El reconocido periodista y CEO de PERFIL Network, Jorge Fontevecchia, participó de un streaming exclusivo para suscriptores de Perfil en el que analizó los hechos más relevantes de la coyuntura actual.
Moderado por el periodista Juan L. Gonzalez, el encuentro virtual con el conductor de Periodismo Puro y Modo Fontevecchia del miércoles 20 abarcó distintas temáticas relacionadas a los desafíos de la actual situación económica y política en la Argentina, marcada por la inestabilidad política y la incertidumbre financiera.
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La entrevista completa a Jorge Fontevecchia
Juan González: Tenemos otra edición de Línea directa. Ya la conocen. Es este streaming en vivo exclusivo para todos los suscriptores de Perfil.com. Los que están del otro lado saben que venimos en esta tanda de streaming en vivo. La semana pasada estuvo Gustavo González, hoy tengo el gusto de saludar a Jorge Fontevecchia. Él es el fundador de la editorial y viene un poquito demorado porque vino de una entrevista interesante que no sé si él adelantará algo o no, que va a salir el fin de semana. Bueno Jorge, gracias por estar acá. ¿Este es tu primer streaming en vivo?
Jorge Fontevecchia: No, no, ya hice, eh. No sé si en vivo, pero hice. O sea, en el pasado creo que sí, que fue en vivo, creo que es el tercero y no sé si hice dos en vivo, pero uno seguro en vivo porque había preguntas y creo que los dos en vivo. Pero bueno, lo que vamos a hacer es seguir el modelo de hacer una, es poner un tema y luego entrar en preguntas y respuestas.
A mí me parece que el tema más interesante para todo el mundo es el futuro. Y el futuro es, generalmente, lo más difícil de predecir y, casualmente, las predicciones son sobre el futuro, y ahí está el oxímoron de la predicción. Yo creo que para entender cómo va a ser el futuro había que empezar primero por el diagnóstico que va a tener a quien le toque llevar adelante el futuro. Es quien llegue el 10 de diciembre de 2023. El Gobierno va a llevar adelante un plan, independientemente de que luego tenga éxito o no, en función del diagnóstico que realice, de cuál es la decadencia, cuál es el motivo de la decadencia argentina. Evidentemente quién se siente en el sillón de Rivadavia el 10 de diciembre, el año próximo, lo que va a tratar de cambiar el curso de la historia es la decadencia de la Argentina que va a estar a un año de cumplir 50 años de decadencia, de neo decadencia por lo menos. En el ’74 fue el último año de la Argentina, tuvo 4% de pobres, el último año que Argentina era un producto bruto per cápita, con el crecimiento equivalente al de Australia y al de Canadá. Vale recordar que pocos años antes, el 74, con el gobierno de Frondizi, Argentina era igual su economía que la de Brasil. Hoy la de Brasil, es cinco veces la Argentina. Y vale recordar que, con la recuperación de la democracia en 1983, la Argentina era más grande que Corea del Sur. El producto bruto argentino era más grande que el de Corea del Sur, que hoy nos superan, podríamos decir, en ocho veces. Entonces, bueno, ahí hay un punto en el que yo creo que el nuevo presidente va a ser alguien que va a llevar adelante un plan de reestructuración de la Argentina y va a aplicar un remedio, porque se supone que el diagnóstico es que la Argentina está enferma. La pregunta es, ¿está enferma por qué? ¿Cuál es el mal? ¿Cuál es la enfermedad de la Argentina? Y ahí está claro, no hace falta ser muy agudo, para descubrir cuáles pueden ser los posibles diagnósticos, que incluso en el diagnóstico, está la filiación política.
Jorge, te hago un parate ahí, en esa línea, del diagnóstico. Hoy el dólar terminó a 317 en un momento complicado de la Argentina. Parecería que justamente el gran problema de hoy es que no hay diagnóstico, pero no se plantea desde el lado de Alberto ni desde el lado de Cristina la misma solución posible. Y en ese empantanamiento que hablamos…
No, claro, porque allí me parece que reside, que la terapia es el resultado del diagnóstico. A mí me da la sensación de que la solución va a venir por el próximo gobierno. Imagínese que las PASO son en agosto, estamos a un año. Macri había dicho que se acabó su gobierno en agosto y no en diciembre. Una vez que en las PASO haya claramente un ganador, que es muy probable que suceda… Falta un año para el cambio de gobierno.
Y parece lejos. Con un dólar que sube 10 $ por día.
