La gente está podrida de todo. Ese es un poco la conclusión del último “Digital News Report”, del Instituto Reuters, que analiza el consumo global de noticias.
Allí se afirma que en los últimos años, pero agudizado después de la pandemia, hay una creciente desconexión entre el periodismo y el público, un declive en el interés por las noticias e incluso un aumento de quienes las evitan a propósito.
Estos estudios siempre hay que tomarlos con pinzas, pero quienes seguimos el minuto a minuto de lo que leen los uruguayos, sabemos que algo de eso hay. La gente dispara de las noticias “duras”, y si uno mira lo que más se leyó en julio en la web de El País, sacando cosas como la novela de Suárez o la explosión de Villa Biarritz, se queda con la idea de que el público sólo quiere saber de las desventuras amorosas de Humberto de Vargas, las pugnas de la periodista deportiva Inés Martínez con la barra de Peñarol, o las “bajas” en Polémica en el Bar.
Sin embargo, entre ese listado poco estimulante, se mezcla la noticia de la última encuesta de la empresa Opción, sobre las candidaturas a la presidencia para 2024. Que cuando se publicó, el pasado martes, llegó a superar a los imbatibles “Dulce mensaje de Sofía Balbi a Suárez”, o la angustia de “Los famosos vecinos de Villa Biarritz”.
Es verdad que la encuesta traía datos jugosos, sobre todo para los que nos apasiona la política.
Por un lado, allí se mostraba la competencia interna entre los bloques o coaliciones. Que según Opción, en los votantes del Frente Amplio es ganada cómodamente por Yamandú Orsi, que le sacaría 8 puntos de ventaja a Carolina Cosse. Otro dato interesante es que Daniel Martínez (que nadie cree que vaya a volver a competir) duplicaba en intención de voto a la figura llamada a liderar al sector “moderado”, Mario Bergara.
Un detalle no menor es que 46% de los votantes frentistas consultados, dice no saber o no querer contestar a quién votaría. A esta altura, un montón.
Del lado de la coalición que gobierna, ese dato es todavía más llamativo. Un 66% de quienes votaron a este bloque en 2019, no tiene preferencia clara. Dentro de quienes sí la tienen, Álvaro Delgado más que duplica a las únicas dos figuras que marcan buenos números: Pedro Bordaberry y Guido Manini Ríos. Ni Salinas, ni Argimón, ni Raffo aparecen en la pelea.
Pero más interesante que esto es la comparación entre bloques. Allí Opción presenta dos posibilidades. Si Orsi fuera el candidato del FA, esa coalición tendría hoy el 40% de los votos, mientras que los “multicolores” liderados por Delgado llegarían a 45%. Si la candidata fuera Cosse, la diferencia se estiraría a 9 puntos.
En un momento en que las noticias están dominadas por Suárez o la explosión de Villa Biarritz, una encuesta electoral logró atraer la atención.
Lo interesante de este dato es que despeja la verdadera duda actual, que no es si la imagen del gobierno cae algún punto, si la gente está más preocupada por seguridad o economía, o qué porcentaje de lectores de La Diaria creen que hay que darle más plata a la UdelaR. El tema es saber si habrá cambio de gestión o no.
Este dato, como pasa siempre, se puede leer de distintas formas. Los partidarios de la oposición pueden alegrarse de que están un puntito más arriba, ya hoy, de lo que votaron en 2019, con un 6 o un 7% de indecisos por definir.
Los del gobierno se pueden felicitar de que en lo que suele ser el peor momento de cualquier gestión, la mitad del período, todavía mantienen una ventaja bastante sólida. Con el agregado de que ya se acabó el crédito político por el buen manejo de la pandemia, aflora sin complejos el malhumor por una economía que tuvo un frenazo brutal, y gracias a una apretada de cinto que hizo caer el déficit fiscal a menos de 3%, habría algo de margen para “estimular” la economía en los meses por venir. El dilema es si el gobierno tiene intención de hacer eso, y si alcanza el tiempo para que llegue a impactar en el ánimo popular antes de la elecciones.
Por otro lado, este panorama no toma en cuenta que en el próximo año, a medida que se recalienta la interna y las ambiciones dentro de cada bloque, empieza a impactar ese detalle clave que es el factor humano. Las peleas, los perfilismos, los codazos, y los errores no forzados, que suelen tener más impacto en las definiciones electorales, que los fríos números de desempleo, PIB o simpatía popular.
Por lo que se puede ver que ya está pasando tras bambalinas, tanto en el Frente Amplio, como en el gobierno, esta campaña tendrá dosis generosas de todo ello.
Tal vez eso mismo es lo que hace que noticias que van tan a contracorriente de lo que dicen los “gurús” y las métricas, como es una encuesta política, concitan la atención de la gente. Desde que el mundo es mundo, las personas ambicionan conocer los chismes, las miserias, y conectar humanamente con las personas que están en la palestra pública. Si hay una certeza, es que el candidato que logre salirse del libreto marketinero, y generar un vínculo más cercano y real con la sociedad, tendrá hecho buena parte del camino para imponerse en 2024.