Marina Frascara en su atelier
Marina Frascara es una artista plástica argentina nacida el 14 de enero de 1959. Su historial artístico es bastante amplio, comienza ya a principios de los 80’s realizando un nutrido recorrido de grandes producciones y reconocimientos que continúan hasta la actualidad. Una artista con una técnica versátil, actualmente en actividad constante, produciendo obras para clientes privados y/o corporativos.
El Palacio de Hacienda ha sido anfitrión de su arte con la muestra sobre “Mujeres, Energía creadora” en el año 2020 y en el 2021 con una técnica muy particular y que es el punto de partida dentro de las artes plásticas.
Marina nos recibió en su atelier en el barrio de Flores, su lugar donde está dedicada a su producción desde hace muchos años. En éste contexto íntimo, la artista nos ofreció una interesante entrevista, mano a mano con nuestro artista plástico Pablo Valentino, la cual se publicará en dos envíos, debido a su interesante aporte al arte argentino.
1.- P.V.:¿Para comenzar contáme un poco como te formaste artísticamente, Cuando sentiste ese primer impulso hacia las artes plásticas y cuales fueron tus maestros o inspiraciones?
MF: “Los comienzos son desde muy niña cuando en el jardín de infantes me mandaron ¡a Dirección! pero a que me pongan sello de felicitada en mi carpeta de dibujos. Seguramente eso me estimuló y dibujo y pinto desde aquel punto partida, siempre. En la etapa de escuela primaria y en forma paralela acudí al Instituto Vocacional de Arte infantil Lavardén, una propuesta de educación por el arte a través de la plástica, la música y las artes escénicas para la formación integral. Me llenaba de tanta felicidad ese encuentro con la libertad creativa a la que nos acompañaban sus docentes que, más tarde, la etapa de la escuela secundaria la acompañé con la Escuela Nacional de Cerámica. Recibida como Bachiller pedagógica comencé la carrera de Ciencias de la Educación hasta que al segundo año de cursar visité el taller en San Telmo de un estudiante del Maestro Osvaldo Attila que me invitó a conocer. Corrían los ’80 y él tenía por Avda. Corrientes y Callao un departamento entero como taller para dar clases. Éramos una concurrida banda de chicas y muchachos asistiendo en distintos turnos y horarios, recibiendo la colaboración de sus ayudantes y escuchando sus enseñanzas, maravilladxs por su manera de expresarse, en ese lenguaje tan particular entre lo intelectual y lo profano, lo lunfardo y lo exquisitamente profundo.
Detalle de la obra para NI UNA MENOS
(Tinta asfáltica de 70cm x 50cm – 2010)
Despertaba una gran admiración, lo que lo fue convirtiendo en un gran Maestro, con muchxs seguidores, yo una de ellxs, ¡y no virtuales! ¡Éramos presenciales!!! Junto a su formación asistí a la Escuela Prilidiano Pueyrredón hasta recibirme de Prof. en Dibujo y Pintura. Y más tarde realicé las equivalencias en IUNA.
Pero Osvaldo Attila ha sido mi gran inspirador y guía. Cuando falleció y justamente por ese motivo, apareció en mi camino el querido Antonio Pujia.
Había sido su Maestro en la Escuela de Arte Manuel Belgrano aunque le llevaba sólo 4 años de edad. Se admiraron, se respetaron y acompañaron mutuamente hasta el final de sus recorridos. Antonio acompañó todas las muestras en homenaje que le rendimos 40 de sus discípulxs por los años 2011/12, una de ellas en el Ministerio de Economía para la Noche de los Museos, en reconocimiento a su extensa labor para la formación del Sector de Preservación del Patrimonio Cultural.
A partir de ese momento se forjó una inigualable amistad con Antonio, plena de respeto mutuo, alegría, agradecimiento y acompañamiento como sólo él podría brindar. Algo para mí jamás pensado.
¡Su taller era un templo! Entrabas y no podías dejar de sentir que estabas en otra dimensión, ¡la del arte!
Attila y Pujia fueron para mí como el yin y el yang. El complemento de lo racional con lo emocional. Attila profundizaba sobre el pensamiento visual y analizaba cuando Antonio ponía la mirada sobre las emociones. Los dos tuvieron en común ser obreros del arte con pasión por el oficio y por transmitirlo.
Creo que lo que los ha convertido en Maestros es la capacidad de inspirar, estimular y ofrecer herramientas de oficio, de pensamiento y de actitud frente al arte.
Tuve la suerte de aprender de muchos y muchas más, que es lo que me dejó el paso por las Escuelas. De todo se aprende, porque entiendo el aprendizaje como grupal, colectivo, aprendemos también enseñando”.