Sin ninguna duda que parece lejos. Pero, de cualquier forma, yo deseo que así no fuera. Me imagino un cambio de gobierno antes de agosto del año próximo. Si así fuera, tampoco tendría fuerza para producir. El futuro no lo va a decidir este gobierno. Este gobierno lo que puede es aterrizar la nave de la mejor forma, aterrizar el avión sin un ala, ojalá con las dos alas, las ruedas y una turbina. Pero aterrizar el avión a mí, por lo menos yo, que estoy más interesado en las cuestiones de fondo, me voy más hacia el futuro. Entiendo que puede haber una preocupación respecto de a cuánto va a estar el dólar el viernes. Yo francamente, sobre eso, mucho no me interesa opinar porque me parece que es aleatorio, puede estar a 3,50 y bajar a la semana siguiente, como ya sucedió que llegó a 230 en su momento y bajó a 190. Es aleatorio, está lleno de posibilidades. Sí me parece que podemos opinar y decir a cuánto va a estar el dólar, es lo más cercano al horóscopo. Yo creo que lo que sí podemos opinar es hacia dónde va, la dirección del país, en lo macro, en el largo plazo, que es a donde yo me encamino.
Entonces ya que eso va a depender y de alguna manera también, la clave. Tu pregunta es pertinente respecto del conflicto actual entre el presidente y vicepresidente. Y bueno, obviamente depende de lo mismo que yo estoy diciendo. Es un error de diagnóstico, “Dejame llegar a 2023”, porque creo que la diferencia diagnóstico y no sé, no se resuelve. Ahora, el que gane las elecciones en agosto primero y en noviembre después sí podría llegar a tener el poder político para decir este es mi diagnóstico, esta es mi terapia. Hoy estamos con un empate de diagnósticos entre el presidente y la vicepresidenta y la oposición y el oficialismo. Y nadie tiene el poder suficiente. Entonces, primero describamos cuáles son los diagnósticos, después describamos cuáles pueden ser las soluciones dependiendo del diagnóstico y quiénes encarnan cada uno de esos diagnósticos. Entonces, un diagnóstico es el fracaso de la Argentina, la crisis de la Argentina por culpa del kirchnerismo. Y esa es una mirada más dura del PRO o de los halcones, que dice bueno, el problema es el kirchnerismo. Si ganamos por la suficiente cantidad de votos como para que el kirchnerismo no nos pueda plantear un veto con un veto dentro del Congreso, el país tiene solución. Entonces, el primer punto es, si el problema es el kirchnerismo, hay que ganar por la suficiente cantidad de votos para arrasar, para marcar una diferencia contundente de manera que se pueda imponer en el próximo período legislativo las leyes que hacen falta para cambiar el país. Entonces, ese diagnóstico construye su propia terapia, que el problema es el kirchnerismo. Hay que anular el kirchnerismo y hacer un gobierno lo suficientemente fuerte como para que en la oposición el kirchnerismo pase a ser nula. La mirada de otro sector, pudiéramos decir el kirchnerismo, que el problema es la derecha. Argentina tiene una derecha arcaica, antigua, troglodita, que odia, que no es moderna, que no es democrática. Entonces el problema, desde la perspectiva del kirchnerismo, es la solución que el país va por lograr doblegar, vencer, erradicar a esa derecha arcaica que no es como las derechas europeas o los conservadores ingleses que no son tan trogloditas. Entonces, ¿un diagnóstico es el problema de la crisis de la Argentina o es por el kirchnerismo? ¿Otra vez por la derecha? Y luego hay un emergente, un tercer emergente electoral que tuvo mucha fuerza hace dos meses y ahora se la está perdiendo, que es el problema, la casta. El problema es el kirchnerismo y el macrismo de la perspectiva de mira o el macrismo o el problema es el frente de todos y juntos por el cambio, la casta en la que incluye también a parte junto por el cambio, porque es la casta, la incluyen también a (Elisa) Carrió, a los radicales, a (Facundo) Manes. Bueno, ese es el tercer diagnóstico.
Bueno, sabemos cuál es su terapia: delinear el Banco Central, plantear un sistema que es impracticable y creo que ese diagnóstico es el menos compartido por una gran mayoría, el que tiene menos posibilidades de ganar. Y hay un cuarto diagnóstico en el que, por lo menos yo me siento identificado, que el problema no es ni del kirchnerismo, ni de la derecha, ni de la casta, sino de todos. Y que sería el problema de la grieta. El problema es que no tenemos capacidad de aceptar que nosotros también somos parte de la culpa, no que la culpa es del otro. Porque para el kirchnerismo la culpa a la derecha, para la derecha la culpa es del kirchnerismo. Para Milei la culpa es del kirchnerismo y de Juntos por el Cambio. Pero nadie ve que el problema, parte del problema, es uno. Y al ver que parte del problema es uno, parte de la razón tiene el otro. Decir que todos tienen culpa y todos tienen un poquito de razón y que en ese proceso la terapia que habría que aplicar es una terapia que incluye al otro. Como el Levinas.
