¿Cómo se dirige un club de fútbol? ¿Realizan cursos especiales los banqueros, hoteleros, empresarios que conducen a los clubes? ¿Y los sindicalistas? ¿Le fue mejor a los ex jugadores, campeones consagrados, que a los inexpertos de la pelota que simplemente llegaban con su billetera y contactos? ¿Cómo separar el reclamo legítimo de los socios, de la furia por una mala campaña y de la barra que siempre responde a otro tipo de intereses? Porque se supone que todos son hinchas de ese club. Y que quieren lo mejor para el club de sus amores, al que dedican buena parte de sus horas, alegrías y tristezas. Pero, cuando la pelota deja de entrar en el arco rival, las diferencias que antes eran secundarias comienzan a acentuarse. Y saltan negocios, intereses y proyectos personales. Y, como sucede dentro de la cancha, el mejor es el que no juega, como si no tuviera pasado ni responsabilidad.