Antes de ganar sus cinco Tour consecutivos entre 1991 y 1995, Miguel Indurain tuvo que recorrer un trayecto de progreso para terminar convirtiéndose en el ciclista histórico que todo el mundo conoce, y algunos de sus primeros pasos los dio en Aragón, el primero ganando hace 40 años la XV edición del Trofeo Radio Morancho.
Vestido con el maillot malva, azul y blanco del Ciclos Larequi-CC Villavés, en 1982 Miguel Indurain (Villava, 1964), junto a sus compañeros de equipo y el director José Barruso, consiguió la victoria en una prueba que entonces se disputaba en tres fines de semana pero en la que no logró ninguna victoria parcial.
De hecho, en el palmarés de la carrera que organizaba el Club Ciclista Aragonés ya recogía los nombres de Javier López Izkue o Jaume Vilamajó, nombres que ya estaban en el pelotón profesional cuando la ganó Indurain o como hicieron otros posteriormente como José Antonio Casajús o David Cañada, entre otros.
“He corrido bastante en Aragón, tanto en juveniles y aficionados como en profesionales. En aquella época había muchas carreras, pero ahora lleva unos cuantos años que no hay muchas”
Indurain recuerda con claridad su presencia en esas tres etapas que “eran en varios fines de semana y no eran seguidos”, además de que en esa época “no se corrían vueltas como las que hay ahora”.
“Era importante y diferente a lo que había y fue de las primeras carreras de una temporada en la que íbamos a conocer a los ciclistas aragoneses y a estudiar a los rivales, como ya hacíamos en las carreras del País Vasco. Queríamos conocer otros ciclismos. Eran las primeras salidas que hacíamos desde que habíamos empezado en infantiles y cadetes”, explica.
“Además siempre estaba el tema del aire que había que estar más atentos en carrera y también corrimos en unos cuantos circuitos”, rememora, de un año en el que en Aragón consiguió imponerse en varias carreras, como lo fue el Trofeo Fiestas del Pilar a final de temporada.
El triunfo en Borja
Otra victoria significativa es la que logró a finales de agosto en Borja, donde se corrió en un circuito bastante enrevesado y en la que en la entrega de trofeos recibió la copa de manos del alcalde de la localidad, el atleta olímpico Luis María Garriga.
En aquel momento, Garriga lo había sido todo en el salto de altura español después de haber sido el primer atleta nacional que voló por encima de los dos metros y haber estado en los Juegos Olímpicos de Tokio y México, mientras que la historia de Indurain todavía estaba en sus primeros bosquejos en el mundo de la bicicleta. “Lo hemos recordado varias veces cuando hemos coincidido, casi siempre en el Comité Olímpico Español”, comenta Indurain de un hecho del que hay constancia gráfica.
“Fuimos dos o tres años en pretemporada a Panticosa a los baños termales y hacíamos lo que se hacía entonces empezar a entrenar con gimnasia, actividad física, esquí de fondo, salidas al monte”
Como colofón a ese 1982, el premio que recibieron “por los resultados que íbamos consiguiendo”, Indurain y sus compañeros cerraron el año en la Subida a Montjuic, del que les quedó un recuerdo bastante amargo porque “fuimos a comer y hubo jaleo porque nos ‘limpiaron’ unas cuantas bicicletas del coche y algo de material” con lo que el regreso a Navarra no fue nada especial, además de que recordar que en la montaña barcelonesa no logró un buen resultado porque “a mí ese tipo de carreras de salir parado y arrancar hacia arriba no me iba nada”.
“He corrido bastante en Aragón, tanto en juveniles y aficionados como en profesionales”, comenta sobre su paso por las carreteras aragonesas porque en ellas también logró una de sus dos únicas vueltas que logró en la categoría amateur, la cuarta edición de la Semana Aragonesa junto a la Vuelta a Salamanca. “En aquella época había muchas carreras en Aragón pero ahora lleva unos cuantos años que no hay muchas”, dice.
Ya en profesionales, Aragón solía ser en sus primeras temporadas el punto de partida para la pretemporada en la que el Balneario de Panticosa era el epicentro en el que todos los componentes del equipo Reynolds, en aquel momento, coincidían para empezar la preparación física. “Fuimos dos o tres años en pretemporada a Panticosa a los baños termales y hacíamos lo que se hacía entonces empezar a entrenar con gimnasia, actividad física, esquí de fondo, salidas al monte y también jugar al fútbol de manera suave”, comenta.
El calendario con el que el navarro dio sus primeros pasos en la élite pasó de ser casi exclusivamente Europeo a Mundial. “Entonces no era como ahora, la temporada acababa en octubre en el Giro de Lombardía para los más tardanos e incluso antes y hasta febrero no llegaban las primeras carreras y solo se podía hacer o pista, en la que corrí los 6 Días de Madrid o las 6 horas de Euskadi, o ciclocross. Ahora se puede correr desde enero hasta diciembre”. “De la experiencia en pista, en la que apenas competí, el que más me enseñó fue el australiano Danny Clark para moverme por los peraltes y en el grupo”, comenta.
“La Vuelta a Aragón era una carrera peculiar tanto por la montaña como por la parte baja en la que siempre soplaba aire y en la que gané una contrarreloj en Barbastro”
Vuelta a Aragón, el triunfo de no pudo ser
De la Vuelta a Aragón, “la corrí varios años”, también guarda un excelente recuerdo aunque “siempre me quede fuera del podio por poco y una me la quitó Escartín que estaba muy bien y no pude sacarle tiempo en ningún sitio”. “Era una carrera peculiar tanto por la montaña como por la parte baja en la que siempre soplaba aire y en la que gané una contrarreloj en Barbastro”, apunta.
También le dio para antes de alcanzar la élite, vivir algún que otro “mal recuerdo, porque en un Campeonato de España contrarreloj por equipos de 100 kilómetros (se celebraron dos seguidos en 1983 y 1984 con salida y llegada en Zaragoza pasando por Farlete, Monegrillo y Osera) en el que hubo mucho aire, calor y se hizo larguísimo”.
Otras presencias de Indurain por tierras aragonesas, además de haber pasado “por diferentes sitios con la Vuelta a España“, han sido su presencia en un evento en el Príncipe Felipe con bicicleta de montaña o estos últimos años en las marchas cicloturistas Quebrantahuesos, donde también ha sido homenajeado, o en la Sesé Bike Tour, además de distintos actos promocionales con el Banco de Santander.
En sus comienzos en el campo profesional, Miguel Indurain fue uno de los primeros en pasar por el Centro de Medicina del Deporte de Aragón que puso en marcha José Luis Terreros junto a un amplio equipo y por el que era un habitual Perico Delgado, aunque finalmente donde se le hizo el seguimiento más exhaustivo fue en la Clínica de Navarra. Indurain no lo tiene en el recuerdo pero el ahora director de la Agencia Estatal Comisión Española para la Lucha Antidopaje en el Deporte lo confirma a EFE y del que también hay constancia gráfica.
Otra historia, aunque esta sobradamente conocida, es que el gran golpe de gracia en la que terminó siendo su primera victoria en el Tour, tuvo su arranque en Jaca. “Entonces el Tour no salía mucho de Francia y la llegada a Jaca fue como hacerlo en casa. Fue todo un evento. Todo el mundo quería que se diese espectáculo. Es un recuerdo muy bonito porque al día siguiente en la etapa Jaca-Val Louron conseguí mi primer maillot amarillo”, rememora.
El resto es la gran historia de uno de los mejores ciclistas mundiales de la que se han llenado páginas y páginas y también libros.