“Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad” – Primer saludo del Santo Padre al pueblo reunido en la Plaza de San Pedro 13/3/2013.
La caída del “yoísmo”
Por “yoísmo” entendemos aquella corriente que se funda en el racionalismo cartesiano y que parte del “yo” que prevalece sobre el “tu” y que constituye el ego-centrismo. Luego de su apogeo tal como enseñaba Pedro Laín Entralgo en su Teoría y Realidad del Otro “El hombre del siglo XX asistió a una decisiva crisis histórica del yoísmo…”. La caída de este fenómeno social manifiesta, junto a la crisis del nacionalismo y del clasismo -a juicio del gran filósofo de la otredad -”una íntima sed universal de comunidad humana”;…los tres nos revelan que el pronombre “nosotros” es una de las palabras claves de nuestra atormentada situación histórica”. (op. cit. pag. 330, Alianza Universidad, Madrid, 1983). El mundo de entonces retoma el pensamiento de Cristo que trae el presupuesto antropológico para la irrupción del otro con la idea de la fraternidad y el amor.
“El “nosotros” pertenece en principio a la religión cristiana” dijo de Lubac y “Dios mismo es un nosotros” agregó Ratzinger
Hace unos días el portal Zenit/Roma 7.7.2022 comentó una nota hasta hoy inédita del Cardenal Joseph Ratzinger, año 1996, en ocasión del centenario de otro notable teólogo francés y maestro suyo, de gran influencia en los trabajos previos al Vaticano II, Henri de Lubac sobre la solidaridad.
Decía Ratzinger: “En 1936, tomando posición contra las tendencias individualistas y egoístas de su tiempo de Lubac llegó a afirmar que «el catolicismo es esencialmente social».
“Como he tenido ocasión de señalar -dice Ratzinger en su comentario ahora conocido- de Lubac (entendemos que en 1937/1938) subrayó con fuerza, y con plena conciencia (que hay) «una ley fundamental que se remonta a las raíces más profundas del cristianismo, una ley que de formas siempre nuevas se manifiesta… en los diversos niveles de realización cristiana… el «nosotros» con sus consiguientes estructuras pertenece en principio a la religión cristiana. El creyente como tal nunca está solo: empezar a creer significa salir del aislamiento y entrar en el «nosotros» de los hijos de Dios; el acto de adhesión al Dios revelado en Cristo es también siempre unión con los que ya han sido llamados…”
“Un poco más adelante, -sigue diciendo Ratzinger -al extraer algunas consecuencias del mismo e idéntico discurso, afirmé que «la base más profunda de este «nosotros» cristiano es que Dios mismo es un «nosotros». El Dios que profesa el Credo cristiano no es un pensamiento solitario de sí mismo, no es un Yo absoluto e impartente cerrado en sí mismo, sino que es unidad en la relación trinitaria del yo-tú-nosotros, así como el ser-nosotros como estructura divina del ser nos anticipa en el mundo actual, y una semejanza con Dios se encuentra en principio siempre en referencia a este nosotros divino».
Cabe decir que a comienzos del siglo pasado algunos filósofos plantearon el tema de la “relación comunitaria” y una metafísica y la teoría del “nosotros” como superadora del “yoísmo” (una copiosa reseña bibliográfica puede encontrarse en la obra de Laín Entralgo citada).
El “nosotros” y la esperanza cristiana
“Nunca la fe ha sido -dice Laín Entralgo- para el católico un negocio puramente individual: creer católicamente en el Dios uno y trino ha sido siempre creer in Eclesiam e in Eclesia”. Las ideas de “lo social” y más puntualmente del “nosotros” está en las raíces mismas del cristianismo. Así ya surge de los escritos paulinos. La esperanza del cristiano debe incluir la esperanza de sus prójimos y el amor hacia ellos (I Tesai, II 19-20 y Col, I, 4-5)” y “la salvación del prójimo debe ser, pues, parte de mi esperanza, y mi esperanza causa de mi amor fraterno. Cuando Gabriel Marcel diga que el objeto del esperar humano es siempre un nosotros (el destacado es nuestro) su reflexión se apoyará…en esta lección de San Pablo” (“Antropología de la esperanza”). Pero a pesar de esas raíces, el individualismo penetró el pensamiento católico por lo que fue necesaria la reacción de teólogos como Chenu y el “no menos famoso libro Catolicismo: los aspectos sociales del dogma de Henri de Lubac S.J. (Paris, 1941) para retomar el “nosotros comunitario” que sustituye el “yo” insolidario.
