionarnos con nuestros hijos. Es una labor maravillosa, en la que recibimos un elixir que se ha comparado con el oro en algunos países”, comentó la diseñadora.
Las formas van desde letras del abecedario, corazones, perlas, entre otras, que se conforman de 1 onza de leche materna y que sirve para tres piezas. El proceso toma cuatro semanas, la leche se somete a un proceso de enfriamiento o congelación del que se extrae la grasa, para después combinarla con diversas resinas, que darán la consistencia adecuada al alimento, para poderla montar en oro de 14 kilates, acero inoxidable o plata.
Para Natalia, uno de los trabajos que más recuerda fue una clienta que mandó a hacer mancuernillas para su marido y que utilizó en una boda en España, en donde la gente preguntaba sobre el tipo de piedra del que se trataba, por su brillo y lo armonioso de la joya.
“Creo que este tipo de trabajo es maravilloso, porque me ha dado la oportunidad de conocer todo tipo de lactancias, desde las que fueron sencillas y fluyeron sin problemas de mordeduras o dolor, hasta las que se han prolongado por cinco años y que todas son igual de valiosas”, dijo.
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