Sergio Massa colgó el teléfono con Mauricio Claver-Carone, el Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ya anochecía el jueves en el cuarto piso del Palacio de Hacienda mientras amanecía en Beijing donde el embajador argentino, Sabino Vaca Narvaja, lo había escuchado, días antes, muy receptivo, pragmático y operativo. “Dale manija a todo”, dicen que le dijo el ministro poco antes de la jura. “Metele pata, que necesito guita”.
La luz verde en la agenda con China, confirmada en las dos terminales, tiene como objetivo reservas, litio y geopolítica. “El dinero no huele”, ironiza un asesor del ministro. Más allá de los chistes, llama a las cosas por su nombre. “El supuesto monopolio de la relación de Sergio con Estados Unidos es eso, un supuesto, sólo una buena relación”. Y en un remix del clásico ni yankis ni marxistas, agrega: “Sergio tiene un eslogan, jugamos con todos y no somos satélites de nadie”.
El hula hula de Sergio Massa
Moria Casán lo dijo a su modo. Para elogiar a su yerno aseguró que “tiene cintura, hace el hula hula”. En Beijing lo hacen a su manera: “China juega como lobo de Wall Street, tiene silla en el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano, son capitalistas al mango afuera, pero tienen un esquema que hacia adentro se ordena por el Partido”. China es, entonces, un lobo más en el juego, y el Partido tiene la lapicera.
Massa no mencionó a China en su conferencia de prensa del miércoles. Se dijo que sale a buscar dólares a Washington, Europa y hasta a la exótica Qatar. Pero sin decirlo dijo algo: habló del litio. China es uno de los grandes jugadores del mundo con demandas a su escala de gigante. Argentina, Bolivia y Chile integran el Triángulo del Litio: la primera reserva mundial de un recurso estratégico y un tablero que preocupa a Estados Unidos.
¿Cuáles son los planes del nuevo ministro? “Necesitamos divisas y tenemos litio. Y el litio no es sólo para ´América´o Canadá: es un recurso estratégico central que obviamente hoy tiene sobradas oportunidades y trabajaremos con quienes nos traigan los mejores proyectos de inversión”. Con un mensaje a varias bandas, también agregan: “Es una oportunidad. No está reservado a nadie. Y no queremos que pase lo mismo que con la soja: primarización de la economía. Queremos vender valor agregado: baterías, pero no sólo, también autos, artefactos de electromovilidad, motos, carros”.
La peregrinación a Beijing
La relación de Massa con China no es nueva. Tiene algunas postales. En 2015, el Congreso, con el Senado presidido por Amado Boudou y Diputados por Julián Domínguez, abrió un diálogo con la Asamblea Nacional de la República Popular China, el máximo órgano de gobierno legislativo. El diálogo continúa hasta hoy y estuvo vivo con Massa en Diputados. Hay otra foto. En 2017 Massa visitó Beijing, Shanghai y Shenzhen. Era diputado raso, había roto puentes con Mauricio Macri y para China era un aspirante a presidente. Se alojó en un hotel con control de una joven, se le quejaron por impuntual, debió recorrer largos tramos de un punto a otro y admiró Shanghai: “una ciudad muy capitalista –dicen a su lado– con rascacielos enormes que no tiene nada que envidiarle a Nueva York”.
Ahí hubo una foto. Real. Con el mural del Gran Salón del Pueblo en el fondo, dentro de un edificio situado en el lado oeste de la imponente Plaza de Tiananmen donde el Gobierno de la República Popular y el Partido Comunista celebran sus fiestas protocolares. Massa no tenía canas. Malena estaba morena. Y al lado, el equipo que todavía lo acompaña: José Ignacio de Mendiguren, Martín Redrado y Gustavo Martínez Pandiani, diplomático de carrera y asesor histórico del massismo en temas internacionales.
El vuelo hacia “el país más regulado del planeta”, como le dicen, buscaba tocar tres andariveles: sistema económico y el doble sistema político, el Gobierno y el Partido, el verdadero poder chino. El Frente Renovador y el PC chino firmaron un convenio: “Imaginate, entre David y Goliat”, suelta su equipo. Luego no hubo más. Subieron al avión de regreso. En pleno retorno, eso sí: Redrado se puso colorado cuando los portales dieron las noticias del romance con Luisana Lopilato.
La gira tuvo un resultado importante tiempo después. El mayo del año pasado, durante la negociación con el FMI. El aún presidente de Diputados se sentó ante una pantalla. De un lado, Máximo Kirchner, aún presidente del bloque del FdT, y del otro, Germán Martínez. Vía videoconferencia se reunieron con Li Zhanshu, presidente de la poderosa Asamblea Popular China, un cuerpo con 1.200 congresales, pero importante, sobre todo, porque su presidente es además tercero en la estructura del PC chino. Ese fue el primer respaldo político internacional, de un peso pesado, que Argentina recibió para el acuerdo. No es un dato menor. China apareció cuando “nadie quería poner la cara”, reconocen alrededor del ministro.