El “nosotros” como cuestión social en la Iglesia: los primeros documentos papales
Con la Rerum Novarum (1891) del Papa León XIII la Iglesia toma posición respecto de los procesos de la revolución industrial marca una primera etapa en el tratamiento de un “nosotros” católico en el campo social. Un segundo momento está simbolizado por la Quadragesimo Anno de Pío XI, en pleno desarrollo de la “revolución social” etapa caracterizada por el auge del marxismo; en tercer lugar la Laborem Exercens constituyen el cuerpo de “enseñanzas sociales” que abordan el tema laboral y el discernimiento de la Iglesia a la luz de la fe. En el plano de la problemática internacional se inscriben Mater et Magistra y Populorum Progressio que apuntan al “enfrentamiento norte-sur” y Pacem in Terris y Octogesima Adveniens con motivo de la confrontación “este-oeste” “con rasgos más políticos e ideológicos que económicos”.
El “nosotros” en algunos de los documentos pontificios de Francisco
En la exhortación apostólica Evangeli Gaudium Francisco revela su espíritu comunitario y la importancia del concepto de “comunidad” en todo el documento y así es que la palabra “comunidad” aparece 36 veces en el breve texto del mensaje papal.
1.-En Laudato sí
Por citar algunos párrafos de su primer encíclica Laudato sí, el Papa Francisco se refiere al “nosotros” cuando dice: “151. Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de «estar en casa» dentro de la ciudad que nos contiene y nos une…..Toda intervención en el paisaje urbano o rural debería considerar cómo los distintos elementos del lugar conforman un todo que es percibido por los habitantes como un cuadro coherente con su riqueza de significados. Así los otros dejan de ser extraños, y se los puede sentir como parte de un « nosotros » que construimos juntos (las negritas/ital. nos pertenecen). Por esta misma razón, tanto en el ambiente urbano como en el rural, conviene preservar algunos lugares donde se eviten intervenciones humanas que los modifiquen constantemente”. Y más adelante atendiendo a la necesaria “Justicia entre las generaciones” agrega:”159. La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras (no pudiendo desconocerse que tenemos) un destino común, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen detrás de nosotros (el destacado nos pertenece). Ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional… Si la tierra nos es donada, ya no podemos pensar sólo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán.”
2.- Amoris laetitia: el matrimonio es “nosotros”
De esta bella Exhortación Apostólica post-sinodal tomamos una parte del siguiente parágrafo que lleva el nro. 316.-”…..Sólo «si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud» (1 Jn 4,12). Puesto que «la persona humana tiene una innata y estructural dimensión social» y «la expresión primera y originaria de la dimensión social de la persona es el matrimonio y la familia»…”
3.-Fratelli Tutti y el “nosotros” de los movimientos populares
Dice la revista Civilitá Católica comentando esta encíclica que “Los movimientos populares «reúnen a desocupados, trabajadores precarios e informales y a tantos otros que no entran fácilmente en los canales ya establecidos» (n. 169). Con estos movimientos se supera «esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos»”.
“Necesitamos redescubrir esta potente palabra evangélica, retomada en el lema de la Revolución Francesa, pero que el orden postrevolucionario -denuncia Francisco -ha luego abandonado hasta su eliminación del léxico político-económico. Y nosotros la hemos sustituido por una más débil, «solidaridad», que en Fratelli tutti de todos modos aparece 22 veces contra 44 de «fraternidad»” -dice Francisco y agrega “solidaridad permite a los desiguales llegar a ser iguales, fraternidad les permite ser iguales en la diversidad”.
Claro que en este importante documento el “nosotros” no está solo referido a los movimientos de los pobres sino también a la relación comunitaria de líderes mundiales y representantes de iglesias a cuyos encuentros fraternales nos hemos referido en notas anteriores.
4.- Su proverbial “No se olviden de rezar por mí”
A esa esperanza de ser “nosotros” es a la que Francisco nos convoca cuando al finalizar el saludo a próximos y extraños, dice, una y otra vez: “Eso sí, no se olviden de rezar por mí” y en breves palabras nos invita a la fe, al diálogo supremo y a ser portadores de la esperanza nuestra en su bien compartido con el bien de los otros: aquel, aquellos o aquellas a quienes pide que hablen con el Señor por él.
La dimensión política de la fraternidad cristiana
Carecemos de espacio para introducirnos en un tema tan arduo y tan complejo sin caer en simplificaciones. Pero queremos dejar un par de preguntas. En medio de una política nacional plagada de acuerdos oscuros y falsedades de la que se sirven el mundo político y mediático, donde amor y fraternidad suenan a burla en el campo de la convivencia humana ¿no advierten los políticos y los hombres de prensa una necesidad de verdad, honestidad y solidaridad? ¿Una sed de comunidad humana que hoy habita en la mayor parte del pueblo argentino? ¿No notan ustedes un pueblo doliente y fatigado de tanta carga y de ilusiones perdidas?
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