El gobierno Petro ya es una realidad. Tras posesionarse el pasado 7 de agosto, el nuevo gobierno tendrá la enorme tarea de gobernar y, más importante aún, de ejecutar. Ya no es momento de buscar excusas y echarle la culpa a terceros, es momento de ponerse a trabajar.
Petro y su gabinete ya no son oposición, son gobernantes y tienen el poder de cambiar lo que por tantos años han criticado. Los primeros cien días de un gobierno son los más importantes porque se puede evaluar cómo será la administración.
Tras realizarse el primer consejo de ministros, se llegó a la conclusión de cuáles serán los puntos claves para empezar a resolver en los primeros cien días de mandato.
Para la lucha contra la corrupción, el gobierno propone establecer una Comisión Internacional Contra la Impunidad en Colombia, de la cual Naciones Unidas haría parte.
También se harán públicas las agendas de los altos mandatarios.
En el tema de la salud se iniciará un modelo denominado “preventivo y predictivo”. Se comprarán varios medicamentos de uso importante y se buscará acabar con la desnutrición y las muertes materno-infantiles.
En materia de ambiente se propone frenar los proyectos de fracking.
En cuanto a justicia, la administración plantea un acuerdo de Paz Total, para lo cual buscarán retomar los diálogos con el ELN y empezar acercamientos con el Clan del Golfo y otros grupos al margen de la ley. Se revisarán los acuerdos de coordinación y concurrencia suscritos por la Agencia Nacional Minera con los alcaldes. Asimismo, se buscará una forma de dejar en libertad a todas las personas detenidas durante las protestas sociales.
Uno de los puntos más urgentes en la agenda es aprobar la Reforma Tributaria que ya fue radicada. Según Petro y sus ministros, esta reforma, la cual recaudará veinticinco billones de pesos, servirá para crear programas sociales para los más necesitados.
Dicha reforma ya le está pasando cuenta de cobro al nuevo gobierno, pues muchos no están de acuerdo con ella y la comparan e inclusive piensan que es peor que la propuesta por el exministro Carrasquilla, por la que cientos de personas quemaron y vandalizaron el país.
Se puede leer en redes sociales comentarios como el de Pablo que dice: “se me dañó mi negocio vendiendo obleas y gaseosa”.
Cabe recalcar que con la nueva reforma, el costo de vida aumentará para todos los ciudadanos, sin importar su estrato socioeconómico. Falta que se apruebe en el Congreso, pero por cómo están las cosas seguramente será aprobada, ya que el gobierno tiene mucho apoyo en Cámara y Senado.
Lo único que podría cambiar un poco las reglas del juego para la aprobación de nuevos proyectos de ley y reformas sería que algunos partidos que hacen parte del Congreso se declaren en oposición o independientes a la administración. Esto sería sano no solo para preservar la democracia, sino para que también existan debates y opiniones diferentes para llegar a un consenso.
De nada sirve que la mayoría de los congresistas apoyen al gobierno, porque cualquier proyecto se aprobaría sin mayor discusión, como se evidenció con el acuerdo de Escazú en el que el 60% de los senadores eran nuevos, no conocían del acuerdo e igual lo aprobaron.
Hay que preguntarse si se está de acuerdo con pasar reformas y proyectos de ley dentro del Congreso que poco se discuten y se modifican. El Congreso está para que existan diferentes opiniones, para que se debata y se llegue a acuerdos por mayoría, y especialmente para que el presidente no pueda tomar las decisiones solo.
El problema de este Congreso estará en si la mayoría aprobará estos proyectos y reformas como borregos con los ojos cerrados sin estudiarlos ni cuestionarlos. Hay que esperar para ver cuáles partidos serán oposición, independientes y de gobierno.
Por ahora como ciudadanos nos queda esperar, premiar lo que se hará bien y criticar lo que se hará mal, ya que este gobierno, como todos, tendrá sus puntos positivos y sus puntos negativos.
Como dijo Walt Whitman: “A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz”.