Atelier de Marina Frascara
2.- ¿Cómo fluye tu inspiración frente al bastidor al encarar una nueva obra? Tenes estructuras?
Me encanta la emoción frente al blanco todavía virgen de la tela, hay un cosquilleo como por debajo de la piel que impulsa a la primera pincelada, la que rompe la nada.
La inspiración está siempre predispuesta, esperando la mano que la traduzca en trazo, en materia, en acto. Tengo en el taller todo al alcance, pinceles, telas, ceras, pigmentos, papeles, carbonillas, tizas, brea, barnices, óleos, acuarelas y cositas (de esas que sirven para) y cuando empieza a gestarse la idea, todo acude.
Las estructuras ya no las pienso, están incorporadas.
A veces hay un tema que viene de alguna convocatoria colectiva, otras es el personal.
3.- ¿Tenes una técnica interesante y a su vez muy versátil, podes pasar de la sutileza de una acuarela hasta la rudeza de una obra con tinta asfáltica como en tu serie que realizaste con esa modalidad. Como manejas esos matices?
Cada material te lleva por un camino, me dejo guiar.
Los tonos al agua me llevan por lo sutil porque son menos densos en su materia. Me permiten transparencias, claridad, me llevan a una imagen delicada. Puedo dibujar, puedo trabajar desde la mancha también.
Las breas (o hebreas como jugaba a decirme Antonio) son matéricas, por lo menos hasta que las diluyo. Me permiten transformar todas las veces que quiera lo que voy haciendo, colocar y sacar, trapear, esgrafiar, pincelar o texturar. Es un material muy lúdico. Aclaro que nombro “brea” a la pintura asfáltica sólo por la comodidad de lo abreviado de la palabra. Pero el material con el que trabajo es pintura asfáltica. Y su dilución es con solventes.
La trabajé muchos años y con la intención de lograr lo máximo con lo mínimo. Esto es, desde la monocromía que me ofrece la brea que es de un marrón muy oscuro, que se va aclarando en la medida que la diluyo. Fui explotando sus posibilidades sin la inclusión del color para ver hasta dónde podía llegar. Me resulta un material muy leal.
Lo interesante es poder modificar los estados del desarrollo de la obra en la variedad de técnicas y propuestas plásticas. Los temas son la excusa.
Marina Frascara en su atelier
4.- ¿Tuviste la oportunidad de trascender nuestras fronteras con tus obras. La relación o las devoluciones del público te parecen distintas según los lugares o crees que el arte es un lenguaje universal?
“Creo que es un lenguaje universal con signos propios que pueden interpretarse en cualquier tiempo y lugar. Lo que lo hace local es el tema cuando se trata de algo muy puntual de un momento de la sociedad, de la historia y de la realidad a la que pertenece. Otros temas en cambio también pueden ser universales. La humanidad y sus emociones no son demasiado distintas en su conjunto, hay muchas cosas que nos son comunes.
Lo que nos diferencia es lo que hace a nuestra identidad.
Que puede ser, además de lo representamos, la manera en que tratamos el lenguaje. Y eso está ligado a cada idiosincrasia.
La mirada y la interpretación también están teñidas por el pensamiento, la formación o las emociones, pero mis temas suelen ser bastante universales y siempre dan la posibilidad de identificación.”
Obra “Transformación sin final”
(Acuarela sobre lienzo, 150cm x 180cm – 2022)
5.- ¿Sos un artista de una generación que en su madurez tuvo que adaptarse a ésta invasión de información que llegó con la tecnología actual, redes sociales, canales de TV ,vía web, etc. etc. Lograste adaptarte a éste gran cambio? Te gusta?
“Jajá, sí, algo. Solamente lo que me hace falta. La necesidad nos lleva a adaptarnos. Me pasó que la pandemia por ejemplo me llevó a dar las clases en forma virtual y por necesidad aprendí a usar las plataformas virtuales. De a poco y entre todxs con el conjunto de alumnxs que también aprendían a la par. (¡La tv la sigo viendo por el televisor!) Pero aprovecho las ventajas de la virtualidad compartiendo material que de otra manera me sería más difícil y genero nuevas ideas de talleres distintos como el de Cine y arte por zoom. Algo que nos enriquece enormemente por la variedad de temas que abordamos.
En cuanto al trabajo sobre la obra no modifico la herramienta que me resulta más sensible y sólo dejo que las pantallas me sirvan para la difusión.”
Los esperamos en la próxima entrega para continuar recorriendo de ésta maravillosa carrera artística…
PV.