Que hospede una parte del otro dentro de uno. Que tenga la capacidad de traer introyectado un pedacito del otro. Supongo que es esa la perspectiva de Horacio Rodríguez Larreta cuando habla del 70%. Conseguir el 70%, intuyo. Lo que no quiere decir que después a esa contradicción de como en el lugar de cien días tengo cien horas. Yo creo que, en el caso de la oposición, que es quien más posibilidades tiene ganar, o sea, claramente es muy difícil para este gobierno poder ganar las elecciones del año próximo. No es imposible, pero no es probable. Yo creo que el error de parte de los halcones es: al peronismo hay que vencerlo. Y la pregunta es, ¿vos vencés al peronismo venciéndolo electoralmente? O sea, ¿no hay un error o una confusión entre significante y significado? Si vos sacás, por ejemplo, 60% de los votos y el peronismo, el frente de todos saca 30. Vamos a suponer un escenario que creo que solamente se dio cuando Perón ganó con el 60%.
Que en el 2023 la oposición saque 60.
Ponele. Simplemente planteando una situación absolutamente hipotética de un teorema del absurdo. ¿Venciste al peronismo?, no. Vos venciste a los representantes del peronismo, porque el peronismo no es un partido político. Es una cultura. Es una cultura que incluso está dentro de los propios miembros de la oposición que vencerían. Entonces hay una confusión entre significante y significado. Vos vencerás a los candidatos del peronismo, el presidente del peronismo es Alberto Fernández. ¿Alguien puede suponer que Alberto Fernández representa verdaderamente al peronismo? Las autoridades del peronismo, no son del peronismo.
Como te dijo en el primer reportaje que le hiciste, está más influenciado por…
Por la socialdemocracia y cualquier persona que nosotros queramos colocar, incluso alguien, no sé, Moreno, que te saca patente de híper, de peronismo o de originario como dulce de leche, dice centenario, originario de primera cepa. De cualquier forma, él sería el representante de un sentir del peronismo. En el peronismo, después de 70 años, es parte de la cultura, es una manera de interpretar la Argentina. Te lo dice alguien que no es peronista, no voto por el peronismo. Entonces no lo vencería, sería una ilusión utópica creer que lo vencería, porque al día siguiente, aunque vos tengas los votos en el Congreso para hacer determinada reforma, te encontrás con una resistencia de distintos factores de poder que tienen una cultura peronista y que siguen teniendo poderes fácticos. Entonces la idea no sería vencer, sino convencer. Esa es por lo menos la que yo defiendo.
En esta línea de los diagnósticos compartidos, y también pensando en lo que es la actualidad. A mí a veces me da la duda de si estas dos grandes coaliciones, porque ya pasamos de dos partidos, a grandes coaliciones. Y si está la posibilidad real de que dentro de esas grandes coaliciones se puedan poner de acuerdo, que es lo que estamos viendo hoy con el Frente de todos, que pueden ser un dispositivo electoral y así triunfaron y ganaron. Pero después, cuando tienen que ejecutar no se terminan de poner de acuerdo. Y eso porque están hoy en el gobierno. Me queda la duda si, no sé, gana Larreta, por ejemplo el año que viene, también el día que tenga que gestionar con el ala dura suya tendría las mismas trabas y estamos en un empantanamiento eterno.
No, es correcto. Pero no cabe ninguna duda que la relación de subalternidad, podríamos llamarlo, de Larreta para con (Mauricio) Macri, no tiene punto de comparación de la de Alberto Fernández con Cristina. Cristina lo eligió a Alberto. En el caso de Horacio Rodríguez Larreta le ganaría a Macri y sería en contra de la voluntad de Macri o tendría que rebelarse. Entonces me parece que el grado de subalternidad, como decía, no sería comparable a Alberto con Cristina.
O sea, hay un tema de que a Alberto como presidente le falta legitimidad.
Bueno. Los romanos concebían autoritas y potestas. Vos podés tener potestas y no tener autoritas. Esto, a aquellos que estudiaron sillas económicas, por ejemplo, sucede en la actividad privada también. En una organización se le puede dar a tal el poder formal y el poder informal, se le puede conferir el poder formar a alguien. Pero si dentro de esa organización, hay alguien que sabe más que el que se le dio el poder formal, la gente va a ir a consultar a ese que aunque no tenga la autoridad formal, pero tiene tiene el saber. Yo creo que la posibilidad de que existan contradicciones dentro de las coaliciones es inmanente a la coalición y nos vamos a tener que acostumbrar a que haya tironeo como de hecho hay en la oposición, sin ninguna duda. No es solamente el caso de Cristina Kirchner con Alberto Fernández. Me parece, de cualquier forma, que en la oposición se procesan, se lo digiere de una manera un poco más ordenada, para decirlo de alguna forma. Yo me imagino que sí, que de manera sostenida vamos a tener tensiones dentro de las coaliciones. Me parece que el grado de patología lo da cuando el segundo tiene mucho más poder que el primero. Ahí sí se plantea una situación anómala, cuando el segundo tiene el 70% del poder del primero. Bueno, el primero está continuamente acechado, como la espada de Damocles, pero todavía sigue siendo el que el que conduce. Esa es mi perspectiva, no me imagino que pueda haber un gobierno en el futuro de un solo partido.
