En los últimos años se le ha querido dar un enfoque lastimoso, por no decir penoso, a la cada vez más incrementada inmigración de haitianos hacia la República Dominicana, quienes inmisericordemente cruzan la frontera dizque para combatir la pobreza extrema, una vulgar y desacertada mentira, si nos detenemos a analizar los primeros años en que los haitianos comenzaron a invadir nuestro país.
De ser como promueven sectores que aúnan esfuerzos por la unión de las dos islas, pues Haití no existiera, sus habitantes estarían sepultados por la desigualdad de la pobreza, ya que desde el 1916 han invadido el país ilegalmente. Que conste, en esos años la pobreza no era extrema en la referida isla- según la historia- era mínima. ¿O a caso los haitianos, desde que se fundó el país, han vivido siempre en la pobreza?, todo lo contrario, ellos eligieron la pobreza para vivir de ella.
Para esa época en que tropas norteamericanas invadieron a nuestro país, los nacionales comenzaron a invadir; sin embargo, también es preciso destacar, que nuestras autoridades gubernamentales son culpables de las constantes invasiones patrocinadas por cientos de miles de hombres, mujeres y niños de la raza negra, quienes circulan por las calles inmisericordemente y violentando las Leyes.
¿Quién dijo que no se puede? Claro que los países, (no precisamente República Dominicana), pueden y tienen derecho a aceptar nacionales de otros países como exiliados políticos, como turistas y de otras índoles, eso no tiene discusión, pero ninguna otra nación está, ni puede ser obligada a hacerse cargo de los problemas de otros.
El tema de la inmigración haitiana y de otras nacionalidades en República Dominicana, no puede debatirse desde puntos adversos, mucho menos mediante tratativas interesadas y respondiendo a presiones de personas influyentes que regentean “organizaciones sin fines de lucros”, NO, para eso están las Leyes migratorias y solo hay que aplicarlas con justicia.
Hoy día la inmigración haitiana tiene su epicentro en nuestro país, donde se habla de racismo y maltratos hacia esos nacionales; en tal virtud, parece que los “denominados maltratos” no les afectan, por las razones siguientes: (a) no pagan impuestos, ejercen abiertamente sus actividades comerciales, (b) cavilan por los hospitales como si fueran dominicanos, cuando realmente no lo son, (c) trafican armas y drogas sin control y (d) asesinan a dominicanos que les hacen el favor de darles albergues. ¿Entonces? No existe tal maltrato y violación a sus derechos, a pesar de imbuirse en un país que no les pertenece.
Inmigración, violencia y pobreza
El principal problema de la violencia es la pobreza, la cual en los últimos años es socorrida por bandas haitianas que han tocado suelo dominicano e inesperadamente atracan y asaltan, dejando secuelas personas indefensas asesinadas, muchas veces en complicidad con allegados al propio gobierno. Si a los presidentes que han gobernado a Haití les interesara la paz debieran invertir en la reducción de la violencia, creando estabilidad mediante la creación de empleos, no así promoviendo la pobreza como justificación para que sus nacionales emigren a otros países, en el caso que nos confiere, República Dominicana.
En estos tiempos atosigados por la tecnología, donde los jóvenes prefieren las redes sociales para enterarse de asuntos que riñen contra la moral y las buenas costumbres, sería interesante que los gobiernos haitiano y dominicano promuevan la PAZ; y eso solo podrían lograrlo creando espacios en donde la gente tenga vías de acceso hacia el progreso, sin venganza, sin oportunismo, sin usar el tráfico de haitianos para beneficios personales que sólo contribuyen a generar más pobreza e incrementar conflictos para no asumir compromisos con esos ciudadanos.
Un muro fronterizo
“No importa la inmigración haitiana hacia República Dominicana”, escucho decir a muchos antipatria cuando se trata el tema sobre la construcción del Muro Fronterizo. Eso- afirman – “no va a resolver el problema de la inmigración haitiana”, y ciertamente es posible que no lo resuelva, pero lo controla.
“Cuando se tocan intereses los afectados son capaces de venderle el alma a Satanás”. El muro fronterizo SI importa, las críticas al mismo tienen su esencia, básicamente en el dinero que diariamente reciben esos oportunistas a través del tráfico desmesurado de los nacionales que muchas veces llegan al país sin garantía y el gobierno lo socorre a costa de nada.
Ya que lo comenzó, el gobierno tiene la obligación de acelerar los trabajos del muro fronterizo para regular en su justa medida el tráfico ilegal de haitianos, el tráfico de armas y el tráfico de drogas, pero también tiene el compromiso de investigar quiénes están detrás de esta barahúnda de diabluras asquerosas para que los culpables vayan a la cárcel, sin importar si son militares, allegados a su gobierno o defensores de los haitianos a través de organismos internacionales.
Ahora no quieren el muro fronterizo; sin embargo, en el futuro los haitianos que visitan legalmente nuestro país con fines comerciales, de estudios y otros intereses lo agradecerán, visto que no recibirán presión de las autoridades debido a su status migratorios.
JPM-AM
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