Sobre el siniestro en la occidental provincia cubana, explicó que se trata de un incendio de grandes proporciones y que la labor pericial se concentró alrededor del tanque 51.
Se estima que la temperatura en el centro del incendio fue de más de mil o dos mil grados centígrados, lo cual —dijo– se probará criminalísticamente.
González Pérez comentó que como parte de la preparación de los trabajos previos a la búsqueda se realizó una modelación de lo que se podía encontrar.
“En un horno incinerador de cadáveres como los que hay en Cuba o en cualquier país del mundo, en dos horas, a 800 grados centígrados, se convierte en ceniza un cuerpo. De forma tal que, partiendo de este concepto, la primera modelación que hicimos era que si las condiciones ahí fueron por el efecto de las llamas podía haberse desaparecido todo”.
O sea, prosiguió, “la primera modelación era que no íbamos a encontrar nada y que todo era ceniza disuelta en el combustible que se había derramado”.
La segunda modelación tuvo en cuenta un posible derrumbe sobre algún cuerpo, la caída de tubos o el desprendimiento de algún elemento metálico que pudiese haber caído sobre algún cuerpo e impedir una carbonización, o sea, una incineración total de ese cuerpo.
De acuerdo con el Doctor en Ciencias, los especialistas también tuvieron en cuenta que, debido al derrame de combustible, el cuerpo podría estar debajo del líquido y la combustión no sería total según el momento en el que se extinguió el incendio.
Puntualizó que, aunque los peritos ya se encontraban listos en Matanzas, fue necesario esperar a que se extinguiera el área para comenzar la investigación en el terreno.
“Tuvimos que entrar cuando todavía había áreas incendiadas. Había humo, tuvimos que entrar y salir. Hubo compañeros a los que los zapatos se les derritieron producto al calor intenso que había en el suelo. Hubo dificultades que se fueron superando en la medida en que fue pasando el tiempo y por la acción del equipo de extinción que estaba constantemente ahí, además para protegernos a nosotros”.
El experto forense detalló que la investigación arrojó que alrededor del tanque 51 se encontraban 30 personas, lo cual se supo a partir de videos realizados por periodistas y por los órganos del Minint y las FAR, con el empleo de drones.
De esas 30 personas, uno es el joven bombero de Bayamo fallecido recientemente, y de los 29 restantes, 15 fueron entrevistados por los órganos de la instrucción penal y los médicos forenses de Matanzas durante el trabajo inicial para restablecer las fichas de identificación, quedando 14 desaparecidos.
Dijo que sobre la base de esa información se hizo un primer plano de ubicación de todos los que supuestamente estaban en el lugar, así como de los equipos de extinción de incendios, los carros cisternas, los vehículos civiles y las pipas de abastecimiento de agua de las constructoras militares que estaban en aquel momento apoyando.
Explicó que cuando los especialistas entraron al área trataron de situar el lugar donde se encontraban los 14 desaparecidos, según los testigos, y supieron que en el primer tanque incendiado se había roto un muro de contención, derramándose líquido de un cubeto.
Desde el primer momento se percataron de que el cubeto tenía un ligero plano inclinado, con áreas más húmedas que otras.
Según González Pérez, esto se consultó con los especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones del Petróleo, quienes explicaron que “en la medida que pasa el efecto del calor y del incendio el crudo original va perdiendo las sustancias volátiles que lo componen.
“El líquido se va convirtiendo en una pasta y, si el efecto del calor continúa, se convierte en lo que se denomina coque, que ya es una piedra”.
El Doctor en Ciencias precisó que en la exploración se observó que en el área del fondo el suelo está “coquificado”.
Sobre la base de esa información y con el empleo de los drones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se trató de establecer el movimiento del flujo de los líquidos.
La lógica de la física indicó que se había producido un desplazamiento hacia el fondo, lo cual se confirmaba porque “uno de los carros cisternas donde se rompió la pared fue desplazado y el líquido se movió hacia la derecha e incluso penetró por un registro eléctrico”.
González Pérez aclaró que esos datos deben ser verificados posteriormente por los expertos en criminalística que se dedican a este tema.
“Todo eso se hizo para saber la dinámica de lo que estaba pasando en el lugar y para saber qué pudo haber sucedido con los cuerpos de los que estaban ahí en el momento del incidente”.
Otro dato brindado por González Pérez indica que uno de los vehículos de extinción que se encontraba delante del tanque número 51, había sido desplazado hacia ese lugar.
Con esos elementos, los peritos comenzaron el rastreo entendiendo que aún cuando los testigos dijeran que las personas las habían dejado en un lugar determinado, “no necesariamente tenía que estar allí”.
De acuerdo con el experto, los peritos fueron barriendo de manera homogénea y organizada un área dividida en cuatro cuadrantes, con sectores que tenían una cuadrícula de 5 x 5 metros.
Para realizar la búsqueda, los especialistas tuvieron que solicitar a las Fuerzas Armadas picos y palas, cuyos cabos se partieron debido a la fortaleza que tenían los “coques”. En esas condiciones hubo que emplear además un martillo neumático y se logró levantar 1 679 metros cuadrados.