Bueno, lo estamos viendo en estos días donde, no sé si lo que viste este fin de semana o el anterior, del silencio de Cristina (Kirchner). ¿Qué quiere comunicar Cristina con ese silencio? ¿comunica algo cuando no opina de (Silvina) Batakis? Y creo que lo llamaste cheque en gris, que le dio el presidente.
Y bueno, ella trabaja con el discurso polisémico, ¿no? A ver, el. discurso polisémico es típico de la ficción, es típico del teatro, es típico de los artistas de la vida creativa. Entonces, que la audiencia pueda interpretar distintos significados de lo que se está diciendo, aumenta la trama, aumenta la tensión, despierta curiosidad. Bueno, otra cosa que Cristina logra sin ninguna duda con su con sus silencios y sus opiniones. Ahora, desde el punto de vista de, por ejemplo, nuestra tarea como periodistas es eliminar la polisemia. Nuestro trabajo como periodistas, se centra en la maraña de información y nuestra tarea es ser curadores para la audiencia de la patología polisémica.
Es decir no, esto que puede interpretarse de distintas maneras, esta es la manera con la que el emisor en realidad quiso que su mensaje trascendiera. Bueno, si yo hoy seguía lo de Eliseo Verón, del para destinatario, el proto destinatario, el contra destinatario. Verón, el famoso semiólogo argentino, uno de los más importantes del mundo, planteaba que había distintos tipos de discurso y que, o se les hablaba a los propios, que era el para destinatario. En el caso Cristina sería al 20% del país, que sería su núcleo duro. Se le habla al para destinatario, a aquel que está convencido, pero su creencia se debilitó y ya no vota y hay que acercarlo; sería el gris, el del centro, o se le habla al contra destinatario, que sería el que nunca te va a votar y es tu oponente. Y bueno, si podés construir un mensaje que sea simultáneamente para tu contra destinatario, tu para destinatario y tu proto destinatario, sería una obra de arte. Que supongo, es lo que imagino, que ella debe querer hacer. Decirle a los mercados: ojo, nosotros somos personas que siempre hemos pagado nuestra deuda, así que yo me callo, porque en el fondo apoyamos lo de la reducción del déficit fiscal, como plantea Batakis.
Al mismo tiempo le dice a los proto destinatarios, mi silencio es equivalente a no votar, a estar en contra. Lo que hicimos con el Fondo Monetario Internacional, estamos en contra de esto. Y a los para destinatarios, decir estamos en contra, pero hacemos, como hicimos casualmente aquellos que se abstuvieron y con la votación del Fondo Monetario, somos responsables. Tenemos una ética de la responsabilidad, pero estamos en contra. Pero bueno, vamos a cuidar la institucionalidad del país. Los tres mensajes son posibles, en el silencio. Después vos lo cargás de sentido. En la medida que la persona explícitamente expone, esa posibilidad de polisemia desaparece. El punto es si ella puede darse ese lujo, si casualmente lo que pasa en los mercados con el aumento del dólar, tiene que ver con que los contra destinatarios, es decir, los que nunca lo van a votar o lo que sería representante del mercado, interpreta que su silencio no es suficiente apoyo y que lo que requeriría sería un apoyo hecho y derecho. Yo creo que de cualquier forma, ya era un apoyo taxativo y de cualquier forma el mercado no le creería. Creo que lo único que va a hacer que el mercado crea, es que pasen la suficiente cantidad de días como para que no haya devaluaciones.
Eso es una clásica pulseada y habrá que ver cuánto puede aguantar el gobierno con un dólar que puede llegar a 320, o no sé a cuánto se lo podrán mañana y pasado. Y allí habrá un punto en el que, bueno, si triunfa el gobierno estas corridas, quienes, esa famosa frase, muy arcaica, el que apuesta al dólar, pierde. Bueno, aquellos que hayan apostado a un dólar más alto, si el dólar, por ejemplo, volviera a 280 o a 270, habrán perdido. Y si no, si se logra que quienes quieren vencer la resistencia gobierno de valor, se produce una devaluación. Bueno no, habrán confirmado que ganaron. Y eso es como una apuesta, como una guerra, no se sabe.
