Estamos asistiendo a una transformación, ajustes y reciclaje de las ciudades en nuestro país. Obras públicas, megaproyectos en Paseo de la Reforma y el poniente de la ciudad de México, reorientación en el uso y servicios de edificios y casonas de barrios como la Tabacalera, Roma, Condesa, Juárez, Narvarte y Del Valle en sistemas de vivienda de corta estancia, oficinas y centros virtuales de trabajo o negocios y la redensificación de las zonas económicamente atractivas a nivel local, nacional e internacional. Parece un gran proyecto de desarrollo, pero ¿las ciudades son para todos, todas y todes?…
México es un foco de interés como escenario urbano y de movilidad, economía, planeación, ordenación y crecimiento ante la ONU, debido a su incremento en estos rubros y al ser que preside la Asamblea Hábitat en el Marco del Congreso Estocolmo+50 en Suecia cuyo principal objetivo es discutir políticas públicas con impacto regional e internacional sobre la inclusión en las ciudades. Para ello se realizaron foros, consultas y discusiones en diversas urbes del país cuyo objetivo fue recoger impresiones, datos y análisis de la situación social que contienen como retos y necesidades de quienes las habitan.
En los últimos 30 años, las ciudades o centros urbanos en todo el país han incrementado su infraestructura en espacios laborales, de movilidad y desarrollo de complejos de vivienda, esparcimiento y urbanización, pero lamentablemente no de forma equitativa. El acceso igualitario a los beneficios que esta oferta de desarrollo tiene en estas zonas metropolitanas no permiten que sea ni siquiera equitativo y de oportunidad: los costos de vivienda, la seguridad en espacios públicos y las oportunidades de trabajo abren brechas que parecen insuperables entre sectores de la población y dependiendo el género.
Las ciudades siguen siendo excluyentes de la participación igualitaria de hombres y mujeres, quienes emplean 2.5 veces más que ellos para trasladarse, realizar trabajos y ocupan ese mismo porcentaje en jornadas laborales remuneradas y no remuneradas, es decir, las distancias de donde pueden vivir las mujeres y hasta donde pueden trabajar se amplía en o si son economías locales, se reduce su poder adquisitivo con respecto a ellos.
Se trata de un fenómeno que los sociólogos han llamado la pobreza del tiempo, es decir, los retos en la decisión de las personas, en especial de las mujeres al momento de elegir vivir en una gran urbe, trabajar con remuneración económica de forma competitiva y digna y las distancias del centro laboral, de su casa y el tiempo de descanso. Por varios factores: discriminación de género, cultura machista laboral, desigualdad salarial y de jornada de trabajo (remunerado y no) a las mujeres las ciudades las orilla a la pobreza del tiempo.
Otro de los retos que las ciudades y centros urbanos plantea para la inclusión de las mujeres al derecho de la ciudad es la seguridad en las calles, en los lugares de trabajo y el transporte, siguen siendo objeto de violencia el doble de situaciones de riesgo que los hombres y de precarización en los servicios para acceder a espacios seguros de las mujeres en la prestación de sus servicios como empleadas sin seguridad social, sin garantía de protección a sus derechos laborales ni límites de jornadas que las vulnera al momento de salir a la calle y cruzar de extremo a extremo la ciudad para llegar a su casa o trabajo.
Las conclusiones de los diversos foros que se llevaron a cabo en el país, y fueron presentados en Querétaro, ejemplo de una ciudad que se transforma en centro urbano de desarrollo económico, laboral y de movilidad en la megalópolis, plantea el reto de transformar ese concepto dela pobreza del tiempo y ser pionera junto con la ciudad de México y Puebla en ciudades incluyentes para mujeres y comunidades de la diversidad sexual y de género, para reducir las brechas en estos rubros: oportunidad y accesibilidad urbana, de vivienda, laboral, de economía, seguridad y de cobertura de servicios.
Abramos la discusión: @salmazan71