La primera cita de la teoría general de Keynes nos advertía de que la mayoría de los hombres prácticos son cautivos de economistas difuntos. Acaba de fallecer Emilio Ontiveros y la mayoría de los españoles no son conscientes de lo que Keynes nos decía. Era un hombre de fuerte carácter y él y yo tuvimos diferencias varias veces, por lo que este artículo no pretende ser una hagiografía. Emilio Ontiveros tuvo muchos homenajes y reconocimiento en vida y se merece un gran homenaje póstumo.
Yo comencé a estudiar economía en 1991 y él ya era uno de los principales referentes entre los economistas. En 1992 estalló la crisis del sistema monetario europeo y en 1994 el tequilazo mexicano. El fenómeno financiero es seguramente lo más complejo a lo que nos enfrentamos los economistas y me apasionó el reto intelectual de intentar comprender sus dinámicas. En la biblioteca de mi facultad había un manual de mercados financieros internacionales escrito por Emilio y su equipo de Afi y me lo empollé entero. Enseñaban aspectos institucionales y conceptos básicos para entender las noticias que llegaban en tiempo real de esas crisis financieras que tenían efectos tan devastadores sobre los ciudadanos que las padecían. Luego leí su Guía del sistema financiero español, su libro sobre el mercado español de la deuda pública. Varias generaciones de economistas comenzamos a entender los mercados financieros gracias a Emilio y solo por eso merece este homenaje.
Tuvo una carrera académica fulgurante y consiguió su cátedra de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, pero fue de esos raros economistas que se atrevieron a dar el salto al sector privado y poner en práctica las ideas que enseñaba en la facultad. Muy vinculado al sector de las cajas de ahorros, montó Analistas Financieros Internacionales (Afi). Emilio fue un gran empresario. Montó una empresa de consultoría en España que conseguía competir de igual a igual con las grandes multinacionales y en varios nichos de negocio Afi era líder. Siempre supo identificar talento y siempre tuvo al talento cerca de él.
Pero Emilio era mucho más que sus libros y su empresa. Desde muy joven tuve la necesidad de comunicar y divulgar economía en los medios de comunicación. Siempre que estuve con él hablábamos de economía y nunca tuve la oportunidad de decírselo. Emilio fue el gran referente para mí. Era un maestro de la comunicación. Se lo leía todo y dominaba en profundidad todo de lo que hablaba, pero conseguía hacerlo sencillo y adaptarse al público que le escuchaba. Sus columnas en El País eran de altísimo nivel, era un maestro en la televisión, pero, para mí, sus entrevistas con Iñaki Gabilondo en la SER sobre temas de actualidad eran sublimes.
Desde 1960, España ha sido uno de los países que más se ha desarrollado del mundo. Sin la modernización del sistema bancario y financiero español no es posible explicar esa historia de éxito y Emilio Ontiveros ha sido parte de esa historia. El desarrollo de los mercados de deuda pública en los años ochenta para financiar el déficit del Estado, del mercado hipotecario, de los mercados de capitales, de la crisis bancaria de 2008, de la crisis de deuda de 2012, de la pandemia.
España afronta retos financieros igual de complejos a los que Emilio se enfrentó. La mayor deuda pública desde 1903, con un déficit público estructural, concentrado principalmente en el sistema público de pensiones. La revolución digital, los sistemas de asignación de crédito inteligentes, la transición energética y climática, el desarrollo de los mercados de capitales para financiarla, etcétera. Podías estar de acuerdo con él o no, pero Emilio siempre tenía criterio propio sobre todos esos temas. Nos deja demasiado joven, con solo 74 años, en el momento de plenitud intelectual.
Pero, como nos enseñó Keynes, sus ideas permanecerán. Analistas Financieros y sus socios continuarán su labor. Su Escuela de Finanzas seguirá formando el talento y el conocimiento que tomará decisiones en nuestro sistema financiero. Y los que leímos sus libros y aprendimos de él seguiremos usando esas ideas que generosamente siempre compartió.
Y hoy toca destacar su calidad humana. Un día en 2016, en la presentación de una revista en la que habíamos colaborado ambos, tuvimos un duro debate que acabó siendo muy desagradable e innecesario. La discusión acabó a las nueve y media de la noche y cuando llegué a mi casa tenía un mensaje de Emilio disculpándose. A los dos días me invitó a comer en su restaurante japonés favorito cerca de la sede de Afi y fue una comida cordial y en la que solo hablamos de economía. Fue una lección más de un maestro. Mil gracias por tanto, Emilio, y descansa en paz. Te lo has ganado con creces.
José Carlos Díez es Profesor de Economía de la Universidad de Alcalá