Hablamos de los mensajes que intenta mandar Cristina en varias bandas. Te hacés una pregunta, que imagino que más de un suscriptor de perfil.com se hace. Que yo imagino también, que nadie tiene la respuesta, no sé si ella. Pero, ¿qué es lo que está viendo Cristina de la situación y del gobierno? ¿En qué estará pensando? ¿Ella tiene la idea en su cabeza de volver a ser candidata?
No sé. Yo pienso que está un poco perdida y debe ser muy difícil. No se debe perder lo que decíamos al principio, este oxímoron de que es muy difícil predecir el futuro, pero todas las previsiones son sobre el futuro. Entonces hay una contradicción allí. Entonces yo creo que los escenarios son muy adversos para ella. O sea, es muy difícil que ella pueda ganar una elección en un balotaje. Entonces, ¿quiere ser candidata? No parece que fuera la decisión más inteligente. Es más, creo que lo dijimos alguna vez medio en broma, será el sueño de Macri, porque Macri sólo podría tener alguna chance de ganar en un balotaje si Cristina fuera candidata, porque ella tiene tantas negativas como él y viceversa. El sueño de Cristina sería que Macri fuera candidato, porque la única chance que tiene de ganarle a alguien en un balotaje sería si fuera Macri, alguien con tantas negativas y que despierta tanto rechazo del sector opuesto como como ella. No, yo tiendo a creer que lo más lógico sería que Cristina fuera candidata senadora por la provincia de Buenos Aires. No se doblarán las elecciones ni se adelantarán en la provincia de Buenos Aires. Que ella ayudase con su nombre a la reelección de Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Eso es lo que me imagino que podría ser el mejor escenario, y que ella trate de que el gobierno llegue de la mejor manera posible y tratar de quedar lo más lejana del fracaso del gobierno para ser una alternativa de ella o alguien de ella en 2027.
Muchos suscriptores están preguntando de medios y de la lógica de los medios. Después seguramente vamos a hablar de eso. Pero esta lógica, esta duda de los medios, con lo que venía diciendo recién Jorge, lo que escribiste hace poco, de la resistencia tanto de Cristina como de su hijo Máximo, como el espacio en general a la relación con el periodismo. Y me da la curiosidad si la has intentado entrevistar en los últimos tiempos, desde que es vicepresidenta.
Formalmente hace diez años que pedimos entrevistas, pero bueno, no es un tema. Independientemente que seguramente no debemos estar en la lista de los primeros, sí algún día se decidiera en una entrevista. Pero no, no da entrevistas, no es con nosotros solamente. A mí me parece que ella, en su imaginario, interpreta a los medios como al mercado, como a la justicia. Parte de un conjunto de poderes fácticos que conforman el conglomerado de lo que ella llama la derecha. Entonces no alcanza a distinguir los grises. Perfil es lo mismo que Clarín o lo mismo que La Nación, que obviamente no es lo mismo. Pero bueno, desde su perspectiva somos todos lo mismo.
Es curioso, contame Jorge, ¿cuál es la relación de cómo ve Macri a los medios? Pensando en que Cristina en “Sinceramente”, en su libro, te menciona y te da algunas críticas y también en el libro del primer tiempo de Macri.
Cristina más que crítica, o sea, muy, muy dura. Y Macri lo mismo, que tiene una obsesión y que lo perseguíamos. Y yo pienso que son razones para que un medio te sea criticado simultáneamente por Macri y por Cristina en los dos libros que cada uno hicieron y que sean prácticamente los únicos. Creo que en el caso de de Macri, criticó a América TV por la disputa que tenía en el caso de la telefonía de una banda telefónica que tenía con el grupo Vila Manzano. Y en el caso de Cristina, me parece que la crítica era con Clarín y después con Perfil. Me parece que aunar la crítica de los dos indica que se hizo lo correcto.
Y acá pregunta Claudio y varias preguntas en este sentido, si hay que hacer una autocrítica del lado periodístico para presentar mejor las noticias. Otro oyente también pregunta si tenemos que hablar con más datos y más fuentes antes de afirmar una información. O sea, sumo estas preguntas acá de los suscriptores, al diagnóstico que contaba Jorge al principio de lo que es la casta y el todo el aparato político más cerca de lógica de Javier Milei. También hay una búsqueda de una parte de sociedad de meter a los periodistas en esta crítica y de replantear el trabajo periodístico.
