La Selva del Darién es un paso de migración irregular altamente peligroso que ha sido históricamente explotado por grupos narcotraficantes y bandas dedicadas al tráfico de personas, debido al refugio que ofrece su infranqueable geografía, intensa humedad y complicados tramos de pantanos y ríos de envergadura.
En las últimas semanas, luego de varios meses de vacío informativo, la cuestión migratoria venezolana repunta en los medios y en el discurso antichavista. El epicentro de esto es la Selva del Darién, una espesa y peligrosa jungla que separa a Colombia de Panamá, en cuya trayectoria repleta de amenazas migrantes venezolanos han enfrentado avatares de todo tipo.
¿Quiénes cruzan?
La Selva del Darién es un paso de migración irregular altamente peligroso que ha sido históricamente explotado por grupos narcotraficantes y bandas dedicadas al tráfico de personas, debido al refugio que ofrece su infranqueable geografía, intensa humedad y complicados tramos de pantanos y ríos de envergadura.
En un comunicado de finales de 2021, la Unicef reseñó que la mitad de los migrantes que atraviesan el Darién son haitianos, e indicó que hay personas de más de 50 nacionalidades que utilizan este paso para llegar a Estados Unidos. El reporte no hizo referencia a la migración venezolana.
En el mes de octubre del año pasado, la ONU comunicó que solo registraron a 66 migrantes venezolanos utilizando esta ruta en 2017. No obstante, en 2021, la cantidad de ciudadanos venezolanos llegó a 1 mil 500, sin hacer referencia a cómo evolucionó esta cifra en los últimos cuatro años.
La cantidad total de migrantes registrados por la ONU que cruzaron el Darién en 2021 fue de 93 mil, lo que supone que los migrantes venezolanos tienen un lugar marginal con respecto a otras nacionalidades.
Sin embargo, no fue hasta hace algunas semanas que el cruce por el Darién se convirtió en el tema central dentro de la cobertura de los medios de comunicación, quienes, a falta de cifras que soporten el enfoque interesado de “emergencia” y reactualización de la “crisis humanitaria”, han explotado historias individuales lamentables para articular un relato general de migración forzada, altamente beneficioso para una oposición extremista sumida en la irrelevancia y necesitada de volver al paisaje mediático para recuperar visibilidad.
Un ejemplo de cómo se politizan eventos lamentables lo da el propio David Smolansky, dirigente de Voluntad Popular, confesando lo siguiente hace algunos meses: “La gente no dejará de huir hasta que la democracia sea restaurada”. Una interesante confesión sobre el uso de la migración como recurso de presión política.
Incentivos perversos: Hipótesis
El “auge”, magnificado por la narrativa de los medios, de migrantes venezolanos cruzando por el Darién, podría explicarse a partir de ciertos factores.
Uno de ellos es la renovación del Estatus Migratorio de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) recientemente aprobada por la administración Biden para los migrantes venezolanos, hasta marzo de 2024.
Este incentivo que permite a los venezolanos permanecer legalmente en Estados Unidos mientras regularizan su situación migratoria fue ampliado a medida que, desde enero de este año, países centroamericanos, y México en particular, vienen aplicando restricciones de visado.
Esto impulsa e incentiva el uso de rutas irregulares para llegar a Estados Unidos.
Otro factor tiene que ver con la amplia constelación de grupos criminales que operan en el Darién y se benefician económicamente del tránsito de migrantes.
Una investigación profunda del medio El Colombiano, publicada en febrero de 2019, asegura que el temible Clan del Golfo controla el acceso a la selva desde el Golfo de Urabá, al menos, desde el año 2007, desde donde ejecutan el cobro de vacunas a los coyotes. El Clan del Golfo es el grupo criminal más representativo involucrado en el control del Darién, pero no el único.
Distintos reportajes han dado cuenta de un enorme abanico de ofertas (engañosas) para cruzar el Darién, donde se emplea un vocabulario de turismo de aventura con el cual al “viajero” se le hace creer que contará con un conjunto de comodidades durante todo el trayecto hasta su destino final.
La crisis de seguridad y expansión del paramilitarismo en la frontera binacional que signó la última etapa del gobierno de Iván Duque podría ser la causa de esta promoción excesiva de ofertas engañosas, utilizadas por los grupos criminales de la zona para extorsionar a migrantes venezolanos, que luego son abandonados a su suerte en medio de la selva.
