Del 6 al 18 de noviembre se realizará en Sharm el-Sheij, Egipto, la vigesimoséptima Conferencia de las Partes (COP27) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC); mientras que del 5 al 17 de diciembre tendrá lugar en Montreal, Canadá, la segunda parte de la decimoquinta Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD).
Ambas COP son especialmente trascendentes por el contexto que cada una tiene por separado, pero por la transversalidad que hay entre los temas de cambio climático y biodiversidad. En el caso de la COP27, continuará la discusión sobre el aumento en el nivel de ambición y las estrategias de adaptación de cara a los recientes informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) que comprueban que difícilmente se cumplirá con las metas previstas en el Acuerdo de París. Por su parte, en la COP15 se continuará discutiendo la implementación del Marco Global de Biodiversidad posterior a 2020, donde la adaptación al cambio climático basada en ecosistemas es fundamental para contribuir, desde el CDB, a las metas de la CMNUCC.
No obstante, aunque son los gobiernos nacionales los que lideran estas discusiones en la “diplomacia ambiental”, difícilmente se podrían alcanzar los resultados previstos sin la participación de los gobiernos locales o subnacionales, como también se les nombra. Por ejemplo, el papel que las grandes zonas metropolitanas tienen en cambio climático es fundamental, lo mismo en biodiversidad. Si consideramos la importancia que provincias como São Paulo, Brasil, donde se encuentra la ciudad homónima, una de las más grandes del mundo, tienen tanto en cambio climático como en biodiversidad; o la Ciudad de México, cuyas acciones en reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la recuperación y protección de su biodiversidad son las más ambiciosas en años, nos daremos cuenta que los resultados que Brasil y México presentarán como países ante ambas COP no serían los mismos sin la participación de São Paulo y la Ciudad de México. Lo mismo ocurre en otros países, cuyos gobiernos locales son estratégicos en la consecución de sus metas nacionales.
Por eso es importante redefinir lo que se entiende como “diplomacia ambiental” pues a diferencia de otros temas, en el ambiente es esencial la participación de los gobiernos subnacionales, ya que es ahí desde donde se construye el andamiaje nacional en cambio climático y biodiversidad. En el caso mexicano, la Asociación Nacional de Autoridades Ambientales Estatales (ANAAE) es la instancia que podría servir de base fundamental para la construcción y el diseño de la diplomacia ambiental mexicana al replantear el papel que los gobiernos locales tienen en cambio climático y biodiversidad. Existen figuras similares en otros países. Los gobiernos nacionales deberían abrir espacios de mayor participación en ambas COP para los gobiernos locales y no relegarlos a los eventos paralelos (side events, en la jerga usual) donde tradicionalmente hacen acto de presencia. Es todo un reto por el diseño mismo de las COP, pero vale la pena repensarlo.
* Doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, experto en política ambiental internacional y profesor de la Facultad de Estudios Globales, @MarDuVill, mdv@inbox.com