Bueno, lo que habría que transmitirle a la audiencia, es que el periodismo es un trabajo que se realiza en condiciones frágiles, que lo que es nota es lo que el sujeto noticioso quiere que no sea nota, o sea, es algo que específicamente se busca ocultar. Que tiene que resolverse en poco tiempo, a diferencia de la justicia, y que en ese poco tiempo tratando de algo, que ese sujeto noticioso quiere ocultar, la posibilidad de acierto y de calidad se reducen, a lo mejor, a 70% acierto. Es excelente en periodismo, y en medicina sería tremendo un médico que tuviese 70% de buena praxis. Entonces creo que cada profesión debe ser juzgada dentro del marco de su condición de posibilidad. El periodismo tiene de una cantidad de contras que hacen que su grado de acierto sea más bajo que otras profesiones. Lo que creo que debe juzgar la audiencia, que a mí me parece que es el valor más importante, es la honestidad intelectual. Porque una diferencia entre una equivocación y una mentira, sea una diferencia entre que un dato sea incorrecto porque se careció de las fuentes adecuadas y se tomó una incorrecta, y otra que sea propositiva al que se ha colocado específicamente, aun sabiendo de que es equívoco, con un fin de algún tipo de afectar a alguien o de lograr tener más clics. Me parece que la audiencia tiene que juzgar a los medios y a los periodistas. Obviamente, respecto de su nivel de acierto, desde ya entender que el acierto total es contradictorio a la tarea del periodista, y evaluar fundamentalmente una trayectoria que se mide en la honestidad intelectual, la capacidad de reconocer errores cuando se equivoque.
Y Jorge, la revista Noticias, donde yo trabajo, tienen de 1989, si no me equivoco, y Perfil tiene varios años más. En esta línea, me da la duda de si sentís que hay un cambio de percepción en lo que la sociedad juzga al periodismo, lo que la sociedad espera del periodismo desde que arrancó Perfil a hoy.
Si, claro, y no en la Argentina. En todo el mundo, el periodismo llega a su cenit en los ’80, como una profesión heroica. Los periodistas, en el hemisferio norte, ponele, en los años 80, eran vistos como como héroes, y eso progresivamente fue perdiéndose porque en gran medida los medios fueron perdiendo fuerza económica.
Terminaron siendo comprados por personas que no tienen nada que ver con el periodismo, en todas partes del mundo, con personas que los usaban como medio para otros fines, algo que no sucedía cuando estaban en su apogeo porque era de sí mismo, además de organizaciones fuertes financieramente, aquello que no se puede ser independiente, política y periodísticamente, siendo dependiente financieramente. Entonces, la fragilidad de los medios, que fue producto de la aparición de nuevas tecnologías, que fueron canibalizando su cantidad de audiencia, fue haciendo que terminaran siendo comprados a un precio mucho menor, que hubiera sido imposible de que fueran comprados en poner en los primeros 70 años del siglo pasado, para ser utilizado para otro fines, ya que en sí mismo podían no ser un negocio atractivo para quienes lo estaban comprando.
El periodista fue perdiendo ese halo, esa aura, podríamos decir. Vos fijate que el periodista tenía y el medio tenía con su cliente, que sería la audiencia, una relación como la del médico. Al médico que uno le pide que le diga lo que uno quiere escuchar. El médico tiene que decir incluso lo que uno no quiere escuchar. Entonces el periodismo era tomado como, casi con el juramento hipocrático, como un médico que le decía a su auditorio una relación conflictiva con el cliente. Normalmente, la mayoría de profesionales tienen que satisfacer al cliente. El médico no tiene que satisfacer el centro, tiene que curar. Esa era la perspectiva que teníamos del periodismo hasta la 8.ª década del siglo XX. En la tercera década del siglo XXI, por momentos el periodista se parece más a un artista, tiene que seducir. Están los influencers, están en los artículos que se hacen en muchas webs con distintos títulos, a ver cuál le gusta más, cuál tiene más clics. La idea de medir en función de los seguidores. Así que bueno, ahí hay una pérdida de aura. Yo escribí un libro entero sobre eso y es multifactorial, o sea, tiene que ver con la revolución tecnológica que fragmenta las audiencias. Más o menos, la gente sigue manteniendo la misma cantidad de tiempo disponible para consumir medios que la que tenían nuestros abuelos, porque desde 1930 se trabaja ocho horas, se duerme ocho horas y se tiene ocho horas. Para el resto de las actividades entre las cuales consumir medios, entretenimiento, cultura, información son cuatro horas, nada más que antes. Se dividían esas cuatro horas entre tres plataformas y hoy se divide entre 30 plataformas.