Recientemente, Argenis Sánchez, presidente de la Asociación de Mayoristas y Empresas de Representaciones Turísticas (Avemarep), advirtió que los venezolanos deben evitar esos contratos, ya que se trata de agencias de viaje que ofrecen un servicio ilegal organizado clandestinamente desde Colombia, principalmente Cúcuta.
Contradicciones
Aunque el relato de la oposición extremista y los medios insiste en que el cruce por el Darién se debe a la crisis económica del país, algunos reportes permiten dudar de esta afirmación.
Un informe reciente de la ONG, nómina del Departamento de Estado, Human Rights Watch, reseñado por Inter Press Service, realizado a partir de entrevistas con migrantes venezolanos, aseguró que el viaje a México o Centroamérica no solo sería más seguro vía aérea, sino también más económico. El informe aseguró que el cruce por el Darién puede llegar a costar miles de dólares por persona.
La relación costo-necesidad de atravesar el Darién pareciera derribar la tesis de que quienes han tomado esta ruta lo hacen por no tener recursos económicos para garantizarse una mínima subsistencia en el país, sobre todo si se observa que la travesía es asumida generalmente por grupos familiares.
Una de las historias más popularizadas en las últimas semanas, publicada por Los Angeles Times, viene a confirmar ciertas contradicciones. La pieza relata la historia de una familia venezolana que sobrevivía con 40 dólares al mes, pero que logró reunir 30 mil dólares para asumir el viaje completo hasta la Florida, cruzando el Darién.
Contexto, exploliación de la migración y guerra
Casi todos los dirigentes de los distintos partidos antichavistas han tomado la cuestión del Darién como un arma arrojadiza para catapultarse en la opinión pública y golpear la percepción positiva de la población en torno a la recuperación económica que vive el país.
Quien expresó esta intención con mayor claridad fue Liz Jaramillo, dirigente regional del partido Primero Justicia. Jaramillo aseveró que el Gobierno venezolano intenta crear un falso clima de bienestar sobre los migrantes que retornan, ante lo cual es necesario “visibilizar la tragedia que enfrentan los que luchan por alternativas de vida favorables” en otros países.
La dirigente parece fallar en cuanto a puntería. Existen historias de migrantes que han regresado y cuentan que la recuperación económica es real, pero las mismas no han sido promocionadas por el gobierno venezolano, sino por la BBC, medio que publicó un reportaje a principios de julio detallando el caso de Fátima Camacho, mujer venezolana que migró a Perú hace tres años y volvió al país hace poco para empezar un pequeño negocio, dada las nuevas condiciones a favor.
Visto desde ahí, Jaramillo confiesa lo que es evidente: explotar mediática y políticamente la cuestión del Darién es un recurso propagandístico, de ahí lo de “visibilizar la tragedia” de los migrantes para combatir el ángulo optimista con el que la población observa la reactivación económica.
A su vez, reflotar nuevamente el vector de la “crisis humanitaria” por la vía de la “migración forzada” pasa por la misma finalidad de siempre: la económica. Hace pocos días nació una nueva “plataforma” dedicada a la migración, “Hermanos Venezolanos”, con centro en Colombia. En su lanzamiento al público participó el prófugo de la justicia venezolana Julio Borges.
El lanzamiento de una nueva organización dedicada al tema deja ver cómo la industria de la migración, aprovechando la trama del Darién, busca ampliar su propia frontera extractiva de fondos y recursos internacionales. Esto se suma a los 314 millones de dólares otorgados para la migración venezolana por Estados Unidos en el contexto de la pasada Cumbre de las Américas.
Hay que recordar que, en julio de 2019, la propia USAID admitió que los millonarios recursos entregados para atender a los migrantes no habían llegado a su destino, indicando, indirectamente, que los mismos habían sido objeto de mala administración (corrupción y derroche) por parte del “gobierno paralelo” ficticio de Guaidó.
Usar interesadamente los casos lamentables que han ocurrido en el Darién parece ser la última oportunidad para hacer borrón y cuenta nueva, y mantener el grifo de dinero extranjero abierto, exprimiendo hasta sus últimas consecuencias el sufrimiento de los migrantes venezolanos.