Los precios de los tokens no fungibles siguen siendo altos por ahora y pueden seguir aumentando durante algún tiempo, pero se producirá un colapso. Con los bancos centrales dispuestos a endurecer la política monetaria en un esfuerzo por controlar la inflación, es probable que las clases de activos nuevas y no probadas sean castigadas con más dureza que las más confiables.
LAUSANA – En marzo del 2021, la casa de remates Christie´s vendió un archivo JPEG creado por el artista Beeple en 69.3 millones de dólares, un récord para una obra de arte digital. La propiedad del JPEG “original” –titulado “Todos los días: los primeros 5,000 días”- se garantizó como un token no fungible, o NFT.
La venta ganó espacio en los titulares y los NFT desde entonces están al rojo vivo. Los inversionistas derramaron en el mercado 27,000 millones de dólares en el 2021, y Meta, la compañía matriz rebautizada de Facebook, hoy dice tener planes de permitirles a los usuarios crear y vender NFT. Hay un solo problema: el mercado de NFT terminará colapsando, por alguna de múltiples razones.
En esencia, un NFT es un código comercializable adjunto a metadatos, como una imagen. Una red segura de computadoras registra la venta en un libro digital (una cadena de bloques), dándole al comprador una prueba tanto de autenticidad como de titularidad.
Los NFT por lo general se pagan con la criptomoneda Ethereum y –quizá más importante- se almacenan utilizando la cadena de bloques Ethereum. Al combinar el deseo de tener arte con la tecnología moderna, los NFT son el activo perfecto para el conjunto de miembros flamantemente ricos de Silicon Valley y su tren de acólitos en el mundo de las finanzas y del entretenimiento, y también en la comunidad más amplia de inversores minoristas.
Pero, al igual que otros mercados impulsados por la exuberancia, por las compras compulsivas y por la propaganda, el mercado de evolución rápida y especulativo de los NFT podría perjudicar a muchos inversionistas. La locura actual invita a comparaciones con la manía de los tulipanes holandeses de 1634 hasta 1637, cuando algunos bulbos alcanzaron precios extremadamente altos antes de que la exuberancia se disipara para dar paso al colapso de la burbuja.
El mercado de NFT probablemente sufra un destino similar –pero no, como algunos podrían pensar, por cuestiones ambientales-. Sin duda, los NFT consumen cantidades considerables de energía, porque las criptomonedas como Ethereum y Bitcoin se “minan” utilizando redes de computadoras con una importante huella de carbono –que crece con cada transacción-. Pero cuando se trata de entender lo que derribará el mercado de NFT, el impacto climático es una pista falsa. El problema real es que el auge actual de NFT se construyó sobre un cimiento de arena.
Empecemos por el problema de la oferta infinita. Los NFT ofrecen titularidad de un activo digital, pero no el derecho de impedir que otros usen sus copias digitales. Parte del motivo por el cual hay inversores ricos dispuestos a pagar decenas de millones de dólares (o más) por obras de arte físicas tradicionales de artistas como Rembrandt, Van Gogh o Monet es que la cantidad de obras maestras es finita; los artistas murieron hace mucho y no pueden producir obras de arte nuevas. Las copias de NFT, en cambio, podrían convertirse en una mercancía.
Asimismo, al igual que con todas las cosas digitales, no hay ninguna diferencia de apariencia entre un archivo JPEG original vendido en 69.3 millones de dólares y una copia descargada online gratis. En teoría, la oferta de copias de NFT legalmente utilizables es infinita, lo que potencialmente satura la demanda de estas piezas y hace que los precios colapsen.
Como la cadena de bloques no puede almacenar el activo digital subyacente real, alguien que compra un NFT está comprando un link a la obra de arte digital, no la obra misma. Si bien los compradores obtienen el copyright del link, los costos de transacción relacionados con monitorear las infinitas plataformas online donde se exponen los NFT, identificar un uso ilegal y aplicar y sancionar cualquier contravención hacen que sea casi imposible hacer cumplir el copyright o disuadir un mal uso. Esto limita fuertemente la monetización del activo.
Otro riesgo es que los NFT se están haciendo y vendiendo con tecnologías incipientes –cadenas de bloques y criptomonedas-. Hoy en día hay múltiples normas que compiten entre sí respecto de cómo generar, salvaguardar, distribuir y certificar NFT, entre ellas ERC-721, ERC-998, ERC-1155, estándares de flujo y no flujo y Tezos’s FA2. La incertidumbre resultante sobre cómo se garantizará la certificación de la titularidad a perpetuidad pone en peligro el valor de los activos y hasta su titularidad.
De hecho, el valor de los NFT puede evaporarse si la próxima ola de tecnologías más avanzadas que sustituya a las criptomonedas o a la cadena de bloques es incompatible con una titularidad de NFT segura. Las empresas que hoy trabajan en el mercado de NFT tal vez no existan mañana, generando olas de reclamos de titularidad.
La volatilidad de precios de las criptomonedas que sustentan el mercado de NFT es una cuestión central también. Los precios de los NFT tienden a moverse en tándem con los precios de las criptomonedas. Cuando las criptomonedas se desmoronaron en 2018, lo mismo sucedió con el mercado naciente de NFT.
La psicología de comprar productos de lujo también probablemente ejerza una presión bajista sobre los precios de los NFT. La mayoría de los productos de lujo se suelen conocer como bienes Veblen, con una utilidad limitada más allá de permitirles a los dueños publicitar su riqueza. Por esa razón, suelen generar grandes ganancias para los vendedores.
Los NFT les permiten a los compradores promover su riqueza esencialmente a través del precio elevado que pagaron, pero sólo si reciben una reacción positiva de sus pares. Si ese gasto no resuena entre su audiencia, el inversor bien podría usar efectivo para encender un cigarrillo.
Como ser dueño de un NFT no impide que otros muestren los mismos activos y mencionen una titularidad, estos tokens no sirven como indicadores efectivos de un poder de gasto único. Y muchos compradores de NFT de todos modos siguen siendo anónimos, porque la cadena de bloques garantiza que el conocimiento respecto de la titularidad es limitado.
Finalmente, las condiciones macroeconómicas cambiantes podrían afectar negativamente los precios de activos alternativos como los NFT y las obras de arte tradicionales. En las dos últimas décadas, la cantidad de multimillonarios en el mundo ha aumentado más de cinco veces, y los ingresos disponibles para ser invertidos en clases de activos alternativos se han disparado en consecuencia. La pandemia del Covid-19 hasta el momento ha reforzado esta tendencia. Gran parte del enorme estímulo económico inyectado por los bancos centrales fue a los mercados financieros, impulsando aún más el patrimonio neto de los súper ricos.
Pero la atención de los inversionistas puede ser fugaz. Después de la crisis financiera global del 2008, las ventas de arte y otros bienes de lujo cayeron casi el 40%. Ahora que los bancos centrales empiezan a ajustar la política monetaria en un intento de controlar la inflación, es probable que las clases de activos nuevas y no probadas sean aún más castigadas que las más confiables. Y el mercado de NFT inmensamente volátil, basado en monedas digitales sin nada que las respalde, no puede ser un refugio seguro.
En definitiva, los precios de los NFT sufrirán una caída importante y permanente. Siguen estando altos por ahora y pueden seguir aumentando por algún tiempo, pero la caída sucederá. Los inversionistas que piensan que pueden timar al mercado tienen todo el derecho de intentarlo, pero su optimismo probablemente resulte equivocado.
Patrick Reinmoeller
Es profesor de Estrategia e Innovación en el Institute for Management Development.
Karl Schmedders
Es profesor de Finanzas en el Institute for Management Development.