Entonces la fragmentación de cada uno del tiempo disponible, que en realidad el tiempo disponible, es el capital de los medios, cuánto tiempo captan de la de la audiencia. Se redujo su stop, se redujo su capacidad económica se redujo y en ese contexto, la capacidad de invertir en calidad, la capacidad de invertir en periodismo de investigación se reduce, se fue perdiendo progresivamente. Otro elemento que hay que tener en cuenta, es la fragmentación de las sociedades. Otro elemento que hay que tener en cuenta, o sea, no simplemente los medios de las tribus. Hay una fragmentación que trasciende el tema tecnológico de los medios. Otro elemento que hay que tener en cuenta y que ya es del orden de lo psicosocial, es la pérdida de la autoridad. El medio tenía una relación de 1 a 1 con la audiencia, en la cual no era bidireccional. La audiencia no devolvía. Era el medio el que decía que se debía leer, el que ponía en la agenda setting, el marco sobre desde dónde mirar al mundo. Ese es el principio de autoridad, no solamente lo perdieron los medios, lo perdió el profesor frente a sus alumnos, lo perdió el policía frente a los ciudadanos en una esquina. O sea, hoy la autoridad no es la misma que la que era hace 50 años. Y a cada uno, cada generación, se sube a los hombros de la anterior y tiene una actitud de aceptar menos pacientemente lo dado y te podría seguir con la lista, pero no quiero aburrir a la audiencia.
Acá Miguel Ángel Di Benedetto te suma una, que es quizás una de las preguntas que más se repiten cuando se trata con un periodista. Pregunta cuánto influyen los medios en las decisiones del electorado.
Es una relación en la cual, causa y consecuencia, en determinado punto, se retroalimentan. Eso se dan en todos los sistemas. O sea, hay un proceso de retroalimentación como en un síndrome. Así que la discusión es, cuándo uno de los dos es causa y el otro es consecuencia. En principio, los medios tienen la posibilidad de construir lo que llamamos la agenda setting. O sea, estos son los temas sobre los que se va a hablar, pero la posibilidad de que la gente piense cómo el medio quiere sobre esos temas, cada vez está en mayor discusión de que los medios tengan.
Es decir, tendría la capacidad de colocar el marco en la ventana desde el cual la audiencia va a mirar el mundo, pero luego no tiene la capacidad de influir sobre qué va a pensar la audiencia de eso que ve. Entonces, el primer punto en el que no hay discusión es que los medios tienen capacidad de agenda, de colocar sobre qué temas la sociedad va a terminar discutiendo y es un tema de enorme importancia. Luego hay posibilidad de retroalimentar condiciones preexistentes. No cabe ninguna duda que, si vos te la pasás diciendo que el dólar va a aumentar, aumenta, o si te la pasas diciendo que el gobierno está débil, va a estar débil. O sea, hay una relación entre el lenguaje performativo y la profecía autocumplida. Ahora tiene que ser una relación relativamente verosímil.
Discutíamos esto el otro día con un economista. Decía, si yo digo que Margarita Stolbizer se robó el Banco X, no le creemos. Obviamente también para que el medio tenga la posibilidad de instalar exageraciones tienen que ser verosímiles o medianamente verosímiles. El punto es que hay muchas cosas que son perfectamente verosímiles, sin que la persona tenga ningún mal comportamiento. Así que nos influyen. Yo los veo débiles y muchas veces son influidos. En realidad, retroalimentan. O sea, cuando uno ve estos medios que son, podríamos decir, partisanos, en el sentido de que representa una sola mirada de la realidad, sea de un lado o del otro, de la grieta.
La pregunta es, ¿cuánto son esclavos de su propia audiencia? Es decir, ¿podrían hacer otra cosa o perderían la audiencia si hicieran cosas diferentes? ¿Continuarían teniendo esa audiencia? Entonces, ¿Quién es el dueño de eso? ¿Existe el Flautista de Hamelín o los ratones llevan al flautista? Hay un punto a partir del cual, cuando vos te sesgás, y tu modelo de comunicación, tu pacto de lectura es el del sesgo confirmatorio. Es decir, vas a dar información de que confirmen el sesgo que tiene tu audiencia para que tu audiencia tenga satisfacción, para que tu audiencia tenga menor esfuerzo cognitivo, y las dos cosas van juntas. ¿Por qué el sesgo de satisfacción es tan atractivo? Y porque no hay que pensar. Y pensar implica un esfuerzo, consume energía. O sea, pensar requiere un esfuerzo cognitivo. En líneas generales, el ser humano tiende al reposo, tiende a aquello que no consume esfuerzo cognitivo, por lo que el darle una noticia que confirme el prejuicio que tiene, es más cómodo. Por el contrario, plantear una visión que contradiga la perspectiva que la persona tiene su mirada del mundo, lo incomoda. Ahora, ¿cuándo crece la persona? Y, cuando se le incomoda, entonces volvemos al tema del médico, algunos medios que tratan con respeto a su audiencia y creen que su audiencia es lo suficientemente inteligente como para aceptar que se la incomode, para crecer, que sería el planteo del médico, que a lo mejor no le diría la verdad a alguien que no está en condiciones de recibirla.
