La historia de Izertis, consultora tecnológica que gestiona la transformación digital de empresas, es la de una compañía hecha a sí misma. En sus 26 años de vida ha mantenido un crecimiento sostenido, de un 23% de media anual, y, según afirma Pablo Martín, fundador y presidente de la firma asturiana, “nunca hemos entrado en pérdidas ni hemos decrecido”. Una condición que, según el directivo, tiene su secreto en la oferta de un servicio enfocado a las tecnologías más punteras, como computación en la nube, inteligencia artificial (IA) o blockchain. “Aunque todas las consultoras las ofrecen, no tienen el foco en ellas como nosotros”, asegura Martín.
Durante su medio siglo de vida, la compañía pasó de un despacho alquilado con muebles de segunda mano, un empleado y una facturación de 100.000 euros, conseguidos con la implantación de equipamiento, instalación y reparación de servicios informáticos, a contar en la actualidad con 1.200 empleados, facturar 65 millones en 2021, un 28,2% más que en 2020, y conseguir un resultado de explotación (ebitda) de 7,27 millones, un 38% por encima del ejercicio anterior. También la tesorería se ha multiplicado por nueve desde 2019. “A finales de 2021 había unos 37 millones de euros para gastar y una fuerte posición de préstamos o facilidades de créditos no dispuestos equivalente a la tesorería, lo que genera una alta disposición de efectivo para afrontar el crecimiento”, explica el presidente.
Este crecimiento les abrió las puertas hace dos años del BME Growth (la Bolsa española para las pymes), donde partió con una capitalización de 36 millones de euros. Una cifra que en la actualidad sobrepasa los 189 millones de euros, con una acción valorada en 7,86 euros. A pesar de esta revalorización, analistas como los de GVC Gaesco creen que las acciones de Izertis aún guardan potencial ya que en su último informe las valoran en 9,70 euros. “Intentamos cumplir con el plan de negocio que tenemos en marcha y esperamos que el mercado lo refleje. El salto a Bolsa nos ha servido para profesionalizar la empresa y financiarla”, subraya Martín.
También en estos dos años, los movimientos en el accionariado han sido notables. Mientras el 58,89% sigue en manos del fundador, a través de la sociedad Laren Capital, y los empleados mantienen un 10,88%, cuenta con 1.500 accionistas minoritarios, además de family office y fondos de inversión como Metavalor (0,92%,), Santander Small Caps (2%), Belka (1%) o Inveready, que invirtió cuatro millones de euros en la suscripción de obligaciones convertibles emitidas por Izertis, que, según Martín, les ayudará a adquirir nuevas compañías. Cambios que parece no van a parar aquí. “Seguimos en conversaciones con inversores nacionales e internacionales, sobre todo en Europa”.
Pese a su breve historia como cotizada en el BME Growth, desde la compañía se marcan otros objetivos. “Estamos encantados, pero también creemos que las empresas deben aspirar a estar en el mercado continuo. Hicimos una declaración en la que dijimos que aquí estaríamos unos cinco años y llevamos la mitad. Nos queda la otra mitad para dar el salto”, asegura Martín.
Crecimiento
La empresa tecnológica también está en el ecuador de su plan estratégico con el que prevé facturar 125 millones en 2023, el doble que en 2021, y obtener un ebitda de 12,5 millones. Sin cifras concretas sobre las previsiones de caja para 2022, el fundador de Izertis mantiene que doblar la cifra es una apuesta viable si se considera la subida de los últimos cinco años. “Los ingresos y el ebitda han tenido crecimientos superiores al 35%. Solo tenemos que mantener ese ritmo”.
La hoja de ruta de Izertis habla de expansión orgánica y, en gran medida, inorgánica. Con la primera mantiene líneas de negocio basadas en blockchain o IA con las que crece a doble dígito, con clientes de diversa índole que van desde la banca, la industria o el sector de alimentación. Proyectos muy variados con destinos dispares como el de alfabetización digital de escuelas rurales o el primer certificado digital de salud en África, puesto en marcha en Cabo Verde junto con el Banco Mundial para el Desarrollo, o la implantación en las islas Barbados del registro de títulos universitarios para que no se puedan piratear o copiar, ambas mediante tecnología blockchain. A su vez colabora con organismos europeos en temas de ciberseguridad o en proyectos como Border Sens, para el control en aduanas de sustancias ilícitas mediante electrosensores de alta precisión. Pero también hay proyectos más cercanos, como el que mantiene en España con Endesa y IBM con el que solventaron la gestión de clientes con dependencia energética (personas que no pueden hacerse cargo de su factura). Un servicio que implantaron en Málaga como experiencia piloto y que solucionaron con tecnología blockchain.
En cuanto al crecimiento inorgánico, ha sido y será el eje de referencia de la empresa. Unas adquisiciones que, según Martín, han desarrollado una función estratégica y han cubierto una necesidad. Desde sus inicios se han hecho con más de 30 compañías radicadas en México, Portugal o España. “Este ritmo de compras no solo lo vamos a mantener, sino que lo vamos a aumentar. Hemos hecho muchas operaciones de tamaño muy pequeño, pero a partir de ahora vamos a hacer menos compras, pero de mayor tamaño, concentradas, sobre todo, en la Península”. Para Martín, el sur de Europa es un mercado muy atomizado en el que las empresas pequeñas no pueden hacer frente a retos como la internacionalización o atraer talento. “Para ellas esto es una entelequia. Por eso creemos que aquí hay posibilidades de comprar sociedades tecnológicas de alto valor”.
En lo que va de año ha adquirido Duonet, una tecnológica también asturiana, con una facturación de algo más de dos millones de euros y un ebitda de 182.000 euros, y la consultora valenciana Okode, especialista en servicios IT. Y entre sus grandes hitos corporativos destaca la última adquisición, la madrileña Sidertia, centrada en servicios de ciberseguridad. Una operación que, desde la empresa, consideran como la más grande realizada hasta el momento, pese a no comunicar el precio de la transacción. Con 10 años en el mercado y más de 100 empleados, que han pasado a formar parte de la plantilla de Izertis, ingresó 6,3 millones de euros en 2021, lo que supone un 10% de la facturación de la asturiana, y cuenta con clientes como la Policía Nacional o el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Una compra que, según fuentes de la empresa, coloca a Izertis entre las referentes del sector de la ciberseguridad en el que, hasta ahora, estaban presentes, pero no en posiciones relevantes.
Izertis opera en 50 países con nueve oficinas repartidas entre España, Portugal, Latinoamérica (México, su principal mercado, República Dominicana, Colombia y Perú) y África (Cabo Verde y El Cairo). España con un 80% de cuota, Latinoamérica con un 7% y Portugal con un 6% son sus mercados de referencia. “No podemos crecer en todos los sitios a la vez, pese a tener cierto tamaño. Nuestro mercado principal es el cercano”, concluye su presidente y fundador.