Argentina tiene proyectos de envergadura con China. 10 en el marco del Diálogo Estratégico para la Coordinación y Cooperación Económica: central nuclear, represas, ferrocarriles, gasoducto tramo II y redes eléctricas. Y 14 en La Franja y La Ruta, el nombre que renovó la Ruta de la Seda: potabilizadoras, acueductos, puentes y obras viales. Parte de eso es la ruta del litio. La llegada de Massa al Palacio de Hacienda se celebró. “Esta bien”, dijeron apenas corrió la noticia. “No tenía sentido que Economía no manejara la relación con los organismos multilaterales de crédito y los Bancos”, que hasta entonces llevaba Gustavo Beliz. “Creo que ahora va a ser todo mucho más dinámico”.
La fiebre del litio
En diciembre de 2021, Matías Kulfas creó la Mesa del Litio: una mesa de trabajo con sillas para tres provincias, Catamarca, Jujuy y Salta y una silla para Nación. Las provincias del NOA forman el mini triángulo del litio, una zona integrada al verdadero Triángulo del Litio con Chile y Bolivia. La Mesa trabajó para buscar políticas comunes, y trabaja en subcomisiones: medio ambiente, infraestructura, impuestos, tecnología. Hay diferencias con Bolivia y Chile. Bolivia nacionalizó su producción aunque aún no produce. Chile produce en baja, y Gabriel Boric también tiene la idea de nacionalizarla. Argentina tiene otro esquema. Desde la reforma constitucional del menemismo, las provincias son dueñas de sus recursos naturales. En este caso del litio. Y ahí hay algunos problemas.
El litio es el nuevo oro. La nueva Vaca Muerta. Genera fiebre. Y explosión de inversores. Pero: no tiene precio y los gobernadores no tienen plata. Es decir: esas arcas sin dinero son las encargadas de negociar con inversores acuerdos sometidos a la presión de la caja. Eso genera ahora un problema: en ocasiones, ventas de litio a precio de regalo, según dice el ministerio. Salta todavía no produce. Jujuy y Catamarca ya explotan una planta cada una. Si la venta a precio de regalo es así, esa es una de las bocas de enorme sangría en el país.
El gobierno tiene un proyecto sobre el tema. Observa lo que hizo México y anunció la semana pasada: un acuerdo con Bolivia para regionalizar la producción. Economía estudia ahora un modelo semejante para impulsar con sus dos vecinos: Chile y Bolivia. La ventaja principal son músculos: la regionalización generaría una estructura para fijar el precio del litio para el mundo y no depender de la cotización de la Bolsa de Chicago como sucede con la soja. Otra ventaja, es el rediseño por arriba para articular el trabajo con las autonomías provinciales.
Un entusiasta del tema lo dice de esta manera: “Podríamos fijar el precio del litio en el mundo, somos la primera reserva de litio del mundo (el triángulo). El tema es como siempre de fondo para nosotros. La reforma constitucional de los 90. Con las autonomías provinciales. Por eso es un proceso. Regionalizar te podría dar ventajas, podes articular aunque tengas distintos niveles y luego diseñar una estrategia conjunta. Lo mismo pienso con los alimentos. Nuestra región es una gran productora de alimentos y el precio de la soja se decide en Chicago. Es parte de un andamiaje semi colonial. Del que hay que despertar si queremos prosperidad de nuestros pueblos”.
China está golpeando la puerta. En litio ya es un gran jugador. Un ejemplo, Salta: de 14 proyectos en marcha, 4 son chinos, 1 coreano, el resto es de Estados Unidos, Francia, Canadá, Inglaterra. Pero además, impulsa otro proyecto: el corredor Bioceánico del Norte Argentino. Estratégico para el litio. “Mejorando el paso a Chile podríamos tener acceso a los puertos de aguas profundas de Chile y salir con la exportación de las economías regionales del norte a través del Pacífico. Eso significa abaratar costos logísticos y tiempo ya que ahora sale todo por el puerto de Buenos Aires y Rosario. Saliendo por Chile, los cálculos son 20 días menos de flete marítimo; pero además el puerto de aguas profundas permite duplicar la carga y en el mundo donde la logística es clave pasa a ser un elemento central”.
Uno de los más entusiastas es Catamarca. Así lo explica el vicegobernador ante la empresa china Zijin Mining, el Presidente Alberto Fernández y autoridades provinciales.
Los círculos rojos
En el entretiempo, Massa tiene su propio tablero: el círculo rojo. José Luis Manzano tiene inversiones de litio en Jujuy, la provincia de Gerardo Morales, socio político del renovador. Cuánto de esa relación juega en el juego de encastres aún está por verse. El entorno de Massa sostiene que una cosa son los empresarios y otra el gobierno: Y los que levantan el dedo, dicen, son amigos de los que hicieron negocios con Macri.
Estados Unidos también juega su juego. La generala Laura Richardson agitó días atrás el fantasma de Moscú y Pekín en la región. “El ‘triángulo del litio’ está en esta región”, dijo. “Hay muchas cosas que esta región tiene para ofrecer”, declaró en Miami. China “está jugando al ajedrez” y Rusia “prevalente” “está jugando a las damas”. “Creo que están allí para socavar a Estados Unidos, están allí para socavar las democracias”.
El diálogo con Claver Carone está en esa línea pero también la luz verde con China. Las dos caras del fusible de Massa. El hula hula, diría su suegra.