Te saco de los medios y vuelvo un poco al principio, para cerrar optimista en este día complicado también para la economía. Y hablaba Jorge, en tu última columna del domingo en Perfil, que el mundo está estresado y que a veces los argentinos tenemos un provincialismo, creo que decías, de mirar todo atrás de la reja de cuánto sube o baja el dólar blue. Así que quería ver si podías abrir un poco ese concepto para transmitir un poco de calma en unos días difíciles.
Mira, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, quitándole carácter constitucional al aborto y, por el contrario, manteniendo sólo la compra de armas personales, viendo los desastres que eso genera. Evidentemente que una situación de una sociedad que está en tensión, en ebullición, por momentos en retroceso.
Cuando vos mirás que la mayoría de los países donde hubo elecciones perdió el oficialismo y la gran mayoría, o el que logró cruzar raspando tiene menos votos del que tenía cuando ganó por primera vez. Cuando ve que alguien como Draghi, que finalmente no renuncia. O sea, el presidente del Banco Central Europeo o el técnico más valorado de Italia en Europa, tuvo que renunciar porque no le aprobaban, o intentó renunciar, o presentó su renuncia, porque no le aprobaban su plan en el Congreso. Cuando ves que no sé, Angela Merkel no logra que su partido haya sido reelecto en las elecciones alemanas, o que en la misma semana haya renunciado dos primeros ministros de dos de los cuatro países más poderosos de Europa, el de Inglaterra y el de Italia. Independientemente de que Inglaterra pudiera tener méritos para para no siquiera haber llegado a primer ministro.
Lo que uno ve, es que hay convulsiones en todas partes del mundo. Yo a veces me asombro cuando acá se habla. Pero mira vos, allá hay 10% de inflación y se quejan todos. Acá tenemos 80, no minimizando el 10%, no el 10% en Europa y en Estados Unidos es como el 80 de acá. ¿Por qué es como el 80 acá? porque en cualquier caso significa una pérdida de 10% de la capacidad de compra de los salarios. Como allí no hay paritarias, 10% de inflación y 10% de pérdida de capacidad de consumo. En la Argentina, como teníamos 50% de inflación. Bueno, qué pasó, en lugar de la paritarias, el 40%, 60% inflación en lugar de ser 50 80. Finalmente, el cálculo también se perdió el 10%.
Entonces, la diferencia es que para perder el 10% de la Argentina es una puja entre 80% de inflación y 60% de paritarias. Y en los países donde no hay paritarias es directamente el 10%. Entonces, lo que nos pasa en la Argentina del empobrecimiento, del neo empobrecimiento, no es argentino. Argentina viene hace 50 años empobreciéndose y el resto del mundo no. Entonces ahí, para nuestra perspectiva, no estamos opinando sobre esto último 10%, estamos opinando por la suma de mucho 10% acumulados a lo largo de décadas. Ahora el mundo está pasando situaciones tremendas. O sea, perder el 10% de tu capacidad de compra es una situación compleja y la gente que está en el decil más bajo en los países más desarrollados, implica literalmente hambre. No es un fenómeno solamente argentino. Luego nosotros tenemos algunas otras ventajas que a veces subestimamos, que tienen que ver con ciertos problemas de violencia que se dan en algunas partes del mundo, que en la Argentina no se dan. O de un presidente que de vergüenza como Bolsonaro. Podremos tener dirigentes mediocres, pero que den verdadera vergüenza como como Bolsonaro, como Trump, no. En Estados Unidos te cuentan que primero hay que bancarse que sea presidente Trump, de que haya sido en ese momento. Te cuentan que es muy probable que lo que venga en las próximas elecciones, que asumen que va a perder el Partido Demócrata, el republicano, que venga, venga directamente el tea party. O sea, Trump era un oportunista. Si la derecha está de moda, la derecha. Si hubiera sido la izquierda, era de izquierda, era un maximizador del beneficio. Quién podría venir ahora, sería si un ideólogo de derecha del tea party, proceso que se viene acumulando en Estados Unidos ya desde hace más de dos décadas y que demuestra cierta turbulencia. Hay un malestar sin ninguna duda en todo el mundo. El modelo, podríamos decir, de desregulación económica aquí llamado neoliberalismo, que encuentra su avance más decidido después de la caída del Muro de Berlín. Bueno, no está teniendo éxito, se está agotando. Si lo pusiéramos en términos de Thomas Kuhn y la historia científica, donde él dividió los paradigmas que había un paradigma, cuando el paradigma se hacía obsoleto, entraba en un interregno y lucha con un nuevo paradigma. Interregno era que lo viejo todavía no había muerto y lo nuevo todavía no había nacido, no acababa de nacer y uno no acababa de morir. Yo creo que el mundo está en ese momento de interregno entre dos paradigmas y que a veces nosotros en Argentina nos cuesta comprender que más allá de nuestros propios problemas, hay problemas que nos trascienden.
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